Serpientes y escaleras - Corrupción
En opinión de Eolo Pacheco
Ya destituyeron a tres funcionarios estatales por corrupción. Faltan los peces grandes.
Corrupción
La corrupción en el gobierno es una enfermedad silenciosa que erosiona la confianza de la sociedad, afecta el desempeño de las instituciones y frena el desarrollo; la corrupción es un mal que se propaga rápidamente, no distingue partidos, estratos sociales, género o ideología, se alimenta de impunidad, falta de transparencia y apatía ciudadana. Margarita González Saravia está dispuesta a erradicar este mal… al costo que sea.
Cuando un gobierno se corrompe las cosas se complican para todos, porque los efectos de la corrupción van más allá de lo económico, se reflejan en la marcha de las instituciones, en los servicios que recibe la sociedad y la gobernabilidad. Los últimos cinco gobiernos estatales han estado inmersos en escándalos de corrupción, recibieron señalamientos por malversación de recursos, tráfico de influencias y complicidad con la delincuencia organizada.
Romper el ciclo de la corrupción no es sencillo, hablamos de una tarea desafiante que requiere, además de la voluntad del gobernante en turno, un arduo trabajo para documentar las faltas, armar los expedientes, denunciar y presionar para que los procesos judiciales avancen y no ocurra, como casi siempre, que los casos se convierten en moneda de cambio de las autoridades juzgadoras.
En Morelos hay problemas muy serios de corrupción: descrito por el consejero jurídico, en el gobierno pasado hubo “una corrupción generalizada”. Hace unas semanas se presentó el primer bloque de denuncias y en los próximos días vendrá un segundo tanto, ahora enfocadas a las secretarías de Transporte y Desarrollo Sustentable.
Hacia atrás lo que procede es revisar y actuar, identificar las faltas y sancionar los actos irregulares; hacia adelante la historia es otra: la orden es no repetir las mismas prácticas, cambiar de actitud, trabajar de manera profesional, actuar con transparencia y seguir el lineamiento de honestidad marcado por la gobernadora. Pero no todos lo hacen.
Unas horas antes de iniciar el sexenio la nueva administración presentó un código de ética y todos los integrantes del gabinete se comprometieron a seguir un camino de honestidad y regirse bajo la máxima de no mentir, no robar y no traicionar. El código no representó nada nuevo, ni siquiera se trató de una idea innovadora porque lo mismo hicieron las tres administraciones anteriores y todo quedó en letra muerta.
Los códigos de ética y juramentos de honestidad son actos públicos que sirven para tomarse la foto, para presumir virtudes, pero nada más; la decencia y la lealtad no se consiguen por decreto, ni se obtienen firmando documentos. Los tres funcionarios destituidos en la actual administración son ejemplo de ello.
Ejercer el poder no es una tarea sencilla desde ningún ángulo, se trata de una labor extenuante, que no se detiene y demanda un enorme compromiso del gobernante; tomar decisiones implica un gran desgaste anímico, sobre todo cuando se tienen que castigar a quien traicionó la confianza.
Margarita González Saravia ha actuado con más firmeza que los últimos cinco gobernantes, no ha dudado al momento de tomar decisiones, ni antepuesto sus afectos personales a la responsabilidad institucional. Pero eso no hace el trabajo más sencillo: la gobernadora es un ser humano de carne y hueso, con sentimientos como cualquier persona; expulsar de su equipo a personas en las que depositó su confianza debe ser duro y doloroso.
La gobernadora es un buen ser humano y esa cualidad es aprovechada por algunos de sus colaboradores; la dama trata a su equipo con afecto personal, es accesible con todos y permite que cualquiera pueda tutearla. Como jefa del ejecutivo conserva la sencillez que la ha caracterizado toda la vida, pero hay quienes abusan y confunden su calidez con falta de carácter.
El de Josué Fernández no es el único caso de corrupción que hay en este gobierno, ni siquiera se trata del más grave o llamativo. En cuatro meses la gente ha aprendido a apreciar a Margarita González Saravia, le conceden virtudes que no veían en campaña, pero también se dan cuenta que entre sus colaboradores hay personajes que están repitiendo las prácticas del pasado.
La oficina del transporte no es la única en la que se perciben actos de corrupción, hay personajes que trafican influencias, ofrecen negocios, crean empresas nuevas, reciben contratos, proveen muchos servicios al gobierno estatal y a decir de varios secretarios, elevan los precios bajo el argumento de que “hay que pagar los compromisos de campaña”.
La gobernadora Margarita González Saravia ha dejado claro que no permitirá actos de corrupción en su gobierno, ni le temblará la mano a la hora de remover funcionarios que traicionen su confianza; cuando se da cuenta que la traicionan, como sucedió en la coordinación del transporte, actúa. Seguramente sucederá así cuando vea lo que pasa en otras áreas.
El mensaje del secretario de gobierno a propósito de la conmemoración del aniversario de la constitución de 1917 refuerza las decisiones tomadas por la mandataria, reitera el compromiso de campaña, hace un llamado a la unidad y establece de manera clara que en esta administración no hay espacio para la corrupción.
La gobernadora predica con el ejemplo, pero inconscientemente comete errores: trabaja excesivamente y en el ánimo de cuidar a su equipo asume su responsabilidad y pasa por alto sus defectos; su cercanía emocional es plausible, pero complica la relación laboral, dificulta la supervisión de trabajo y en algunos casos marca favoritismos que no ayuda a alcanzar buenos resultados.
