Serpientes y escaleras - Tercer informe

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Tercer informe

Si todo cambia ¿Por qué no cambia el formato de los informes?

 

Tercer informe

La presentación del tercer informe de gobierno de Cuauhtémoc Blanco permite a los ciudadanos, a los sectores sociales del estado y al jefe del ejecutivo, hacer una evaluación de lo que ha logrado la administración en esta primera mitad del periodo y pensar en lo que se quiere lograr en la segunda parte del sexenio. Las palmas en este lapso se las lleva el trabajo realizado por el sector salud por la respuesta del régimen ante la pandemia de covid; un esfuerzo mayor se debe hacer en áreas como Turismo, Agricultura, Desarrollo Económico, Seguridad y Política.

La tarea de gobernar nunca ha sido fácil en Morelos y prueba de ello son los múltiples tropiezos y complicaciones que han tenido casi todos los gobernadores, incluyendo al popular Lauro Ortega Martínez. En el pasado los conflictos se anticipaban y se atendían con inmediatez para evitar que la situación se fuera de control o la crisis se volviera caos; hoy los problemas se ven nacer, crecer, se anuncian, aparecen, crecen, se vuelven crisis y provocan caos sin que las autoridades hagan nada al respecto.

Hay dos maneras de analizar lo presentado por el gobernador Cuauhtémoc Blanco en su tercer informe de labores; una es a partir de las cifras y los datos que se leyeron en el acto protocolario, revisando los documentos que conforman la glosa o esperando a que cada titular de área acuda al congreso y responda a las interrogantes de los legisladores. Otra es pulsando el ambiente social, atendiendo la percepción pública sobre el gobierno y midiendo la calificación del gobierno.

Siendo sinceros a muy pocas personas les interesa lo que un gobernante diga en su informe de labores; estos actos responden a una obligación constitucional y a una estrategia política, pero rara vez reciben retroalimentación real de los ciudadanos. Y me refiero a todos los informes, los presidenciales, los de los gobernadores, alcaldes, diputados y senadores; realmente son muy pocos a quienes les interesa lo que ahí se diga.

Por ello revisar el informe a partir de los números y las cifras que ahí se detallan es ocioso y francamente insulso; mientras los números y las razones que se incluyan en un informe de labores no se palpen en la calidad de vida de la gente y se reflejen en una mejora del ambiente social que vivimos, todo lo que se diga es demagogia y sale sobrando.

Pongo un ejemplo: a nivel nacional y en todos los estados y municipios del país las autoridades aseguran que en materia de seguridad pública se han hecho grandes cosas, que se han mejorado los niveles delictivos, que bajó la delincuencia, que se capturaron a personajes importantes del crimen organizado, que se desarticularon bandas delictivas, que se recuperó la paz… todos los discursos coinciden en un solo punto, sin importar qué nivel de gobierno hable y de que lugar se trate: estamos mejorando. Ninguna autoridad acepta que la situación está mal, en el mejor de los casos se refieren escenarios complejos, pero jamás escucharemos decir a un gobernante que el trabajo realizado por su policía ha sido deficiente.

Precisamente porque los informes de gobierno al igual que los discursos políticos reflejan intenciones y están llenos de demagogia, es ocioso revisarlos desde el contenido de un documento; esa parte le corresponde a los representantes populares y casi nunca se hace, primero porque la mayoría de nuestros legisladores son torpes y después porque en lugar de que las comparecencias sean un espacio de debate y análisis serio, son utilizados como herramientas de ataque personal y casi siempre concluyen como un mal circo. Pero regresemos al informe de Cuauhtémoc Blanco.

Lo presentado por el gobernador el viernes pasado es un resumen de lo que su equipo llevó a cabo en los últimos meses, se muestra de forma amable, resaltando solo las cosas buenas y asumiendo que en general las cosas van bien. Lo dicho no es diferente a lo que en el pasado han mencionado otros gobernadores, ni lo será de lo que en el futuro se seguirá informando en este tipo de actos.

