Serpientes y escaleras - El pequeño Rubén

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El pequeño Rubén

Las decisiones finales del presidente Jasso reflejan de cuerpo entero su gestión.

 

El pequeño Rubén

Desde que Ricardo Rosas Pérez asumió la presidencia del poder judicial de Morelos la solvencia moral y la credibilidad de esa institución ha venido a la baja; uno a uno los subsecuentes titulares del TSJ han desvirtuado el trabajo de la institución al grado que hoy es secreto a voces que la impartición de justicia tiene precio. La debacle comenzó cuando los magistrados dejaron de respetar al tribunal.

Los últimos titulares del poder judicial morelense no han brillado por su capacidad ni por su solvencia moral, pero de entre todos los magistrados, Carmen Cuevas y Rubén Jasso destacan por el terrible daño que provocaron a la institución. En ambos casos hablamos de señalamientos por actos de corrupción y sospecha de vínculos entre jueces y miembros de la delincuencia organizada, pero a ninguno de los dos nadie les ha hecho nada.

Varias veces durante el sexenio pasado el gobernador y el comisionado de seguridad Alberto Capella denunciaron la relación ilícita entre juzgadores y grupos criminales; durante la inauguración de una de las nuevas instalaciones de la policía estatal, teniendo como invitada a Carmen Verónica Cuevas en su calidad de presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Graco Ramírez dijo con todas sus letras que uno de los grandes retos del estado en materia de seguridad era romper las redes de corrupción que existían en el poder judicial. “Hay jueces y magistrados que protegen a criminales y sirven a grupos del narcotráfico" dijo enfático el tabasqueño.

Pero salvo las múltiples acusaciones en ese sentido, nunca hubo de parte del gobierno estatal una acción concreta que pusiera un alto a esta situación y ayudara a cambiar las cosas; amparados en el respeto entre poderes el jefe del ejecutivo jamás fue más allá de señalar los presuntos vínculos delictivos y repetir lo que se dice en los pasillos de los tribunales: en Morelos la justicia tiene precio.

El periodo de Carmen Verónica Cuevas como presidenta del poder judicial morelense transcurrió con más pena que gloria, permanentemente era señalada por los trabajadores por su prepotencia y los propios jueces decían que bajo su administración se estaban cometiendo múltiples actos de corrupción; fue en ese periodo cuando un grupo de magistrados promovieron la ampliación de su periodo de 14 a 20 años. La idea de regalarse seis años más en el cargo se las dio el gobernador Graco Ramírez y se operó en el congreso como una “prestación” a los favores políticos que el TSJ brindaba al gobierno del PRD, pero aunque en Morelos el tema avanzó, la suprema corte la echó abajo.

Carmen Cuevas cumplió su doble periodo y buscó dejar un sucesor que no era Rubén Jasso; el diminuto abogado formaba parte de ese bloque, pero no era el elegido para suceder a la magistrada Cuevas. Jasso jugó sus cartas de manera perversa, observó que la elección sería muy cerrada y dejó correr el tiempo; de último momento amenazó a Carmen Cuevas con votar con el bando rival si no era él el candidato del grupo. Y así se volvió presidente del poder judicial.

Al llegar al cargo Rubén Jasso intentó desmarcarse de Carmen Cuevas, pero sobre todo de Graco Ramírez; el compromiso de este grupo de magistrados con el tabasqueño era público, igual que los interese compartidos entre el exgobernador y el nuevo presidente del poder judicial. Jasso prometió que realizaría una auditoría a la gestión de su antecesora porque habían detectado inconsistencias en el manejo del dinero, pero todo quedó en el aire, porque nunca hubo auditoría o al menos no la hubo en un sentido duro contra la administración pasada.

En su intento de reelegirse como presidente del poder judicial Rubén Jasso prometió mucho a muchas personas, confió que luego de un par de años de compartir el poder y los beneficios económicos de la presidencia con el resto de los magistrados su reelección sería sencilla, por eso anticipó que sería un proceso terso, sin polémica ni descalificaciones de ningún tipo.