La mandataria hace malabares todos los días: trabaja doce horas de lunes a domingo, asume responsabilidades de todas las áreas, hace política nacional, se mantiene casi de tiempo completo en territorio y confía a ciegas en su equipo. El esfuerzo le va a pasar factura: se está desgastando muy rápido en lo físico y en lo anímico, está descuidando la operación de su gobierno y dejando en manos de otros la toma de decisiones. Lo del transporte debió advertirse mucho antes, no cuando la situación ya era un escándalo.
La corrupción es un problema muy serio en todas las administraciones, “es cultural” decía el expresidente Enrique Peña Nieto, pero no es un enemigo invencible. A las autoridades les corresponde poner la voluntad necesaria para erradicarla y la sociedad no debe normalizar este problema, porque se arraiga.
En un gobierno encabezado por una mujer honesta se esperaría un equipo que siguiera los mismos lineamientos, pero ha quedado claro que no es así, por eso se requiere más supervisión y toma de decisiones antes de que los problemas exploten.
En la administración pública la honestidad individual no es suficiente y la lealtad por sumisión no sirve.
· posdata
La Fiscalía de Morelos solicitó al Congreso de la Unión el desafuero de Cuauhtémoc Blanco para investigarlo por violación en grado de tentaviva y amenazas contra su media hermana.
Entre la bancada federal morenista, el exgobernador es popular por su trayectoria deportiva, pero también hay un sector que lo ve con recelo por su carácter, su personalidad, su falta de preparación profesional y arribismo político.
La decisión de retirarle el fuero pondrá en la balanza esos dos aspectos y uno más que no se debe perder de vista: Cuauhtémoc Blanco es una figura pública muy querida, pero las acusaciones en su contra representan uno de los delitos más repudiados por la gente.
En un gobierno federal y un estado gobernado por mujeres, con una agenda morenista donde resalta el apoyo, respeto y cuidado de las mujeres, proteger a alguien acusado de intento de violación y vinculado desde hace años con hechos de violencia de género y grupos de la delincuencia organizada, pondrá a prueba la congruencia ideológica del Movimiento de Regeneración Nacional.
Políticamente hablando no todo está en contra del futbolista: el expresidente Andrés Manuel López Obrador tiene una enorme influencia en un bloque importante de diputados federales y si decide proteger una vez más a Cuauhtémoc Blanco puede impedir que le retiren el fuero y lo investiguen como a cualquier ciudadano.
Si la decisión queda en manos de la presidenta Claudia Sheinbaum, no hay duda que la cámara permitirá que se investigue el caso sin que el acusado tenga fuero. Esa posibilidad depende de que Andrés Manuel López Obrador no intervenga.
El destino del exgobernador está en manos de Morena.
· nota
Pongamos las cosas en contexto, en el caso de Cuauhtémoc Blanco:
1- La Fiscalía de Morelos solicito a la Comisión Jurisdiccional del Congreso de la Unión el desafuero del exgobernador como diputado federal.
2- El presidente de la Comisión Jurisdiccional en el Congreso de la Unión es Hugo Eric Flores, enemigo jurado del americanista.
3- El futbolista es acusado de intentar abusar sexualmente de su media hermana cuando fungía como titular del Poder Ejecutivo estatal.
4- La Comisión Jurisdiccional está compuesta por 15 diputados: 8 de Morena, 2 del PT, 2 del PVEM, 1 del PAN, 1 del PRI y 1 de MC. Cinco son mujeres.
5- La decisión que tomará la Comisión Instructora será fundamental para el desarrollo del caso; de ser aprobado el desafuero, Cuauhtémoc Blanco perdería su inmunidad parlamentaria y podría enfrentar cargos penales.
6- Este caso juega un papel clave en la protección de la justicia y los derechos de las víctimas.
7- Por número de votos en la cámara de diputados, la última palabra en cuanto al desafuero la tiene Morena.
· post it
¿Se equivocó la gobernadora al dar apertura a jóvenes en su gobierno?
La pregunta flota en el ambiente desde hace semanas y se intensifica tras la destitución del coordinador estatal del transporte por actos de corrupción.
No queda claro lo que hizo Josué Fernández porque nadie en el gabinete ha dado detalles, pero es evidente que debió tratarse de algo grave, porque la consejería jurídica analiza la posibilidad de iniciar acciones legales en contra del excoordinador.
Josué Fernández es uno de los varios jóvenes que se incorporaron al gabinete en buena posición; sería un error medir a todos los funcionarios con la misma vara. La honestidad, la capacidad y la lealtad no derivan de la edad, ni tampoco se garantizan con un género; en el equipo de la gobernadora hay buenos y malos funcionarios, pero no en función de su fecha de nacimiento o su grado académico.
En castellano: en el gobierno de Margarita González Saravia comienzan a saltar casos graves de corrupción y el del transporte no era el más grave: el nuevo gobierno apostó por un gabinete políticamente correcto, es decir, paritario, inclusivo, diverso y representativo, pero dejó en segundo plano la experiencia, la capacidad y la eficiencia.
La gobernadora no se equivocó al darle oportunidad a jóvenes para dar paso a un necesario relevo generacional, quienes se equivocan (y eso no depende de la edad) son aquellos que no responden la confianza con trabajo y resultados. Lo que hace falta es más supervisión del gabinete.
Robar es una de las caras de la corrupción, pero no la única. La incapacidad es otra forma de corrupción.
· redes sociales
En un video, el excoordinador del transporte dice que no lo despieron, afirma que él presentó su renuncia voluntaria.
Unas horas más tarde el secretario de gobierno aclaró: fue un cese fulminante.
¡Qué vergüenza!
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