TERCERO INTERESADO - Ajuste automotriz
En opinión de Carlos Tercero

El cierre de la planta Nissan en la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (CIVAC) no solo representa una pérdida significativa para la economía de Morelos, sino que simboliza un cambio de rumbo preocupante en la industria automotriz nacional, pues no se trata de un hecho aislado, sino del resultado de una serie de decisiones empresariales, reacomodos globales y políticas públicas, no siempre acertadas, que han reconfigurado las prioridades de inversión en el sector.
Desde su llegada a Morelos, Nissan representó una fuente constante de empleo formal, derrama económica y el surgimiento de cadenas productivas; su salida no solo representa la pérdida de miles de empleos directos, sino también un impacto indirecto en dichas cadenas productivas y de proveeduría y al mismo tiempo en decenas de negocios locales que dependían de la derrama económica derivada de la operación de la empresa japonesa; es decir, la afectación no se limita al ámbito industrial, se extiende al tejido social, al ánimo colectivo, a la estabilidad y bienestar de las familias que de un día para otro enfrentarán una realidad incierta.
Las causas son múltiples y complejas; en el ámbito internacional, la postura del Presidente Trump ha sido disruptiva para la industria automotriz, marcando un antes y un después en las proyecciones empresariales para esta armadora japonesa en América del Norte, a lo que se suma el endurecimiento de las reglas de origen en el T-MEC, la presión para relocalizar empleos en Estados Unidos y la incertidumbre política y comercial que se desprende de los exabruptos arancelarios que generan incertidumbre, incluso desconfianza para la inversión.
En paralelo, la irrupción de las marcas chinas en el mercado mexicano ha sido veloz, agresiva y eficaz. Su presencia ya no se limita a nichos económicos; hoy muchas de estas marcas ofrecen tecnología superior a la usual en el mercado con diseños competitivos y precios por debajo de lo que prevalecía en el mercado de autos, con lo cual han logrado en el consumidor un desapego a las marcas tradicionales que ha fragmentado la hegemonía de las distribuidoras históricamente arraigadas en el país. En consecuencia, las grandes armadoras han tenido que redimensionar sus operaciones para proteger sus márgenes y enfocarse en plantas más rentables y considerando estratégicamente sus ubicaciones en el tablero geoeconómico, en lo que Morelos ha salido perdiendo, a pesar de su ubicación privilegiada y mano de obra calificada, la entidad no logró mantener la competitividad necesaria frente a otros estados o regiones. El costo logístico-operativo, la inseguridad, las dificultades para su expansión necesaria para la implementación de nuevas tecnologías en la producción de autos eléctricos, han sido factores determinantes.
Más allá de las cifras, el cierre de la planta es también un golpe altamente simbólico para la tierra de Zapata, donde la industria automotriz representó por décadas uno de los pilares de empleo y derrama económica, por lo que, su partida será un golpe de magnitud aún por verse, sobre todo si no se toman pronto, medidas inmediatas desde la Federación para respaldar a Morelos, a fin de resarcir el impacto económico que rápidamente puede transformarse en crisis.
Las familias directa e indirectamente afectadas no solo enfrentarán el desempleo, sino también la ausencia de identidad laboral, la ruptura de proyectos de vida y un resentimiento silencioso que puede escalar si no se atiende; para muchas de ellas, Nissan no era solo una empresa; era el sustento, la rutina diaria, la posibilidad de movilidad social lo que obliga a reconocer que el vacío que deja no podrá ser llenado solo con discursos e improvisaciones. Es momento que el Gobierno de México muestre el respaldo, la empatía y adhesión recíproca que Morelos ha mostrado siempre hacia el pacto federal.
Morelos espera y merece del Estado Mexicano, un plan integral de reconversión económica para la zona, con incentivos reales para nuevas inversiones, capacitación y alternativas de ocupación laboral urgente para los trabajadores desplazados y un acompañamiento que no se limite a la asistencia técnica, sino que esté atento y sensible al ánimo, al humor social.
Carlos Tercero
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