Escala de Grises - Norteamérica reconfigurada

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Norteamérica reconfigurada

El martes de esta semana, Claudia Sheinbaum recibió en Palacio Nacional a François-Philippe Champagne y Anita Anand, ministros canadienses, con el objetivo de corroborar si “tres personas piensan mejor que una” y dar respuestas contundentes a las amenazas de Donald Trump.

Con la orden ejecutiva de aumentar los aranceles a Canadá hasta un 35% para combatir el flujo de fentanilo, Estados Unidos continúa una guerra comercial no sólo con sus vecinos al norte y sur, sino con todos aquellos países que no estén dispuestos a invertir (lo que él quiere) en el país que preside.

La estrategia de “el más poderoso del mundo” es clara: dividir y conquistar. Negociar por separado a cada socio es mucho más sencillo, mientras las dudas y la falta de confianza entre todas las personas involucradas crece a la menor provocación.

Tras las amenazas más recientes del mandatario estadounidense, Canadá no ha tenido más opción que recomponer alianzas con México para reforzar una estrategia diplomática cada vez más amenazada por la presión de Trump. 

Sin embargo, prescindir de la “amistad” con Estados Unidos es algo que ninguno de los socios comerciales del TMEC puede permitirse. Tan sólo en 2024 el intercambio de bienes y servicios entre EE UU y México alcanzó 935,1 mm USD (334,0 mm de exportaciones y 505,5 mm de importaciones).

A pesar de que casi el 90% de las exportaciones canadienses y más del 84% de las mexicanas parecen estar exentas de nuevos aranceles, según una cláusula de cumplimiento del TMEC, la incertidumbre es innegable. Mientras México intenta fortalecer su política migratoria y Canadá intenta frenar las exportaciones de fentanilo a EUA, Donald Trump responde (cada vez más fuerza) únicamente bajo sus propias condiciones.

El resultado son concesiones en materia de seguridad y control migratorio a cambio de retrasar los aranceles por unos cuantos meses más. Ante estas opciones, México se encuentra en una situación complicada, por decir lo menos. ¿Cuáles son las opciones? ¿Cómo diversificar mercados cuando el 80% de las exportaciones nacionales son hacia Estados Unidos?

La estrategia no puede limitarse a comunicados en plataformas digitales, ni a declaraciones en las conferencias matutinas de Claudia Sheinbaum. Se requieren acuerdos paralelos que, por lo menos, equilibren un poco la balanza. Son indispensables las líneas de acción definidas y plazos concretos para que, en caso de enfrentarse a una renegociación del TMEC, se haga de manera consciente.

En un escenario donde una sola Orden Ejecutiva puede alterar cadenas productivas valoradas en más de 1,5 billones de dólares y decidir el rumbo de millones de empleos, no basta con la retórica ni con moratorias temporales.

Si es cierto eso de que “tres personas piensan mejor que una”, México y Canadá deben transformar ese principio en acción: establecer plazos claros, responsables definidos y metas cuantificables para diversificar destinos de exportación, fortalecer la industria nacional y proteger al consumidor ante posibles presiones arancelarias.

El gobierno mexicano debe preguntarse si está dispuesto a negociar un TMEC reforzado, que incluya no sólo cláusulas de seguridad y control migratorio, sino también mecanismos efectivos de contención de inflación, por decir algo. De lo contrario, corremos el riesgo de ver la economía de dos países relegada ante los caprichos de quien ejerce el poder con aranceles.

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