Serpientes y escaleras - Corazón de mujer
En opinión de Eolo Pacheco

Arrancó el programa insignia del sexenio; es bueno, pero podría ser mejor
Corazón de mujer
El programa insignia de la gobernadora Margarita González Saravia se puso en marcha el fin de semana pasado al entregarse recursos a mujeres de entre 55 y 59 años que no eran beneficiarias de ningún programa social. El apoyo consiste en 560 pesos bimestrales, además de asistencia para gastos funerarios, descuentos y accesos gratuitos a espacios culturales y recreativos. La idea es buena, pero el formato no es el mejor.
Veamos el programa de manera conceptual: el objetivo es fortalecer la autonomía financiera de las mujeres, reconocer su rol como pilar de las familias y las comunidades, al tiempo de crear una red de mujeres que sirva como “impulso para el presente y futuro de Morelos”. Si el programa funciona, Corazón de Mujer podría convertirse en un modelo a seguir en todo el país.
El programa Corazón de Mujer se financia totalmente con recursos públicos estatales que se cargan al capítulo de programas sociales de la Secretaría de la Mujer; para el bimestre marzo-abril se consideró un gasto de 17 millones 479 mil 358 pesos y el mayor porcentaje de los recursos presupuestados para este programa se destinan a un apoyo bimestral de 560 pesos por beneficiaria.
Ideológicamente el propósito del programa Corazón de Mujer trasciende a la entrega de dinero, busca incidir en la vida de miles de mujeres morelenses de entre 55 y 59 años, un grupo que históricamente ha enfrentado mayores niveles de pobreza, dependencia económica y exclusión. Apoyar de manera directa a estas mujeres pretende ayudarlas a tomar decisiones de consumo y necesidades básicas, reducir sus condiciones de precariedad y fortalecer su autoestima.
El programa insignia de esta administración refleja el interés de Margarita González Saravia con las mujeres, como una figura sustantiva en nuestra sociedad, en las familias y en las comunidades; la idea es atender la brecha de género y edad, cubrir los vacíos en la atención social y mejorar la vida de miles de mujeres que han sido históricamente olvidadas.
Aunque la idea conceptual es valiosa, en la práctica, como está, el programa está lejos de alcanzar los objetivos trazados. Veamos:
El apoyo de 560 pesos bimestrales cumple más un papel simbólico y de reconocimiento que uno de transformar de manera estructural la situación económica de las beneficiarias; con 280 pesos al mes es imposible cubrir las necesidades básicas. Para ponerlo en perspectiva: el costo de la canasta básica para un adulto mayor en zonas urbanas rebasa los 1,500 pesos, según datos del Coneval, el apoyo del programa Corazón de Mujer cubre entre el 10 y el 15 por ciento de una canasta mínima, un colchón muy modesto que de ninguna forma otorga autonomía económica.
El dinero que se les dará bimestralmente ayudará a atender pequeños gastos inesperados, pero de ninguna forma garantiza la independencia económica de las mujeres beneficiadas; si verdaderamente se quiere dar autonomía habría que brindar, por ejemplo, acceso a microcréditos, esquemas de capacitación y vínculos con redes de empleo.
Románticamente el programa apuesta a reforzar la autoestima y a revalorizar el rol de la mujer, pero un apoyo tan pequeño es poco sostenible si las beneficiarias lo perciben como una propina o dádiva, sobre todo cuando se enteren que en otros estados este tipo de programas ofrecen más de mil pesos mensuales; en ese punto puede aparecer la desilusión y un efecto contraproducente, ergo: las mujeres recibirán el dinero, pero no lo agradecerán porque no les resuelve nada.
No importa la manera como se presente, 560 pesos bimestrales son insuficientes para alcanzar la autonomía financiera de cualquier persona y no reduce la vulnerabilidad económica de las mujeres de 55-59 años; el programa cumple una función importante de reconocimiento social que combinado con otros beneficios aportan valor en término de cohesión social y autoestima, pero si en verdad se quiere transformar la vida de este sector hacen falta componentes de salud, formación, empleo y un apoyo más cercano al costo de la vida real.
Cuando a Margarita González Saravia le vendieron la idea de este programa la convencieron tocando su corazón, su compromiso con los sectores más vulnerables y su idea de apoyar a quienes más lo necesitan. Mediáticamente Corazón de Mujer es un programa llamativo, pero incluso en su presentación perdió la sencillez y humanidad que caracteriza a la gobernadora, porque se hizo en forma de espectáculo, con dispendio de recursos, como si lo hubieran organizado los estrategas de campaña de Graco Ramírez.
Pensando en mejorar el programa valdría la pena incrementar el monto base de apoyo, cuidando que los recursos que se tomen para el programa no afecten el funcionamiento del resto del gobierno y se podrían incluir bonos de vulnerabilidad adicionales para quienes viven en zonas de alta marginación o no cuentan con otro tipo de beneficio o pensión.
También se podría destinar parte del dinero presupuestado a la creación de talleres de capacitación, financieras y programas de emprendimiento, realizar convenios con cámaras de comercio y cooperativas para prácticas profesionales, acceso a microcréditos con tasa preferencial y hasta clubes de ahorro o cajas solidarias donde las beneficiarias puedan capitalizar su apoyo para proyectos colectivos. El gobierno estatal ya hace esto a través del Fondo Morelos, simplemente habría que añadirlo al programa Corazón de Mujer.
Pensando en la salud de las mujeres se podría invertir parte del dinero presupuestado en programas de salud preventiva a través de alianzas con la Secretaría de Salud y crear un fondo de emergencias para las mujeres afiliadas que evite endeudamientos traumáticos y crisis familiares. Todo lo anterior obligaría a un monitoreo y evaluación permanente que permita medir con indicadores tangibles el alcance e impacto del programa.