Nada salió como el pequeño abogado esperaba; el karma lo alcanzó y en la votación perdió frente a su homólogo Jorge Gamboa, quien de golpe destrozó un escenario que ya sentía seguro. Rubén Jasso solo presidirá al TSJ por un periodo, amén de que su tiempo como integrante del poder judicial se agota, porque solo le resta un año en el encargo.

La desesperación y enojo del presidente saliente es notoria y se confirma con las decisiones tomadas después de que no fue reelecto: de la noche a la mañana propuso aumentar el periodo de los magistrados de 14 a 16 años y de manera exprés designó a 14 nuevos jueces, hecho que fue criticado por las distintas organizaciones de abogados y calificado como un exceso por el futuro presidente Jorge Gamboa.

En unos días se llevará a cabo la transición de poder en el poder judicial de Morelos, concluye el ciclo de Rubén Jasso Díaz e inicia el periodo de Luis Jorge Gamboa. El arranque de la nueva administración del TSJ no es sencilla, sobre ella está la carga de un mal manejo financiero, pero sobre todo pesa la mala imagen de un poder acusado de corrupto, de cómplice de la delincuencia e ineficiente en su actuación.

Jorge Gamboa puede nadar de muertito y dejar pasar el tiempo sin hacer nada distinto a lo que han hecho sus antecesores; en sus manos estará la conducción de los tribunales, el lugar a donde todos los días acuden miles de personas a trabajar o a exigir justicia.

Lo sencillo siempre será ser omiso; en el caso del poder judicial lo fácil es dejar que todo siga igual, que nada cambie, que se continúen las mismas prácticas de siempre y se deje a cada magistrado el control de sus pequeños feudos. El futuro presidente tendrá un rol político que lo llevará constantemente a presídiums que compartirá con los titulares de los otros dos poderes, con presidentes municipales y diversos miembros de nuestra comunidad. Si lo que le gusta es el protagonismo y salir en las fotos de los periódicos, Gamboa estará en el lugar correcto.

El otro camino es difícil, implica apostar por un cambio real y de fondo en la institución, solucionar los problemas añejos en la impartición de justicia y poner freno a los abusos de poder y tráfico de influencias que ya se han institucionalizado. Ahí el reto no es fácil, implica tocar intereses, sacudir el árbol y enfrentar al enorme monstruo de la corrupción.

Personalmente no conozco a Jorge Gamboa y se muy poco de su trayectoria, por lo cual no tengo claro qué camino elegirá; me parece que fue una buena noticia que le ganara la partida a Rubén Jasso por todo lo que ese pequeño personaje representaba, pero no estoy seguro si el cambio que veremos en el poder judicial de Morelos será para que todo siga igual que siempre.

Algunos abogados litigantes me han dicho que Jorge Gamboa no es como Rubén Jasso, que es un hombre decente, forjado en la carrera judicial y conocedor de todos los vicios que existen en el TSJ de Morelos. Con base en ello puedo suponer que la decisión que tome el futuro magistrado presidente será con conocimiento de causa, es decir, a sabiendas de lo que implicará cada acto que realice.

Las opciones son dos: continuar por el camino de siempre o dignificar a la institución.

  • posdata

La historia parece ficticia, pero no lo es:

Elementos de la secretaría de seguridad pública de Cuernavaca detuvieron en un operativo al comandante de “La Ronda” de Ocotepec; cuando lo revisaron portaba un arma de fuego sin permiso, por lo que fue llevado a las instalaciones de policía municipal.

Hagamos una pausa en la historia para explicar qué es la ronda:

Ocotepec es una comunidad ubicada al norte de la capital de Morelos que se rige por usos y costumbres; basados en ello la población cuenta con su propio servicio de seguridad y vigilancia al que denomina La Ronda, integrada por personas que hacen las veces de policía sin tener facultades o atribuciones legales de ningún tipo, salvo el permiso de las autoridades del pueblo y la bendición del todopoderoso. Regresemos a la historia inicial:

Una vez que el comandante de La Ronda fue detenido, los ronderos privaron de su libertad a un policía municipal, a quien desarmaron, golpearon y canjearon por su comandante. El gobierno de la ciudad implementó un operativo en los alrededores de Ocotepec, pero luego de varias horas y tras la declaración del alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui de que “nadie está por encima de la ley”, el comandante y su arma fueron entregados a La Ronda a cambio del policía. Del ilícito inicial ya nadie dijo nada.

