El tercer ojo - La prensa y los medios en el ojo del huracán

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El tercer ojo - La prensa y los medios en el ojo del huracán

“Les médias se comportent avec la critique des médias comme les oiseaux avec l’ornithologie: ils ne l’écoutent pas”.

 

Harald Welzer

 

Amables lectores que siguen semanalmente nuestra colaboración. Hoy quiero comentarles que esta mañana del viernes 01 de marzo, leyendo Le Monde Diplomatique correspondiente al mes de marzo del 2024, en sus páginas 4 y 5, hallé el artículo que lleva por título Espoirs et misère de la critique des médias en Allemagne, firmado por Fabián Scheidler.

 

Comienza su reflexión y análisis con una especie de epígrafe que dice, según una traducción mía y libre, lo siguiente: “En Alemania, como en los numerosos Estados occidentales, el descrédito de las instituciones golpea con fuerza a la prensa”.

 

En el caso de la Comunidad Europea resalta, por ejemplo, que tanto las políticas editoriales con respecto a los asuntos a tratar, como los personajes que hay que difundir o las posturas políticas, económicas y mediática que se realizan son aquellas que responden a los intereses de quienes detentan el poder económico de los medios, en alianza estrecha con los poderes políticos de Estado. En este sentido, es clara la apabullante presencia temática de la intervención militar rusa en Ucrania o la guerra contra el grupo terrorista Hamás en Palestina, con una postura claramente pro israelí. En este caso, es clara la alianza de un “Quatrième Pouvoir” que se pone al servicio de los “Pouvoirs économiques et politiques“.

 

Para el caso de nuestro país, a lo largo del siglo XX y lo que llevamos de este XXI, no ha sido muy diferente. Ese cuarto poder, tanto de manera pública y explícita como soterrada o subterfugia, ha asumido una postura idéntica.

 

Ese cuarto poder está integrado por la prensa escrita, la radio, la televisión y, ahora y sin duda alguna, por las “redes sociales”. Asimismo, es bastante claro que su actividad es conducida por los directores editoriales, los conductores de los programas de radio y televisión, los articulistas de opinión y opinadores y, aunque no se vea inmediatamente, los dueños de ese cuarto poder.

 

Los temas o asuntos a tratar preferentemente, la línea editorial, la erección en jueces políticos y morales de quienes se consideran a sí mismos en paladines de la democracia y la libertad de pensamiento, de prensa y de crítica; y, sin duda, la elección de los personajes a quienes se debe exhibir, atacar, denostar y, por supuesto manchar, macular, “desenmascarar”.

 

Bajo esta lógica, la elección de los personajes que habrá que impulsar para que ocupen cargos de elección popular que favorezcan los intereses de ese cuarto poder y, con éste, de los poderes fácticos económicos y políticos en una triple alianza.

 

No asumen compromiso alguno con la información y la verdad, no se informa absolutamente nada que tenga que ver con un proyecto de nación y que propicie la discusión fundada y crítica sobre los acontecimientos que preocupan a la sociedad.

 

En fin, forman parte de una empresa o un trust que tiene como propósito la manipulación industrial de las conciencias y, sobremanera, en nuestra nación, la inducción del voto de un ejército de votantes que más allá del ejercicio electoral carecen de participación política plena en la vida y dinámica nacional.

 

Ahora bien, tengo claro que hay la otra prensa, los otros medios que asumen el compromiso con la información documentada y con la verdad. Sin embargo, es la que menos recursos posee y requiere del apoyo solidario de quienes buscamos la información decantada de los anatemas y la verdad.

 

Es esta la otra arena en la que se desarrolla la disputa entre unos y otros intereses.

 

Es esta arena en la cual nosotros, los lectores, deberemos diferenciar plenamente a los contendientes para salir de las redes de la manipulación industrial de las conciencias.