Socialmente el informe de gobierno es intrascendente porque las autoridades del estado no han logrado conectar con los ciudadanos y ello ha dado paso a una serie de conflictos que agobian la agenda social. Lo que hay en el ambiente público son dos escenarios contrastantes: por un lado un gobierno que se aplaude solo y por el otro un pueblo al que no le interesa lo que se diga. En medio está la clase política que sí está atenta a la actuación del gobernador y permanentemente expone las fallas del estado.

Este sector conocido como el Círculo Rojo es quien mueve la opinión pública, genera criterio y permanentemente está compartiendo información. Se trata de un fragmento de la sociedad bien informado, interesado en las actividades públicas y activo en todos los debates con ideas y posturas que casi siempre son en contra de quien gobierna.

Es aquí donde comienza siempre el desgaste de los gobernantes y donde se mantienen vivos los escándalos; ahí la información corre permanentemente a través de diferentes vías: se lee en la prensa, se comenta en las redes sociales y se comparte a través del WhatsApp. Ese núcleo ha afectado severamente la credibilidad del gobierno actual y es el mismo que en el pasado cuestionó el trabajo y los resultados de las administraciones anteriores. Dicho sea de paso: el círculo rojo lo continuará haciéndolo en el futuro, no importa quien encabece las instituciones. Controlar ese espacio es sumamente complicado. Imposible, dicen algunos.

Informar a la ciudadanía del trabajo que realiza una autoridad es una obligación legal, pero frente a un escenario como el actual, donde existen múltiples maneras y canales para comunicar, el mensaje debería pensarse de manera diferente para que realmente llegue a quienes está dirigido. Si se quiere que los informes trasciendan más allá del círculo rojo es fundamental cambiar el formato.

Veámoslo así: diga lo que diga el gobernador en su informe (cualquier gobernador), lo que habrá son aplausos de quienes acuden al acto protocolario o forman parte de su estructura formal de poder; después de ellos está la clase política, en este momento totalmente dividida y distanciada del ejecutivo, por lo cual su reacción será crítica con el jefe del ejecutivo no importa lo que diga. Y al final, aunque el informe es para ellos, está la gente común, a quien no le interesa lo que lea el gobernador ni lo que se detalle en la glosa. ¿Por qué nunca le ha interesado a la gente los informes de gobierno? Simple: porque no creen en lo que se dice, porque están conectados con sus autoridades y porque el formato de los informes ya es obsoleto.

En Morelos Cuauhtémoc Blanco ha decidido caminar en paralelo a la clase política; el gobernador dice estar con la gente y responder a las necesidades del pueblo ¿Por qué entonces no busca un formato que le acerque más con ellos?

Cada año el jefe del ejecutivo estatal rinde un informe del estado que guarda la administración a su cargo; lo mismo ocurre con alcaldes, legisladores locales y federales, senadores, con el presidente del poder judicial, con el rector de la universidad y muchos otros personajes de la vida pública o privada que deben o quieren hacerlo. En todos casos el panorama es el mismo: los informes no le interesan a nadie.

La revisión del trabajo del gabinete en el caso del gobierno del estado, empero, sí tendría que ser algo que importe al gobernador, porque eso sí se observa, se mide, se reconoce o se cuestiona por parte de todos. Los problemas de violencia e inseguridad son inocultables, pero de alguna manera comprensibles dada la situación que existe en todo el país. Contener los niveles delictivos y la violencia es un gran logro para quienes son responsables de estas áreas.

La situación no es igual en todas las dependencias: es inevitable observar la falta de resultados en la secretaría de gobierno, la de turismo y cultura, la de agricultura, obras públicas y desarrollo económico. La labor realizada por la Secretaría de Salud se ha convertido en la bandera insignia del régimen, particularmente por el trabajo de los servicios de salud; gracias a ellos la imagen del gobernador Cuauhtémoc Blanco se ha recuperado. Otras oficinas que están cumpliendo son Transporte, Hacienda, Comunicación, Administración y desarrollo sustentable.

