Civismo y movilidad social: un reto perpetuo.

En opinión de Georgina Isabel Campos Cortés

Civismo y movilidad social: un reto perpetuo.

¿Es posible proponer soluciones que puedan revitalizar el tejido urbano y social? ¿Solicitar y exigir derechos conlleva corresponsabilidad? Todos los días realizamos una rutina, inconscientemente con cronómetro en mano consideramos los minutos para lograr salir de nuestros hogares ya sea para alcanzar el transporte público o bien en automóvil para llegar hacia nuestros destinos y las diferentes paradas “técnicas” que involucran nuestro andar para que el total de los miembros de la familia lleguen a su lugar de trabajo o espacios escolares. Lo cierto, es que salimos con el deseo de transitar pacíficamente en la eterna primavera, no obstante, todos los días nos enfrentamos a eventualidades, posibles manifestaciones a diestra y siniestra o bien las obras denominadas “Construyendo para ti”, las cuales iniciaron a finales del mes de octubre del año pasado y parecían más acciones que “destruían la ciudad y alteraban una lógica aprendida”. Sin embargo, las arterias principales de norte a sur de esta ciudad, por lo menos las dos primeras semanas mantenían cierres, muchos de ellos imprevistos, porque además de cierres, implicaban varias veces redireccionamiento de carriles a diestra y siniestra. Nuestros cálculos temporales y espaciales se fueron al traste. El estrés, frustración, enojo son el pan de cada día para transitar a pie, en transporte público o en automóvil, es una experiencia surreal entre baches, reparaciones y tráfico. Aun cuando es posible reconocer cierto avance en el reencarpetado de las avenidas principales, no son suficientes ni comparables con los contratiempos que implica el desorden vial, los seres de a pie, posiblemente consideramos la posibilidad de que esto sucederá “sólo por un tiempo más”, aunque este sea indefinido y sin precisión por parte de las autoridades. Sumemos o reconozcamos que, en la ciudad de Cuernavaca, existen semáforos, pero no son la regla, por tanto ¿cómo entender quién tiene el derecho de paso?, la lógica dicta que cuando un par de coches, motocicletas y bicicletas coinciden en el cruce de dos calles que no está regulado por semáforos, tenemos la obligatoriedad de llegar y detenernos y una vez que se detienen el orden de preferencia se rige por la denominada regla del uno por uno (1 x 1) que tiene por objetivo evitar accidentes de tráfico así como controlar y distribuir el tráfico en los puntos donde puede haber problemática en determinadas horas. Implícitamente el uno por uno dicta primero tú y después yo. ¡Atención! Es cultura vial. Es imprescindible comprender que en la esquina de los cruceros tiene preferencia el vehículo que procede del lado derecho, pero, a continuación, cuando ese coche haya avanzado por la intersección, deberá circular un automóvil de la otra vía, de modo que irán alternándose uno de cada calle. Lo cierto, es que esta estrategia de seguridad vial no evita la agresión verbal, la combinación de ignorancia y prepotencia persiste, el 1x1 pocas veces es aplicado, ¡no basta!, lo cierto es que dependemos la mayoría de las veces, del clima, animo, actitud y decisión del otro, la pauta es el agandalle algunos lo llamaran por avivarse, pero palabras menos significa aventar la lámina para dominar y obtener el objetivo, cruzar, qué si bien lo logras de un lado, obstaculizando y paralizando el tráfico, también te enfrentas a que en el siguiente carril, si bien te va, algún automovilista se conduela y te ceda el paso. Aun cuando haya de por medio una sonrisa de agradecimiento y el sonido de claxon, pero ello no basta. Si bien hemos aprendido poco a poco que es algo natural, lógico y propicio este señalamiento, no es practicada por el total de la población automovilista, mucho menos por los servidores del servicio público y conductores de motocicletas. Sí, en efecto, los policías viales recurren a su aplicación cuando los cierres se efectúan por fiestas patronales, pero en lo cotidiano está muy lejos de ser una practica por educación y como una demostración de cortesía entre los automovilistas. No obstante, ante la penuria de civismo entre ciudadanos, un “aura protectora” sucede, algunos ciudadanos se iluminan y se conduelan de los otros esperando la consabida retribución y aplican el consabido 1 x 1, aunque más de las veces resulta 1 x 3 o más, sumemos a esta ecuación a la policía municipal, no aplican la lógica, de primero usted y después nosotros, mucho menos son un ejemplo en actitud cívica, por el contrario son el ejemplo del