Fabricación
En opinión de César Daniel Nájera Collado
He llegado al punto de darme cuenta cómo la vida carece de objetivo. No en un sentido meramente pesimista, sino que simplemente no hay una razón concreta por la cual existimos. Sin duda, esto le pesa demasiado al ser humano. Por eso, incluso inconscientemente, creamos pequeñas razones o mundos mediante los cuales logramos darle un enfoque a la vida. Nos sumergimos en la religión, la política, el ascenso social, el dinero, etcétera, con tal de intentar encontrar un camino trazado. Sin embargo, imaginando el hecho de ser la primera persona en la tierra, ¿estas cosas existirían? Vaya que no.
Ahora es aún más sencillo buscar un sentido para la vida, porque ya no necesitamos crearlos; hay instituciones que manufacturan caminos para que los consumas. El mundo te dice que debes ser rico, encontrar una pareja, adquirir poder social y tener alguna preferencia política. Sin duda es un periodo donde cierto concepto de felicidad es fácil de encontrar, pero dudo que sea en todos los casos la máxima expresión de lo que se puede obtener.
Aún así, bajo el precepto de que la vida es vacía, encuentro belleza en el hecho de que la felicidad es fabricada. No hemos nacido con un diccionario perfecto de cómo vivir. Podemos crear nuestro concepto. Soy capaz de decidir ser feliz. Lo único que temo es que por miedo a intentar enfrentar esta realidad, y por ahorrarse el trabajo, sigan existiendo humanos que decidan elegir una ya idea manufacturada. Si el sentido de tu vida girara en torno a una creencia política, religiosa, etcétera, que sea porque así has planificado tu idea de existir, y no porque has querido taparte los ojos ante algo que te excede.