El programa insignia del gobierno estatal no es malo, pero puede mejorar; como está cumple un objetivo romántico, pero si se enriquece podría verdaderamente influir en la vida de miles de mujeres, elevando su poder de compra, desarrollando sus capacidades, mejorando su salud y calidad de vida, generando redes sociales más sólidas y sostenibles y ajustando recursos para hacer más eficiente la inversión. La idea sería no solo que las mujeres reciban bimestralmente un pequeño alivio económico, sino una herramienta que les permita una transformación estructural en su autonomía y bienestar.
Corazón de Mujer es una buena intención, pero con limitaciones importantes en diseño y profundidad; tiene elementos valiosos, pero no alcanzará sus objetivos de fondo y corre el riesgo de percibirse como un programa simbólico y electoral, más que estructural.
Un ajuste al plan no sería malo, la decisión es de la gobernadora.
- posdata
Incluso si se piensa en Corazón de Mujer como un programa que genere lealtad electoral, el plan está mal calibrado. Veamos:
- 560 pesos bimestrales (280 al mes) no representa un cambio sustancial en la vida de las beneficiarias, es más un detalle, una propina, una dádiva, que un apoyo significativo.
- Para muchas mujeres ese dinero se gasta solo en un viaje al médico, en transporte o algunos productos básicos, lo que diluye casi de inmediato su efecto y lo vuelve prescindible en su economía cotidiana.
- Hay programas que han sido efectivos en generar lealtad electoral, como Prospera/Oportunidades o las actuales pensiones para adultos mayores; ahí se movilizan sumas mayores, sostenidas, que además se acompañan de servicios y/o beneficios visibles y tangibles.
- Si las beneficiarias de Corazón de Mujer perciben en algún momento que el gobierno les da poco o lo hace con fines políticos, puede generarse el efecto opuesto al esperado: resentimiento y desconfianza.
- La mayoría de las mujeres adultas morelenses tiene una gran claridad política y experiencia, saben distinguir entre un programa útil y un gesto superficial; darles tan poco dinero puede interpretarse como un intento poco serio de ganar su simpatía.
La verdadera fidelidad electoral no se compra, se construye y en este caso se ganará cuando el programa cambie la vida de las personas, permita a las mujeres iniciar un pequeño negocio, recuperar su salud o integrarse a una red de apoyo que las ayude en su día a día. Para lograr eso se requiere acompañamiento permanente, capacidad de escucha, seguimiento y no solo una tarjeta con una cifra modesta y una foto de campaña.
Si los estrategas de gobierno calculan mal las cosas, un programa con recursos limitados y sin efectos tangibles puede volverse un punto débil electoralmente y en debates puede ser descrito como un simulacro de ayuda o promesa vacía; si las expectativas crecen, pero los beneficios no se amplían, las mujeres del programa pueden sentirse defraudadas.
Si el programa fue pensado para generar lealtad electoral está mal diseñado: ni el monto ni el impacto son suficientes para lograrlo. Si lo que se busca es una verdadera transformación social en la vida de las mujeres o incluso una estrategia política de largo plazo, se requiere de una intervención más robusta y respetuosa.
Como está diseñado actualmente, Corazón de Mujer es un programa que atiende las cosas solo por encimita, es un programa valioso en intención, pero pequeño en escala y modesto en resultados.
- nota
Obtener recursos para Corazón de Mujer no fue sencillo porque se trata de algo que no estaba considerado en presupuestos anteriores; aunque se trata de un programa humilde por el impacto que genera en la población beneficiada, implicó tomar recursos de otros rubros y de áreas a las que siempre les hace falta dinero para operar.
Simbólicamente se puede considerar una inversión legítima porque visibiliza a mujeres olvidadas y manda un mensaje de inclusión; políticamente puede ser capitalizable si se comunica correctamente.
El problema es que el impacto estructural en bienestar o en la reducción de la desigualdad es tan bajo que no se justifica el costo, porque el dinero otorgado a las mujeres no mejora sus ingresos, no reduce la pobreza, ni empodera realmente.
Con los 87 millones de pesos anuales destinados a Corazón de Mujer podrían haberse financiado 3 mil microcréditos productivos con capacitación, 10 centros regionales de capacitación para mujeres, atención médica preventiva para 30 mil mujeres o redes de cuidado y formación para cuidadoras. Cualquiera de estas inversiones lograría un retorno social y económico mayor.
En un análisis costo-beneficio realista, el programa tiene bajo impacto social y retorno limitado, pero si se transforma o complementa con elementos más estructurales, su valor como inversión pública puede pasar de lo simbólico a lo funcional.
- post it
La buena: arrancó el programa Corazón de Mujer y un número importante de damas recibieron la primera ministración de recursos.
La mala: nuevamente aparecieron gastos superfluos, dinero que pudo canalizarse de manera directa a las mujeres, pero se utilizó para sombrillas y un concierto que no tiene nada que ver con la idea original del programa.
La peor: el formato del evento asemejó los eventos de Graco Ramírez o Rodrigo Gayosso, solo faltó que apareciera la damota partiendo plaza.
- redes sociales
Ya hay terna para renovar al poder judicial de Morelos. Para que la puerta giratoria termine no basta cambiar al presidente, tampoco alcanza con renovar a los magistrados, se requiere hacer una limpia profunda que incluya a los jueces que permiten a los delincuentes regresar a las calles. Ese es el verdadero reto.
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