Juego de manos - Cinturón de Paz
En opinión de Diego Pacheco
A más de 50 años de que paramilitares masacrarán a un grupo de manifestantes conformado, en su mayoría, por estudiantes de distintas instituciones, el pasado miércoles se realizó una manifestación a manera de recuerdo de la tragedia ocurrida en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Esta manifestación se realizó teniendo como antecedentes otras protestas masivas, dentro de las que destaca el movimiento #NoMeCuidanMeViolan, la marcha por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y la marcha en favor de la despenalización del aborto. Estás tres movilizaciones deben ser tomados en cuenta para entender el desarrollo del ocurrido el pasado 2 de octubre.
Dentro de dichas manifestaciones, se pudo observar la presencia de personas encapuchadas quienes, supuestamente, se infiltraron a las manifestaciones con el fin de realizar actos vandálicos bajo el cobijo de los colectivos, es decir, sin tener que enfrentar repercusiones. Algunos (los medios de comunicación, algunos asistentes a las marchas, y los propios autores de los destrozos) se refirieron a ellos como grupos anarquistas; otros (el presidente) les llamaron oposición. Cualquiera que sea su definición, la realidad es que llamaron la atención del foco de las cámaras y lograron hacerse del rechazo de la población.
Por ello, dentro de los preparativos para la conmemoración del 2 de octubre, y en posible concordancia con la imagen de “no represores” que quiere proyectar la administración en turno, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, desplegó el llamado “Cinturón de Paz” que se trataba de un perímetro establecido por 12 mil empleados de las secretarías del Gobierno de la Ciudad de México y algunos voluntarios civiles, quienes todos portando playeras blancas anunciando su función; y que se encargaría de evitar los destrozos a inmuebles públicos y particulares utilizando su cuerpo como barrera.
Posterior a la marcha, las autoridades se mostraron satisfechas ante el éxito del Cinturón de Paz y antes el buen desarrollo de la manifestación. La Jefa de Gobierno señaló que el Cinturón fue un éxito pues los encapuchados se quedaron con las ganas de ver al Gobierno de la CDMX reprimiendo; por otro lado, el presidente, López Obrador, expresó su conformidad con las medidas tomadas el 2 de octubre, ya que no se puso en riesgo a ningún funcionario, puesto que estos no iban a responder a las agresiones. Y así, el Cinturón de Paz resolvió las incomodidades ocasionadas por los actos vandálicos realizados en las manifestaciones sociales. Las capuchas negras fueron sustituidas por playeras blancas con la leyenda “Cinturón de Paz”. Y fueron felices para siempre, ¿cierto?
Falso, el Cinturón de Paz utilizado en la marcha del 2 de octubre fue un fracaso. Los destrozos ocasionados por encapuchados no fueron evitados. Los funcionarios que integraban dicho contingente fueron agredidos y ahuyentados por la violencia de los anarquistas, y la policía intervino en su lugar, de hecho, dándonos a entender que los cuerpos granaderos están de vuelta.
Las autoridades señalaron que el Cinturón fue todo un éxito; sin embargo, las personas que lo conformaron lo hicieron sin un previo conocimiento de cómo actuar y responder ante agresiones, sin equipo que protegiera su integridad física, y sin el entrenamiento suficiente para contener de manera efectiva a los agresores sin poner en riesgo su persona. Así, ellos se volvieron un muro humano establecido para recibir las agresiones de los violentos que, evidentemente, no se iban a detener por una barrera viviente. Fue una exposición innecesaria e inefectiva de personal de gobierno y voluntarios. Un acto irresponsable que puso en peligro a personas, y una manera tramposa de evitar la confrontación Estado-movimiento, al convertirla en un choque entre el movimiento y ciudadanos. Terrible.
¡Que vivan los novios!
A inicios de este mes se celebró el matrimonio de José Manuel Mireles, ex líder de autodefensas y actual subdelegado del ISSSTE (aunque quizá sea mejor conocido como quien llamó pirujas y nalguitas a las parejas de los derechohabientes de la institución antes mencionada) con Estephania Valdés García, una joven de 21 años que se dedica a manejar las redes sociales del doctor Mireles y a conducir un programa de televisión en Michoacán.
Ahora, ¿por qué es importante esta noticia? Bueno, es llamativa por diversos factores: José Manuel Mireles es llamativo por sus recientes escándalos machistas; después está la diferencia de edades entre los integrantes de este matrimonio, Mireles teniendo 60 y Estephania, 21, pero bueno, la edad es solo un número, ¿no? Bueno, no necesariamente. De acuerdo con la información disponible, la pareja comenzó su relación hace 5 años, es decir, cuando el doctor tenía 55 años, y la presentadora 16 años. Es precisamente esto lo que carga de relevancia a este acontecimiento.
Porque más allá de juicios de valor sobre la distancia natalicia entre ambos, más allá de si cae gordo o no el funcionario; hay un aspecto innegable de esta relación: la pareja inició en la ilegalidad, con un hombre de 55 años y una joven de 16. La noticia no es la boda, la noticia es que observamos la celebración de un caso de pederastia.
Ahí les encargo
Y en otras noticias, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, durante su paso por el sureste del estado de Morelos, notó que los caminos se encuentran en muy malas condiciones, por lo que publicó un vídeo en su cuenta de Twitter para hacérselo saber a las autoridades locales: “Aquí nos paramos para mandarle un mensaje al gobernador de Morelos para que se atiendan estos caminos […] Ahí les encargo" señaló dentro del audiovisual. Los hechos se grabaron dentro del municipio de Axochiapan, en la carretera estatal rumbo a Chiautla, Puebla.
Momentos más tarde, un equipo de trabajadores del estado arribó al lugar de los hechos para reparar los baches que existen dentro de esa carretera. El gobernador, Cuauhtémoc Blanco, mando un mensaje de vuelta a López Obrador a través de su cuenta de Twitter, en donde aseguró que se dará solución al problema de abandono de la infraestructura de los morelenses.
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