En la red… | Caer desde las mañaneras

La conferencia de prensa matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador, es hasta ahora la herramienta de comunicación y gobierno más eficiente del gobierno, desde ahí no solo se controla la agenda mediática del día, también se hacen compromisos, se dictan instrucciones directas y veladas a secretarios y dependencias, se responden críticas, se desatan estrategias de contención y contragolpe a los adversarios.

Pero más recientemente, la modalidad de hacer denuncias frente al presidente es la variante más interesantes de un ejercicio que en principio solo estaba diseñado para intercambiar preguntas y respuestas con la prensa, es decir, las mañaneras se han convertido en una mezcla de conferencia y audiencia pública en la que se tiene la oportunidad de hablar directamente nada menos que con el Presidente de la República.

Si bien al presidente López Obrador se le puede encontrar y abordarlo relativamente fácil en una calle aledaña de Palacio Nacional o en una sala de aeropuerto, no hay mejor escenario que la conferencia de las mañanas en las que medios nacionales y extranjeros y miles más seguimos a través de redes sociales la exposición presidencial.

El viernes pasado Héctor Valdez, periodista de Tulum, corresponsal de la agencia Quadratín apareció en la matutina para exponer una larga y detallada denuncia de lo que sucede en Quintana Roo. El valiente y descarnado relató de Valdez pasa por supuesto por lo personal, dijo que ha sido amenazado y atacado por la delincuencia y por la policía, que el mecanismo de protección del gobierno es deficiente, que el gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín no escucha, y que el jefe policiaco del estado, Alberto Capella es el ejemplo vivo de la corrupción policiaca en su más alto nivel de sofisticación.

Lo dicho por Héctor Valdez es un apenas la punta del iceberg del complejo problema de corrupción e inseguridad en los estados. Los gobernadores son intocables, incuestionables, ejercen el poder apoyados en el viejo modelo de la presión, la amenaza y el hostigamiento y uno a uno los comunicadores incómodos aparecen ejecutados para pasar a ser una estadística más de los miles de casos sin resolver que en automático son adjudicados a las infames prácticas de la delincuencia organizada, pero la realidad es que al amparo de la soberanía de los estados los gobernadores tuercen leyes, controlan poderes, someten a empresarios y a voces críticas, nadie quiere ser enemigo de un personaje intocable, porque en términos prácticos eso son, intocables.

Por eso sostengo que el diagnóstico del Presidente López Obrador y del Secretario de Seguridad Alfonso Durazo sobre las soluciones que dará la puesta en marcha de la Guardia Nacional está mal fundamentada, y el centro de la argumentación es que en los estados las policías estatales y municipales seguirán operando y lo harán con sus viejas prácticas y con sus actuales mandos.

El periodista Héctor Valdez puso el dedo en la llaga, con la llegada de Alberto Capella a Quintana Roo, también se dio el arribo de Los Rojos, un grupo criminal exportado de Morelos que entró de lleno a la competencia violenta de las plazas con los grupos que ya operaban en el estado, los resultados están a la vista.

El caso Capella, expuesto abiertamente por Valdez ante un sorprendido presidente es perfecto para entender cómo opera la simulación, el discurso aparatoso, el manejo de la imagen del policía trabajador y profesional que no termina de empatar con los resultados y peor aún confirma que contra todo discurso que niega haber pactado con la delincuencia, la realidad es que el nivel de criminalidad es directamente proporcional al tamaño de la negociación con la policía local y eso es corrupción en el más amplio sentido de la expresión, corrupción que por mandato constitucional el presidente por más buenas intenciones que tenga no puede combatir porque no es su competencia.

Hay muchos Capellas en el país, y el presidente no los puede mover, desde el gobierno federal la única y muy buena opción por cierto es aplicar la misma receta que los cárteles, seguir la ruta del dinero, investigar a fondo los bienes públicos de los jefes policíacos, fiscales y gobernadores y descubrir lo que tienen oculto con prestanombres y fuera del país, de lo contrario lo que comenzará a caer desde las mañaneras es el prestigio presidencial que aún luce fuerte.

Peña Nieto se derrumbó por su nula respuesta, nunca actuó para investigar siquiera el cúmulo de denuncias que había por todo el país, la pregunta es si AMLO tendrá al menos la intención de acelerar el paso para enviar un mensaje de que la buena relación institucional con los gobernadores no significa que los protege.

La de correr…

Son dos los gobernadores que están en serios problemas para sacar adelante a sus respectivos estados, ambos acaban de tomar las riendas del gobierno, la inseguridad, su proclividad a complicar las cosas por su carácter  y su evidente inexperiencia y en muchos casos incapacidad los ha colocado muy temprano en los peores lugares de la evaluación de su desempeño y desde la semana pasada se confirmaron como un tema de urgente atención en la Secretaría de Gobernación.

Cuauhtémoc Blanco en Morelos y Cuitláhuac García recibieron estados en crisis y en lo que va de su gestión el ambiente en esas entidades se ha descompuesto a niveles alarmantes. Las ejecuciones no paran y los delitos comunes van a la alza y como si estuvieran coordinados han encontrado en la labor de los medios de comunicación que reportan los hechos a los responsables de sus omisiones e ineficiencias.

La semana pasada el jefe del gabinete de Cuitláhuac García, Eric Patrocinio Cisneros, lanzó amenazas veladas a los medios tal como en sus peores momentos lo hizo Javier Duarte; José Manuel Sanz, el jefe de la oficina del gobernador Blanco, dijo que le mediatización de algunos hechos violentos magnifican la realidad, hasta donde yo recuerdo ese fue el argumento favorito del exgobernador Graco Ramírez.

¿Dónde está el cambio verdadero? A este paso el cambio parece ser que solo fue de actores.

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