desorden y prepotencia, obstruyen los carriles provocando o estimulando el agandalle de los que los vienen detrás o a lado de ellos. No sorprende, es una pauta reiterativa, que enoja, ya que de la autoridad de la que esperaríamos que debiera proceder con cautela y juicio además de poner el ejemplo y redireccionar deteniéndose a regular o poner orden en los embotellamientos, los agudiza. Además, si uno x uno, “primero el peatón”, ¿realmente funciona al transeúnte?, nos falta observar que en las calles no solo nos trasladamos en cuatro llantas, los transeúntes no son invisibles, este programa también involucra brindar una mejor movilidad al peatón, en una ciudad como Cuernavaca, donde los puentes son escasos, por no decir inexistentes, la prioridad es el peatón así como las mascotas y la posible fauna que cruza sobre el pavimento, en esencia cualquier ser vivo, pero en Cuernavaca que es una ciudad donde abundan ardillas, “atención” es un ser vivo que merece nuestro respeto y atención en una ciudad donde el pavimento es a base de concreto y asfalto que no ha delineado espacios de conexión con su hábitat. Les propongo pensar cómo sociedad ¿logramos estar a la altura de lo que conlleva vivir en sociedad? Lo que nos sugiere esta opinión, es retomar, más pronto que tarde, que el peatón tiene prioridad, sino queremos semáforos aprendamos educación vial, apliquemos la cortesía, si no queremos topes, minimicemos la velocidad. Consideremos y hagamos efectivo que vuelta a la derecha es continua pero con cuidado y sin obstaculizar el flujo, mantengamos nuestra distancia necesaria entre vehículos, la cual de acuerdo a la Dirección General de Transporte DGT, se recomienda una distancia de seguridad de 3 segundos entre automóviles, lo que equivale a poco más de 100 metros a 120 km/h para poder reaccionar y detener el vehículo de manera segura, entendamos, la distancia entre autos, no se deja para el agandalle de alguien que salió tarde y piensa que ese espacio es para rebasar y posicionarse metros adelante y primordialmente. Con todo esto me refiero a que necesitamos despertar y actuar, el civismo no ha muerto, lo hemos olvidado aun cuando forma parte de nuestra caracterización de ciudadano. La educación cívica es el fluido imprescindible que mantiene unida a la sociedad, la armonía para vivir y en este caso sobrevivir en la jungla de pavimento requiere de demostrar respeto, tolerancia y responsabilidad entre nosotros. Actitud y comportamientos demuestran nuestra civilidad, sí respeto hacia las normas y valores que rigen una comunidad, es adoptar una actitud proactiva que fomente el bienestar colectivo. De las autoridades, creo que no sobra, por el contrario, urge una capacitación para que se aprenda lo básico de la urbanidad, por lo necesario que es para vivir, transitar y disfrutar en sociedad. Recordemos que la urbanidad son las normas de comportamiento social y cortesía en el ámbito público. Unas clases de civismo, como repaso, no les vendría mal a los oficiales, les permitiría reconocerse como usuarios, ciudadanos y no solo como autoridad, lo que entraña características y comportamientos medulares para la sana convivencia con sus pares y con la sociedad que resguarda o debería proteger. Urge retomar educación y respeto al prójimo, obediencia a las normas adoptadas de forma común, acatamiento de la ley, cortesía en el trato, utilizar medios pacíficos en la resolución de conflictos, respetar las señales viales y las normas de circulación, no utilizar la violencia física o verbal para solucionar cualquier conflicto o altercado y evidentemente no hacer uso de su cargo para imponerse en el transito aventando la lámina. La ciudad no es una jungla, los servidores públicos como los oficiales, así como los choferes de transporte público y los ciudadanos requerimos reeducación cívica capacitación permanente, para rememorar lo que se nos inculca en la educación básica, respeto entre los ciudadanos. Al término de este viaje, la utopía no la logramos con sanciones y más policías, podemos sumar y realizar una danza automovilística que represente una regularidad con lógica y orden, resguardando nuestro bienestar físico y mental, así como nuestras propiedades materiales. La decadencia de los espacios, del ambiente y de la sociedad no es responsabilidad del que gobierna, no somos seres estáticos, sin relación con las problemáticas cotidianas de la ciudad, no estamos fuera de tiempo, la impermanencia es inherente a nuestra naturaleza, él ahora es todo lo que realmente tenemos, el reto es afrontar la experiencia que construyamos en el día a día.