Escala de Grises - Las mujeres que luchan
En opinión de Arendy Avalos
El pasado 5 de septiembre, colectivas de madres buscadoras, activistas y mujeres feministas decidieron renombrar la glorieta en la que se encontraba el monumento a Cristóbal Colón. En lugar del hombre que presuntamente llegó al continente americano en La Niña, La Pinta y La Santa María, se develó la escultura de una defensora.
En la ahora llamada “glorieta de las mujeres que luchan”, además de la vaya de seguridad que protege la base, se puede observar la silueta de una mujer con el puño levantado y una palabra que se ha convertido en petición, en exigencia, en anhelo y en parte de un mantra de la lucha feminista: JUSTICIA. Las ocho letras escritas en mayúsculas están talladas en la espalda de la figura, son su columna vertebral.
Las colectivas que hicieron posible la llamada antimonumenta, la dedicaron a todas las mujeres que han sufrido o enfrentado la violencia, represión y revictimización de la sociedad y el Estado por enfrentar las injusticias que continúan replicándose en el país entero. Del mismo modo, se dedicó a las mujeres defensoras del agua y del territorio, a quienes son originarias de pueblos indígenas y a estudiantes.
Esta situación se desarrolló en medio de la polémica por la reubicación de la estatua de Cristóbal Colón en el Parque las Américas. Después de que la figura del español fuera retirada de su antiguo hogar, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México anunció que se colocaría la escultura de una mujer indígena, como reconocimiento a los 500 años de resistencia de los que han sido protagonistas.
Si usted recuerda, el tema fue abordado en este mismo espacio. De acuerdo con las primeras declaraciones, la persona encargada de elaborar dicha estatua sería Pedro Reyes, decisión a la que se opusieron una serie de mujeres artistas, historiadoras y escritoras pertenecientes a pueblos originarios.
A partir de las críticas y los diferentes argumentos en contra de lo que parecía una excelente idea (a nivel superficial) por parte del gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum anunció que sería el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la CDMX (COMAEP) quien tomara la decisión final.
Bajo esta línea, la protesta protagonizada por las colectivas feministas parecía una gran alternativa para rendir un homenaje a todas las mujeres de la nación. Sin embargo, Claudia Sheinbaum parece no estar muy de acuerdo y, apegada a las normas que no contempló en primer momento, aseguró que la elección solo correspondía al Comité mencionado, por lo que la antimonumenta sería removida.
Aunque la funcionaria aseguró que entablaría un diálogo con las colectivas feministas, rechazó la posibilidad de renombrar la “glorieta de Colón” por la “glorieta de las mujeres que luchan”. De acuerdo con ella, es fundamental que se dedique una escultura a las mujeres que, históricamente, no han tenido voz. Aunque darles voz, como mencioné hace un par de Escalas, no se reduce a esculpirles una estatua.
Las formas de protestar, de alzar la voz y de visibilizar los problemas que siguen permeando nuestra realidad, como en el caso de la violencia de género, son tan diversas como válidas. Sin embargo, hay una diferencia muy clara entre la escultura dedicada a “la mujer indígena” (el singular no es casualidad) y la silueta con el puño en alto.
Mientras una busca sobreponer el discurso y pretender solucionar la constante violación de los derechos de las mujeres indígenas, otra busca visibilizar algunos de los problemas que atraviesan a todas las mujeres, de diferentes maneras, en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana: la falta de justicia, la impunidad y la violencia de género. Darle voz a las mujeres que han resistido las agresiones constantes por parte del Estado no es un problema que deba dejarse en manos de un hombre blanco, por ejemplo.
Contemplar que todavía nos queda mucho por aprender en materia de género, de derechos humanos, de diversidad sexual y de todas las otras intersecciones que se derivan de nuestras características es el primer paso. Informarnos al respecto, consultar a las personas que conocen el problema de cerca y escucharlas con atención es la parte más importante del proceso. Sigamos formando tristezas, exigiendo justicia y luchando juntas.
Con el puño en alto:
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