Observador político - Cuernavaca, la joya del oportunismo

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Cuernavaca, la joya del oportunismo

En Morelos, la política se repite como una mala telenovela y en Cuernavaca, la capital del estado y conocida en los pasillos partidistas como “la joya de la corona”, vuelve a ser el botín predilecto de los grupos de poder. No porque les interese resolver los problemas que hay en todas las urbes como la inseguridad o pobreza sino porque saben que quien se sienta en la silla municipal tiene pase directo a la candidatura por la gubernatura o en su defecto, para tratar de “negociar” otras posiciones político-electorales.

LOS ASPIRANTES Y SUSPIANTES A LA CAPITAL.- Así ha funcionado el sistema y Morena tal parece, no parece tener ninguna intención de romperlo. Y como ya es costumbre, se espera que en Movimiento de Regeneración Nacional presente una larga lista de aspirantes -o suspirantes- para el 2027. Algunos, con historial político regional, otros simplemente porque es lo que toca en la escalera de sus ambiciones. Entre ellos figuran diputados federales como Juan Ángel Flores Bustamante y Agustín Alonso Gutiérrez, quienes ya dejaron claro que quieren más y ambos, han dicho ya públicamente que buscarán competir  -se sumarán a la larga lista de morenistas- para ir por Cuernavaca, aunque sinceramente, será una decisión difícil porque su liderazgo social, comprobado, está en el sur y oriente de Morelos no en la capital.

Hay que recordar que la capital morelense fue ganada en 2024 por José Luis Urióstegui Salgado, representante de una coalición conformada por: el PAN, PRI, PRD y RSP en el que más de 84 mil votos avalaron este proyecto que les dio el triunfo y la reelección.

Mientras que Morena, con su coalición “Sigamos Haciendo Historia” quedó en segundo lugar con 74 mil votos, una diferencia de votos dolorosa, pero no sorpresiva: y es que si el partido se comporta como todos los demás, la gente vota por el original, no por la copia.

Y mientras se cuecen las candidaturas internas en una lucha intestina más cercana al mercado de favores que a un ejercicio democrático, los nombres que suenan para 2027 son los mismos del 2024: la diputada federal Meggie Salgado, el senador Víctor “el Güero” Mercado, la secretaria de Educación, Karla Aline Herrera, la directora del Instituto Morelense de Radio y Televisión, Alejandra Flores, el secretario de la Comisión Estatal del Agua, Javier Bolaños Aguilar.

Lo que si es real es que no hay cambios y si una clase política que va rotando de cargo en cargo, de curul en San Lázaro a puesto estatal, de ahí a una dirección general o una secretaría, y de vuelta al Congreso o al municipio. En algunos casos, se han convertido en una élite burocrática con camiseta guinda solo de ocasión, sin proyecto de transformación real, sin ruptura con las formas tradicionales del poder.

AGUSTIN ALONSO Y SU ASPIRACIÓN.- En un momento en que el movimiento de transformación enfrenta el reto de profundizar el cambio desde lo local, resulta preocupante —por no decir grotesco— que figuras como Agustín Alonso Gutiérrez pretendan imponer su nombre en una plaza como Cuernavaca, capital de Morelos, a través de atajos burocráticos y alianzas de ocasión.

Sí, Agustín Alonso quiere competir por la presidencia municipal de Cuernavaca tendrá que hacerlo, y está en su derecho, pero no por Morena -como algunos ingenuos aún creen-, sino por el Partido Nueva Alianza (PANAL), ese apéndice camaleónico que en el 2024 solo sirvió para negociar espacios desde la trinchera del chantaje político. Su dirigente estatal, el profesor Mario Luis Salgado, operó más como un intermediario de intereses que como constructor de un proyecto colectivo.

Todo mundo en Morelos sabe que Agustín Alonso tiene su bastión en Yautepec, el apellido “Alonso” es sinónimo de control político. Él mismo ha sido alcalde en dos ocasiones y diputado local, y actualmente diputado federal por el Distrito 5. Pero esa fuerza regional no puede, ni debe, confundirse con legitimidad ciudadana en otras geografías.

Es decir, intentar exportar ese control del oriente a Cuernavaca no solo es un error estratégico, es también una burla a la inteligencia del electorado capitalino, sobre todo, porque Agustín Alonso carece de presencia real en barrios, colonias y comunidades de Cuernavaca. Su imagen, su discurso y hasta sus formas responden a una lógica localista de Yautepec, no a las complejidades de la capital.

No es casual que en el pasado reciente, las candidaturas “externas” impuestas desde el centro o desde alianzas funcionales hayan fracasado estrepitosamente en Cuernavaca. Jorge Argüelles Vargas en 2021 y Alejandra Flores en 2024 son ejemplos de cómo se puede perder con discursos vacíos y rostros sin arraigo.

Agustín Alonso puede presumir obras, gestiones y hasta comisiones legislativas, pero su estrategia es más de cálculo que de convicción. Hoy viste los colores de Nueva Alianza, pero su historia política incluye al PRD y se autodenomina “obradorismo auténtico”.

Agustín Alonso puede seguir haciendo política en Yautepec, donde la gente aún lo respalda. Pero en Cuernavaca, su aspiración no solo es inviable: es políticamente irresponsable.

LEVANTA LA MANO JUAN ÁNGEL POR LA CAPITAL.- En el sur de Morelos, el nombre de Juan Ángel Flores Bustamante se repite como uno de los liderazgos más visibles de la última década; ya que fue diputado local, dos veces alcalde de Jojutla, y ahora diputado federal, su ascenso político ha sido sostenido, estratégico y basado en una construcción territorial que inició desde las bases juveniles del PRD y luego se trasladó a Morena, ese partido que prometía romper con las viejas prácticas, pero que cada vez se parece más a lo que decía combatir.

El caso de Flores Bustamante es sintomático de los dilemas actuales de la izquierda institucionalizada: líderes regionales que construyen clientelas, se aferran a los territorios que dominan y luego buscan exportar ese capital político a otros espacios más rentables electoralmente.

Hoy, ante la imposibilidad de mantenerse en Jojutla -por la reserva de género que obliga a postular a una mujer en su bastión político- el exalcalde mira hacia Cuernavaca, la capital, como siguiente escalón. No por convicción, sino por cálculo. No por arraigo, sino por necesidad. Y no es reprochable porque legalmente no está impedido al tener su residencia desde hace varios años en la ciudad, si embargo, Flores Bustamante parece atrapado entre dos imposibilidades: no puede repetir en Jojutla, ni heredar el cargo a su operador de confianza.

Más allá de su trayectoria -que incluye logros tangibles en seguridad, infraestructura y reconstrucción post-sismo-. Hoy, su desplazamiento hacia Cuernavaca parece un movimiento de ajedrez más en la disputa por el 2030.

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