Serpientes y escaleras - ¿Y el equipo político?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿Y el equipo político?

El primer golpe político que recibió Margarita González fue seco. Y nadie respondió

 

¿Y el equipo político?

Antes de iniciar su gestión, Margarita González Saravia enfrenta su primer reto político; la postura asumida por el congreso saliente no es ajena a sus partidos, ni diferente de lo que pretende hacer la oposición en el futuro inmediato. A los diputados actuales los mueve la ambición y responden a una línea partidista que se replicará el próximo sexenio. Los operadores políticos de la gobernadora están a prueba.

El golpe dado por la cámara de diputados a Morena y al gobierno siguiente no es un hecho aislado, ni algo que pueda ubicarse solo en el terreno de la ambición personal de los representantes populares. Los actos de los diputados que repetirán en la siguiente legislatura expone la fragilidad de una mayoría donde habrá figuras que no tienen lealtad y responden a sus intereses económicos.

Es difícil pensar que la gobernadora repetirá las prácticas de “pago por evento” que tanto daño han hecho al estado y a la actividad legislativa de los últimos años; es inviable que eso continúe porque, de entrada, el presupuesto parlamentario es gigantesco e incluye recursos extraordinarios que desde la época de Graco Ramírez se colocaron ahí justamente para comprar la voluntad de los diputados.

La fuerza de la oposición en el congreso deriva del manejo del dinero: Agustín Alonso lo entendió de inmediato, por eso buscó tener el control presupuestal a través de una figura totalmente manipulable como Francisco Sánchez Zavala. La red de complicidades parlamentarias fue enorme a partir de los intereses económicos de los legisladores; por esos beneficios la bancada de Morena, mayoritaria en número, se partió de inmediato y varios de sus integrantes se movieron al ritmo que les dictaba la chequera.

El cambio en el reglamento parlamentario tomó por sorpresa a los morenistas y dejó pasmado al futuro coordinador, que no ha atinado a hablar del tema, ni ha sabido responder al golpe. Se entiende que en el futuro podrían revertir las modificaciones hechas esta semana, pero eso implica un talento extraordinario de Rafael Reyes, algo que aún no se ve y que de no tenerlo, expondría una severa fragilidad en el equipo político de la gobernadora.

A una semana de que la legislatura 55 realizó cambios que afectarán la vida parlamentaria e incidirán en el gobierno siguiente solo la gobernadora Margarita González Saravia ha hablado del tema y externado su desagrado. Ningún diputado electo, empezando por el coordinador parlamentario de Morena, ha querido dar la cara ni advertir el abuso cometido. Si esa va a ser la línea que veremos en el próximo sexenio, la jefa del ejecutivo tendrá muchos problemas.

Reiteradamente la gobernadora ha dicho que el suyo será un gobierno que privilegiará el diálogo, donde se retomará la política y se tratará igual a todos sin importar las siglas partidistas. Desde la campaña ha mantenido una postura abierta, respetuosa y de conciliación, algo que no se ha modificado ahora que ganó la elección; ello no quiere decir que tendremos un gobierno timorato o que al frente del ejecutivo estará una mujer sin carácter.

El equipo que acompaña a González Saravia tiene que comenzar a verse y a sentirse, y no dejarla sola como sucede ahora. Es inaceptable que ante una falta de respeto político tan claro como la que vimos, nadie alrededor de la gobernadora haya tenido la habilidad o el valor de fijar una postura y tenga que ser ella la que responda a los agravios.

En política no hay casualidades y lo que está sucediendo en la cámara está lejos de serlo; la postura de los diputados salientes y la actitud de los reelectos son un mensaje muy claro sobre lo que veremos en los próximos tres años, lo mismo que la actitud pasiva de la coordinación parlamentaria de Morena.

La oposición está calando a la gobernadora, está midiendo hasta dónde es capaz de aguantar y que tan hábil es su equipo para responder. Hasta ahora la batalla la va ganando la oposición porque del lado de Margarita González Saravia no se ve a nadie saliendo al paso, defendiendo la causa, ni metiendo el pecho por ella. Como en el chiste de Hugo Sánchez: todos se voltean a ver cómo les anotan gol.

La lealtad en los últimos gobiernos estatales se demostró con obediencia ciega, con complicidades y bajo la regla de no hacer enojar al jefe; esa línea de trabajo trajo consecuencias muy graves para el estado, degradó la actividad política, generó desconfianza ciudadana, falta de respeto a las instituciones y un enorme repudio a las figuras de poder.

Repetir esa regla sería terrible para el próximo régimen porque su titular quiere hacer un gobierno humanista, cercano al pueblo y comprometido con los sectores más vulnerables; eso no lo logrará si la descomposición política continúa y el ejecutivo vuelve a ser presa de sus adversarios.

La política de diálogo que propone la próxima jefa del ejecutivo es muy importante porque quiere rescatar las relaciones institucionales, pero eso no implica que tengamos un gobierno timorato, incapaz de responder a las agresiones y sujeto a los vaivenes del momento. La postura pendenciera de Cuauhtémoc Blanco no fue buena para el estado ni par el gobierno, pero irse al extremo contrario, es decir, aceptar recibir todos los golpes tampoco lo será.

