2 de abril: visibilizando el autismo
En opinión de Mayra Santoveña Arredondo
Por segundo año consecutivo, el Día Mundial del Autismo se vivencia y hace presente desde la virtualidad a causa del confinamiento. Recordemos que en 2007, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 2 de abril como el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo, con el propósito de alertar acerca de esta condición, cuya incidencia ha aumentado en el mundo y recuerda que la investigación, el diagnóstico temprano y la intervención son vitales para el desarrollo de quien lo cursa.
Este año, el Secretario General de la ONU, Antóno Guterres, menciona: “Si verdaderamente queremos no dejar a nadie atrás en el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, debemos hacer efectivos los derechos de todas las personas con discapacidad, incluidas las personas con autismo, y garantizar su plena participación en la vida social, cultural y económica.”
Han pasado 14 años desde la proclamación para sensibilizar y visibilizar esta condición; se ha avanzado y sabemos que el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) no es una enfermedad, pertenecen al grupo de trastornos del neurodesarrollo que se manifiesta durante los dos primeros años de vida, con tres grados de severidad en dos áreas centrales: 1) déficit en la comunicación e interacción social, 2) patrones repetitivos y restringidos de comportamiento intereses o actividades, incluida una hiper o hiporeactividad a los estímulos sensoriales del entorno (DSM-5).
El confinamiento a raíz de la pandemia por el virus COVID-19, mostró la sinergia incansable de las familias al exigir los derechos de sus hijos/as con TEA. Vislumbramos aristas de una sociedad incluyente, eco en polifonía de voces y experiencias con la condición de autismo; la guía tenaz de familias y el acompañamiento de profesionistas se ha documentado en conversatorios, entrevistas, talleres, exposiciones de arte, presentaciones de libros y varias estrategias de intervención desde el escaparate de la virtualidad.
Somos testigos de la oferta de capacitación para la intervención adecuada del TEA, aún más en tiempos de pandemia. Lo revelador es observar el empoderamiento de muchas familias con el espectro autista respaldando a sus hijas e hijos desde muy pequeños; hoy en día la infancia y juventud con autismo se manifiesta de viva voz, emociona ver cómo hacen valer su derecho a la participación e inclusión social compartiendo su ser en diversos escenarios públicos y parlamentos.
Aún queda largo trecho por recorrer, sostener los espacios ganados, gracias a la interdisciplinariedad mediada, en cada proyecto de un grupo, una rede u organización en pro del autismo que se visibiliza al dejar huella. Las familias, que abanderan con su lucha cotidiana, son el motor hacia un cambio sustancial; un ejemplo claro en materia educativa es el derecho de niñas, niños, adolescentes y jóvenes a la educación, mismo que no se condiciona, los padres lo saben y es tiempo que se cumpla y haga valer como lo ciñe el Artículo 3° de la Constitución.