Secreto a voces - Lo humano y lo sombrío…
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
El lado tenebroso de lo humano, es un rincón construido por lo humano al que no se tiene posibilidad acceso porque es el lugar “de lo imaginado”, de las tinieblas, de lo oscuro, un mundo cultural subjetivado en el que a diferencia de lo que podemos ver, percibir y sentir, aquello que pertenece a las tinieblas, a lo sombrío es algo que por sombrío es un lugar que impone temor. Es el mundo en el que aparecen las sobras porque es un mundo en el que regresamos al sueño del que despertamos alguna vez. Ahí, ya no se podrán “abrir” los ojos. Es un mundo no “diosificado” o, mejor dicho, el lugar opuesto al dulcificado “paraíso”, su negación, es el mundo de la muerte, inexistente para el mundo cristiano de la resurrección.
El lado tenebroso de lo humano, pertenece a las tinieblas, a lo sombrío es algo que por sombrío es un lugar que impone respeto a los vivos, temor. Es el mundo en el que aparecen las sombras sin cuerpo material viviente, porque es un mundo en el que regresamos al sueño del que despertamos alguna vez. Ya no se podrán abrir los ojos. