«Al carajo los ambiciosos vulgares»
En opinión de Javier Bolaños Aguilar
En las últimas semanas se han venido sucediendo en el país, hechos que ponen de manifiesto la intención de trastocar nuestra vida democrática.
En Baja California, el gobernador electo por dos años postulado por Morena y sus aliados, Jaime Bonilla Valdez, empresario de nacionalidad mexicana y estadounidense, y quien anteriormente desempeñó el cargo de diputado federal y senador, operó en el Congreso local para que los diputados de aquel estado, aprobaran una reforma constitucional que busca ampliar su periodo de dos a cinco años.
Por supuesto que es una propuesta aberrante, ilegal (la sala superior habrá de confirmar esta afirmación) y muy delicada, pues bien se ha dicho en varios debates, justificar y avalar esta intención abre la puerta para que pueda replicarse en todos los espacios de elección, incluso en la presidencia de la República; aún más, de manera inversa, en aquellos lugares donde el Congreso tenga mayoría opositora al presidente municipal o gobernador, bien se podría recortar su mandato con este antecedente.
Para lograrlo, los operadores de esta reforma “convencieron “ a los diputados integrantes de la legislatura local para apoyarla e incluso, en el colmo del descaro, ahora pretenden llevar a cabo una consulta popular, figura que no existe en la legislación de Baja California, para preguntar al pueblo si avala dicha ampliación de mandato.
Diputados de todos los partidos representados en la Cámara local avalaron la propuesta presentada por Morena, el Partido Acción Nacional se apresuró a separar a sus diputados y expulsarlos, pero el daño ya estaba hecho, y ahora quedan las instancias judiciales para resolver las impugnaciones, que por cierto no pueden ser aún presentadas pues no se ha publicado la reforma, como una estrategia más para llevarla al límite del tiempo y complicar su análisis.
Y en la Cámara de Diputados también se están gestando estrategias y se Impulsan propuestas para que Morena se perpetúe al frente de la Presidencia de la Mesa Directiva.
Ese es un espacio de convergencia de ideas y de tolerancia y apertura; sin embargo, lo que hemos visto en las últimas horas más bien pareciera ser un botín, que la mayoría integrada por Morena y sus alianzas quieren para ellos.
El rotar la Presidencia de la Mesa precisamente obedece a la intención de permitir que participen ahí representantes de las principales fuerzas políticas (en función del número de diputados que tenga cada bancada), y en las vicepresidencias y secretarías estén integrantes de todas las expresiones que merecieron el voto ciudadano y tienen voz y voto en las asambleas.
Esa integración cobró forma en el 2006, y fue impulsada por el PAN, el PRI y el PRD, que en esos años era el partido del hoy presidente de México. “Imposible que el PAN presida la Cámara, los números no le dan”, expresó Porfirio Muñoz Ledo días antes de la instalación del segundo año de trabajo de la legislatura, y en ese dicho (y otros expresados por legisladores que integran al grupo mayoritario de la legislatura federal) se manifiesta la ambición de poder y la intención de avasallamiento.
Nada de lo anterior puede beneficiar a nuestro país, y queda la pregunta: a quién iba dirigida la expresión del presidente “al carajo los vulgares ambiciosos”, que soltó en la plenaria de Morena, y sobre todo: ¿la habrán escuchado?
Pareciera que todos señalan al de al lado, y nadie se sintió aludido.
Lo que nos falta por ver...