“No secuestramos al policía, le platicamos la situación y el oficial se ofreció voluntariamente a ayudar a un intercambio… lo invitamos a las instalaciones de la ayudantía hasta que nos regresaron al comandante” dijo el Ayudante Municipal de Ocotepec. ¿Y las señales de golpes que presentaba el elemento municipal? “Lo acariciamos fuertecito”, seguramente responderá la autoridad del pueblo.

No es la primera vez que la ronda queda inmersa en una situación de este tipo, pero es la primera vez que una autoridad se doblega justo después de afirmar que “nadie está por encima de la ley”

Con la disculpa a las feministas el alcalde capitalino quedó mal parado. Con este hecho se vio peor.

  • nota

La llegada de Roberto Yáñez al congreso local se ve mal y deja muy mal parados a sus integrantes. No hay manera de observar esto de forma diferente: los hermanos Yáñez representan lo peor de la política local, son vividores, cínicos, personas sin escrúpulos, sin dignidad y con una ambición desmedida.

La mala fama de los Yáñez rebasó desde hace tiempo la frontera del círculo rojo; en otro tiempo sus fechorías eran conocidas solo por quienes estaban al tanto de lo que ocurre en el ambiente político, dados sus excesos y sus extravagancias ahora su mala fama es pública y pudre todo lo que toca.

Quienes permitieron la llegada de Roberto a la cámara a través de su voto pueden argumentar que se trató de un acto jurídicamente sustentado. Y sí: observando el hecho en función del reglamento parlamentario y tomando en cuenta las lagunas jurídicas y las interpretaciones de la ley, es posible que su llegada tenga lógica.

Ello no quita que se trata de un abuso, de una chicanada, de una acción legalona que más allá de la jurisprudencia representa la confirmación pública de un acto de complicidad lo más podrido de la política.

Reitero: la llegada de Roberto Yáñez puede ser legalmente válida, pero es cien por ciento inmoral; item más: analizando el camino definido por los diputados para tomarle la protesta resalta la ausencia del G8, porque fue eso lo que permitió que la llegada de Yáñez fuera legalmente posible.

Hasta el viernes pasado ya había cuatro recursos de inconformidad en el tribunal electoral estatal; el proceso es obvio: los inconformes inician la querella en el TEE y luego avanzan a las instancias superiores, porque será ahí donde un juez dirá la última palabra.

No tengo claro si el camino ideal es impugnar la decisión de diez legisladores o enfocar la inconformidad en otro sentido. De lo que sí estoy convencido es que este tema se tiene que cabildear desde un ángulo político, porque así se resuelven estos casos.

El tiempo que Roberto Yáñez dure como diputado, ya sea unos meses o el resto del periodo, representará una piedra en el zapato para el gobernador Cuauhtémoc Blanco y una mancha indeleble en la imagen de la 55 legislatura local.

  • post it

El presidente de México visitará una vez más Morelos, estará en Cuernavaca, en Tepoztlán y posiblemente en Jojutla.

Si hacer muchos aspavientos Juan Ángel Flores va ganando terreno rumbo al 2024 en el terreno de la percepción.

Cuentan en los pasillos de Bucareli que sí por alguna razón Rabín Salazar no fuera el candidato de Morena a la gubernatura, la segunda opción sería el edil de Jojutla.

¿Será?

  • redes sociales

Otra balacera en Ocotepec. El escenario fue un baile ilegal que fue abiertamente publicitado; el saldo: una persona muerta y al menos siete heridos. La ronda, por cierto, nunca llegó al lugar de los hechos.

“Nadie está por encima de la ley” dice el alcalde de Cuernavaca. ¿Y luego?

Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx

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