El jefe del ejecutivo ha insistido que no habrá cambios en su gabinete porque el desempeño de los secretarios es satisfactorio; la expresión se ha repetido varias veces y nunca ha caído bien en la opinión pública porque la realidad es distinta a la que dice Cuauhtémoc Blanco. Pongámoslo de esta forma: es como cuando en una Copa América los mexicanos esperaban cambios en un partido y el técnico Miguel Mejía Barón se negó a hacerlos.

El tercer informe de labores de Cuauhtémoc Blanco es un buen punto para revisar la situación del gobierno más allá de lo que se dijo en el acto formal. El análisis debe hacerlo el gobernador a solas o con su gente de más confianza, considerando los resultados de sus colaboradores, pero pensando en los retos que vienen aparejados a la mitad más compleja del sexenio.

En gobierno la lealtad se demuestra con resultados, no con obediencia.

  • posdata

Hace unos días el secretario de administración de Cuernavaca reconoció el caos que les heredó el gobierno de Antonio Villalobos. Ahora quien habla es Carlos de la Rosa, el secretario del ayuntamiento:

“No sé si funcione (el equipo de su oficina) porque no tengo computadora para probarla; no hay servicio de internet, no solo en la Secretaría, en general toda la infraestructura del ayuntamiento. Cuando llegamos ni siquiera había luz, nos cortaron el agua… así podrás imaginar cómo recibimos la administración.

  • ¿Esto podría implicar el robo del equipo, es decir que se lo llevaron?

 No, desafortunadamente no hubo inversión… a lo mejor hubo distracción de recursos, no me consta todavía, pero como entrega recepción aquí traigo perdido un vehículo nada más; estoy tratando de localizar donde quedo, se levantó un acta y demás, pero fuera de ello lo que ven ustedes es lo que nos entregan. Realmente no hubo sustracción de equipos porque no existen, me reporta la anterior secretaria que dejaron esa caja y estoy tratando de detectar si existió ese aparato o no.

  • ¿Está iniciando con equipo obsoleto?

De entrada sí, estamos iniciando sin tener las herramientas; yo aquí certifico y saco copias, tengo una impresora que esta mas o menos amedias, hay que darle sus pataditas para que arranque y pues así estamos…

Again: dejar este desastre sin castigo es complicidad

  • nota

Esta semana arranca el segundo periodo ordinario de sesiones de la 55 legislatura de Morelos; el panorama no es bueno porque de nueva cuenta entre diputados se acusan de violentar la ley y hacer chicanadas.

En este congreso hay figuras que acaparan los reflectores, como Agustín Alonso y Francisco Sánchez; ambos tienen capital político y carisma, pero por esa misma razón cuando las cosas no van bien son a los que más afecta el desprestigio.

A últimas fechas una figura más ha comenzado a llamar la atención, aunque no de buena manera: Andrea Gordillo se ha convertido en el comodín de la legislatura, en el voto que se presta a todo a cambio de un beneficio económico personal.

El deleznable papel que en la legislatura pasada hacía Julio Yáñez ahora lo juega la panista.

Es claro que a Gordillo lo que la mueve es la soberbia y la lana.

Antes era el Tigre, ahora es la tigrilla.

  • post it

El cabildo de Cuernavaca acordó un ajuste a la ley de ingresos municipal; se contemplan aumentos en multas, cobro a empresas telefónicas y de cable y sanciones económicas para ambulantes.

La propuesta será presentada al congreso para su autorización. Esperemos que los diputados le den luz verde.

  • redes sociales

Chiste:

  • ¡Abra la puerta!
  • ¿Quién es?
  • La policía, solo queremos hablar
  • ¿Cuántos son?
  • Somos dos
  • ¡Hablen entre ustedes

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