En la etapa previa a que inicie la administración estatal y frente al primer golpe político que recibe Margarita González Saravia queda claro que su equipo político aún no está listo, ni ha sabido responder a la situación. Lamentablemente tuvo que ser la propia gobernadora quien abordara el tema y estableciera algunos pasos a seguir, porque los diputados electos, directamente afectados por el tema, no han querido salir a responder a los abusos.

En el preámbulo de que inicie el nuevo gobierno, el equipo político de la gobernadora y la futura fracción parlamentaria han quedado a deber; este es buen momento para valorar si se tomó una buena decisión en la coordinación parlamentaria.

Si así actuará el equipo político de González Saravia, las cosas no serán nada sencillas para la próxima administración

·         posdata

La semana pasada la gobernadora electa de Morelos se reunió con la presidenta electa de México; la charla versó sobre los temas en los que el estado requiere apoyo de la federación, así como en los proyectos de desarrollo que involucran a toda la zona centro del país.

La seguridad es una de las prioridades de Margarita González Saravia y al igual que en el caso de Claudia Sheinbaum, la manera de resolver este problema pasa por la coordinación entre los tres niveles de gobierno.

En un estado tan lastimado por la violencia, con muchos rezagos sociales y un atraso estructural de varios años, el apoyo federal es sustantivo para revertir las crisis y para que el gobierno estatal puede hacer más con menos.

Hace unos días el secretario de hacienda estatal reconoció que este sexenio fue muy poco lo que se logró amortizar de los pasivos históricos del gobierno, lo que implica que la siguiente administración cargará con un enorme pago de duda que limitará su capacidad de acción.

En este plano sería muy importante para la gobernadora que el gobierno federal le diera la oportunidad de tener delegados afines a su proyecto, que compartan su visión y que sean de su entera confianza, para multiplicar la atención de problemas. Al menos en las dependencias más importantes.

Si a Margarita González Saravia le permitieran sugerir a los titulares de las delegaciones claves, empezando por la de Bienestar, su capacidad de atender conflictos añejos se multiplicaría. Caso contrario veríamos si a esas posiciones llega gente desconocedora de la entidad o con intereses distintos a los del régimen. Peor: personas que vayan en contra de la gobernadora.

La capacidad de negociación política de la próxima jefa del ejecutivo es sustantiva en la víspera que se definan las delegaciones federales. Un buen acuerdo con Claudia Sheinbaum es clave para que su administración sea exitosa.

·         nota

El resolutivo de las autoridades electorales en favor de la diputación plurinominal de Jonathan Márquez es interesante por el razonamiento que hacen las magistradas. Aunque en principio pareciera una acción discriminatoria hacia una mujer, en el fondo se trata de un replanteamiento lógico de la paridad. Veamos:

El IMPEPAC determinó que la curul que ocuparía Jonathan Márquez debía ser otorgada a la dama que le seguía en la lista del PRI para ajustarse a la regla de paridad de género. El TEE cambió esa decisión bajo la interpretación de paridad sustantiva, que en palabras simples se resume en equilibrar la paridad en el partido con más representantes, en este caso, el PAN.

La decisión fue tomada por tres mujeres que valoraron que en el grupo parlamentario del PAN habría tres hombres y una mujer, mientras que en el PRI sólo existía una posición. Las magistradas del Tribunal Estatal Electoral determinaron que la paridad no sólo debe ser aritmética, sino sustantiva: es decir, no se trata simplemente de que haya más mujeres en política para cumplir un requisito de forma, sino que deben ocupar posiciones desde donde verdaderamente puedan influir y ejercer poder.

La decisión del TEE se basa en la “paridad multidireccional” (vertical y horizontal), que implica no sólo cumplir un criterio aritmético, sino de una interpretación que maximice el empoderamiento de las mujeres en los espacios de mayor influencia.

El fallo del TEE no modifica numéricamente el número de mujeres en la cámara, pero favorece la paridad a partir de un criterio diferente al que tomó el IMPEPAC; ninguno de los partidos involucrados en esta historia pierden representatividad, lo único que hay es un ajuste que beneficia la fuerza de las mujeres en el parlamento.

Lo que habrá que observar en el futuro es la manera como esta decisión afecta la relación entre PAN y PRI, aliados en la campaña, pero evidentemente adversarios en esta lucha jurídica.

·         post it

De cara a la conformación del siguiente congreso queda claro que el PAN tendrá de su lado a Movimiento Ciudadano, la duda es hacia donde se moverá el PRI.

De botepronto se puede hablar de un bloque opositor conformado por seis diputados: cuatro del PAN, uno del PRI y uno de MC; en la 4T veremos si se mantienen unidos los catorce legisladores y eso depende de dos cosas en concreto: de la habilidad y liderazgo de Rafael Reyes y de que Morena encabece la Mesa Directiva.

Especialmente lo segundo.

·         redes sociales

¿Cuál de los cinco diputados federales que tendrá Morelos en San Lázaro destacará en los próximos años?

Apuesto por Juan Ángel Flores.

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