Escala de Grises - Contaminación visual
En opinión de Arendy Ávalos
Con el arranque de la temporada electoral en del país, también ha aumentado la desilusión por los partidos políticos, sus propuestas y sus discursos. Aparentemente, este 2021 uno de los temas más populares para ganar votos es la violencia de género, la inclusión de las minorías en las decisiones políticas y la igualdad.
Lo curioso en estos aspectos que deberían ser tomados en cuenta todos los días, independientemente de si hay escaños en juego o no, es que se han interpretado como “moda”, como parte de una estrategia endeble para atraer el voto indeciso. Lamentable.
No me malinterprete. ¿Es importante visibilizar estos temas? Claro. Usted sabe que en este espacio se han abordado —incontables veces— las diferentes muestras de violencia en contra de las mujeres, los feminicidios, las declaraciones de las autoridades al respecto y, lamentablemente, las continuas fallas en el sistema.
¿Es terrible colgarse de ellos para obtener un beneficio y la medallita de la falsa deconstrucción? Por supuesto. Utilizar un problema estructural tan profundo de forma superficial siempre será un problema, pues lo banaliza y lo reduce a lo interpretado como un tema “de moda”.
Un claro ejemplo está en el lenguaje utilizado por aquellos partidos políticos que prometer “fortalecer a las mujeres” o que se definen como un partido “incluyente”, pero continúan utilizando el masculino genérico para referirse tanto a hombres como mujeres. La ironía.
El ejemplo más cercano en Morelos lo tenemos con el recién nacido Fuerza X México, un partido que se define como “ni de izquierda ni derecha” (es de derecha) y que, en sus plataformas digitales, publica contenido con la intención de empoderar a las mujeres y hacerlas “parte de su historia” sin dejar a un lado los estereotipos y clichés, empezando por el color de su logotipo.
Esta nueva “fuerza nacional” busca cambiar la forma de hacer política en el país y que dice ser “de las mujeres”, pero fue fundado por dos hombres y, actualmente, es presidido por uno. Así que usted diga “uy, ¡qué progresista!” no es. A esto es a lo que me refiero.
Ojo, la crítica no solo se reduce a lo que sucede en esta organización ni a los partidos políticos en general. Va para todas aquellas personas que pretenden hacer campaña con una realidad en la que tienen responsabilidad, pero muy pocas ganas de asumirla.
Las publicaciones sobre copas menstruales, la celebración de las marchas feministas, las frases motivacionales y las fotografías con mujeres protagonistas son insignificantes si el fondo sigue el mismo.
¿Qué tipo de compromiso puede esperarse de los partidos políticos que continúan cobijando bajo su nombre a candidatos con denuncias por agresiones en contra de las mujeres? ¿Qué clase de “cero impunidad” pueden plantear cuando ignoran a las víctimas?
Resulta terrible el planteamiento de lucrar con el dolor de miles de madres e hijas que han tenido que enfrentarse a un feminicidio, a un abuso sexual y al desgaste de exigir justicia sin que las instituciones las escuchen.
¿Cuál es el objetivo de “dejar” competir a una mujer solo para cumplir con los lineamientos establecidos por el INE o por el TEPJF si no se le da el apoyo suficiente para llegar al poder? — o mejor aún—, ¿cuál es el objetivo de “dejar” (el verbo es completamente a propósito) competir a una mujer si, cuando gane, sus decisiones serán reducidas a los intereses de los hombres?
Es una falta de conciencia tremenda siquiera insinuar que la violencia hacia las mujeres va a solucionarse únicamente con un retuit o un like, cuando hay quienes llevan años luchando en contra del acoso al salir de casa. Ojalá fuera así de fácil.
El problema es mucho más grande y atraviesa todas las esferas sociales, todos los espacios, todas las interacciones. El machismo, la misoginia y la violencia a las mujeres se viven en diferentes aspectos de la cotidianidad, en diferentes expresiones. Todas igual de graves, todas todos los días.
Es momento de abrir bien los ojos, de prestar especial atención este tipo de cosas que parecen pequeñitas, como el uso del lenguaje igualitario, pero que representan una gran diferencia. Ahora, enfocándonos un poco más en la comunicación política, estos errores deberían ser un foco rojo para las personas que asesoran campañas y, evidentemente, también para la opinión pública.
Basta de pensar que la situación va a solucionarse únicamente levantando el puño o señalando con dedo índice mientras se tienen los brazos cruzados. Basta de pensar que las exigencias de las mujeres, los pañuelos verdes y el humo morado son carnada para atraer votos.
Los compromisos en favor de la equidad de género deben hacerse conscientes del problema y no solo pensando que un cambio significativo es cumplir con el principio de paridad, porque esto no funciona en las campañas ni en las instituciones.
No es suficiente pensar que la violencia de género está mal y que lo que se puede hacer para erradicarla es dar clases de defensa personal o decir “amiga, date cuenta”. No es suficiente pretender empoderar a las mujeres y utilizar la palabra “sororidad” cuando se sigue criminalizando a las víctimas o perpetuando la violencia.
Sí, las mujeres mayores de 18 años representamos un segmento importante que definiría cualquier triunfo; pero esas mismas mujeres (y también las menores de edad) quienes hemos experimentado la impotencia de ser acosadas en nuestro lugar de trabajo o en el transporte público.
Somos estas mismas mujeres las que sabemos que no se trata únicamente de palabras, porque somos nosotras a quienes las palabras no les han bastado para gritar los nombres de las asesinadas, de las desaparecidas; para exigir justicia por ellas.
Si lo que se busca es hacernos parte de la política y de la toma de decisiones, este no es el camino; hasta podría afirmarle que es dar pasos hacia atrás. Lo mismo sucede si trasladamos lo narrado aquí a cualquier otra minoría: La comunidad LGBT+, las personas con alguna discapacidad, las personas afrodescendientes, las personas indígenas. Cualquier discurso político o no que se quede en lo superficial es mera contaminación visual.
Nunca más un México sin nosotres:
@Arendy_Avalos en Twitter