Juego de Manos - Ciclos

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Ciclos

El arte de gobernar se puede traducir como el equilibrio entre lo que se sueña y lo que se puede hacer. Estos dos son los pilares del quehacer público y tienen, desde la visión de quien escribe, igual importancia. Me explico.

 

El anhelo, el sueño y la intención, cuando corresponde a la vocación de servicio, es combustible para el actuar y timón para la toma de decisiones. Es una brújula que impulsa elegir un camino y el cómo transitarlo. Pero el alcance que tendrá su recorrido, es otra historia.

 

Y es ahí donde llega el golpe de realidad, porque la posibilidad de concretar planes de gobierno, o, aún más, una transformación profunda, están sujetas a limitantes económicas, políticas y sociales. El contexto pone límites que, más veces que no, son inamovibles. Y esto tiene costos políticos.

 

Ahora bien, hay un tercer factor a tomar en consideración: las ideologías. Y es que, en la teoría, estas son las que rigen las acciones de los partidos políticos y sus integrantes. En la práctica, la cosa es distinta. El seguir la brújula ideológica depende de su rentabilidad política. Vaya, si bien un partido de derecha no abogará por las causas de la izquierda —pues pondría en riesgo la simpatía de sus votantes duros—, este sí podría hacer alianzas con partidos del otro lado, en virtud de hacerse de más votos (como lo fue la triada PAN, PRI, PRD).

 

Y ojo, aunque en la actualidad vemos a una izquierda que crece en nuestro país, la realidad internacional es diversa, donde los polos se disputan la simpatía social y, con el tiempo, se intercalan. Las ideologías son y —muy probablemente— serán cíclicas en todo el globo, conforme las sociedades evolucionan y se encuentran con retos que uno u otro bando (con sus particularidades contextuales) aseguran poder resolver. En otras palabras, no hay partidos políticos ni visiones de gobierno eternas, se tiene que sacar el mayor provecho del tiempo que se tiene.

 

El proyecto de nación que hoy encabeza la presidenta electa Claudia Sheinbaum llama a continuar de un proyecto de transformación en el quehacer público nacional y, omitiendo juicios de valor y buscando una visión gélida, este segundo piso” se enfrentará a las mismas limitantes de todos los gobiernos: una cartera limitada, un índice de pobreza altísimo, deudas pendientes de gobiernos anteriores, una sociedad que espera resultados (y que no le tiembla la voz para exigirlos) y, probablemente, muchas más promesas (públicas y privadas) de las que será posible cumplir. Así es esto.

 

La ventaja con la que el proyecto actual contará es que tienen mayoría en diversos congresos locales (Morelos, uno de ellos), así como mayoría calificada en la Cámara de Diputados y prácticamente cuentan con las mismas condiciones en la Cámara de Senadores. Esto no solo implica la propuesta, modificación y erogación del marco jurídico local y federal, sino también un poder de decisión importante sobre la designación de plazas en organismos e instituciones públicas y, lo más llamativo, en la aprobación de los presupuestos de ingresos y egresos.

 

Ojo: Peña también tuvo un Congreso aliado que le permitió aprobar un paquete de reformas constitucionales que, también, fueron controversiales. Es decir, esta mayoría no es única para el partido que en la actualidad es dominante.

 

Y este poder ya se hizo visible. A unas semanas de que entrara el nuevo poder legislativo local y federal, Morena y sus aliados ya han aprobado en la Cámara de Diputados y en la de Senadores la Reforma al Poder Judicial, y en menos de 24 horas esta misma se aprobó en los estados necesarios para que la reforma constitucional sea una realidad. Y es lógico, puesto que el arranque de una administración es su momento más fuerte. Esto apenas comienza.

 

Apuntes sin remitente

 

Para llamar al cambio, hay que empezar realizando acciones indudablemente visibles, pero este método no es sostenible si no se acompaña con una planeación de los pasos posteriores. Ya que se tienen los ojos encima, hay que generar propuestas para que este cambio sea tangible y resistente a intentos de revocación. Vaya, pasar del discurso a la institucionalización. De la batalla a la construcción.

 

Las barbas de la sabiduría crecen disparejas y diversas, pero crecen. Hay que impulsar el desarrollo personal de todas y todos, pues esto lleva a una ciudadanía que aprovecha sus habilidades particulares y, posiblemente, estas sean funcionales y redituables para la sociedad. Este impulso comienza con el reconocimiento de distintas disciplinas (y su valor) y la institucionalización de estos apoyo, llámese capacitación, oportunidades laborales, condiciones para su crecimiento; todo bajo el entendimiento de que las necesidades serán distintas entre unas y otras. 

 

Para que un país funcione, se necesita de la voluntad y la cooperación activa de todos sus integrantes y sectores. Desde el respeto a las leyes y reglamentos cívicos, hasta la correcta contribución a y ejercicio de  las finanzas públicas. Buscar ventaja en perjuicio del otro es el actuar de una serpiente devorándose a sí misma.

 

Todo lo que se ha aprendido se puede desaprender, reaprender y aprehender. Y este proceso es fundamental para el progreso.

 

Por cierto

 

Con el evento del 1 de septiembre, se concretó el sexto y último informe de gobierno del presidente López Obrador. Al momento en que se escribe este texto, restan dos eventos magnos para el presidente saliente: su último Grito de Independencia el 15 de septiembre y la toma de protesta de Claudia Sheinbaum, donde seguramente tendrá algún lugar y mención especiales.

 

Eso sí, a partir de la toma de protesta de la Dra. Sheinbaum el nombre de López Obrador perderá relevancia a pasos agigantados. Es normal, la próxima presidenta necesitará hacerse de las riendas de su proyecto y asumir un liderazgo nacional, no para cubrir los zapatos del presidente saliente, sino para sustituirlos por los propios.

 

En 2 semanas, el hoy presidente se retirará en su rancho y la nueva presidenta asumirá los focos.

 

El rey ha muerto, que viva la reina:    

diegopachecowil@gmail.com