Escala de Grises - La negación y la violencia
En opinión de Arendy Ávalos
El 20 de febrero de 2023, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal publicó la lista anual de las 50 ciudades más violentas del mundo. Los resultados son poco favorables para nuestro país y una muestra más de la poca eficacia por parte del Estado para garantizar la seguridad del pueblo bueno.
Diecisiete de las cincuenta ciudades consideradas en el ránking se encuentran en México. Como si la situación no fuera lo suficientemente grave, nueve de los diez primeros lugares se localizan en territorio nacional. La ciudad restante es New Orleans, en Estados Unidos, con el octavo lugar.
El puesto número uno lo ocupa Colima, ciudad que ha registrado una tasa de 181,94 homicidios por cada 100 mil habitantes; la tercera más alta desde el 2009, cuando comenzó a realizarse el estudio. Sin embargo, el récord de la tasa de homicidios continúa siendo de Juárez, territorio que alcanzó los 229 homicidios por cada 100 mil habitantes.
De acuerdo con los registros, este es el sexto año consecutivo en que la lista está encabezada por una ciudad mexicana. Después de Colima, se encuentran Zamora, Ciudad Obregón, Zacatecas, Tijuana, Celaya, Uruapan, Juárez y Acapulco.
Tras obtener dichos resultados, el Consejo Ciudadano emitió una crítica a “las políticas fallidas que han consistido en tolerar la violencia de los grupos criminales”. Y no se equivoca. A pesar de que la violencia no es un fenómeno que se haya originado durante este sexenio, las estrategias implementadas por el presidente (como dar abrazos o acusar a los delincuentes con sus mamás) han dejado mucho que desear.
A pesar del despliegue de elementos de la Guardia Nacional, militares y marinos, la situación parece imposible de controlar. Sin embargo, como ocurre con cualquier otro problema estructural, la violencia está atravesada por cuestiones como la impunidad, la corrupción, el abuso de poder y las fallas constantes en el sistema de justicia, por mencionar algunas.
Por otra parte, además de la negligencia del Estado, el discurso por parte de las autoridades se basa en responsabilizar a grupos criminales de los homicidios y otros delitos graves que se cometen en diversos puntos del país; como si eso les eximiera de responsabilidades y su trabajo fuera solo señalar a los culpables.
Pero no basta con eso. Incluso si la violencia completa pudiera adjudicarse a organizaciones delictivas, ¿cuáles son las medidas que están implementando las autoridades para solucionarlo? No sé qué opine usted, pero quedarse de brazos cruzados no es sinónimo de trabajar en favor del bienestar ciudadano.
¿Qué se necesita, entonces? Para empezar, es necesario que se contemplen medidas adaptadas al contexto de cada ciudad. Si lo que se busca es efectividad, claro. Ahora, cuando pensamos en violencia, no podemos reducir el término a los homicidios dolosos, aunque el estudio así lo contemple.
En México, la incompetencia del Estado involucra delitos como la desaparición forzada y la violencia de género misma. ¿Qué se puede hacer en un país con más de 110 mil personas desaparecidas? ¿Qué atisbo de seguridad y paz podemos contemplar cuando, todos los días, 10 mujeres son asesinadas por razones de género?
Mientras el presidente compartía fotografías de un aluxe en su cuenta de Twitter, en Nuevo Laredo se registró el asesinato de cinco jóvenes, presuntamente a manos de militares. Por cierto, hasta el momento en que se redactó esta columna, no había personas detenidas por dicho incidente. ¿Realmente los elementos de seguridad están capacitados para combatir el crimen y garantizar la seguridad de la población?
Pretender resolver los problemas sistémicos de seguridad solo con abrazos es una ofensa para la realidad que se vive en las 9 ciudades que encabezan la lista y un insulto para las víctimas. Sin embargo, el presidente y su gabinete afirman que todas sus decisiones han sido correctas y sus estrategias efectivas.
Además de la violencia per se, el problema más importante al que nos enfrentamos como sociedad es la negación constante por parte de las autoridades, como si se tratara de un duelo perpetuo (igual al de las víctimas y sus familias, pero sin justificación). Lo que se traduce en falta de acciones y medidas encaminadas a reparar los daños ocasionados por su misma negligencia.
¿A qué cifra debe llegar el conteo de homicidios dolosos para que se investiguen los crímenes y se nos olvide el significado de la palabra impunidad? ¿Cómo se logra garantizar la no repetición y otorgarles justicia a las víctimas? ¿Cuántos años tarda en construirse la paz?
¿En qué país vivimos?
@Arendy_Avalos en Twitter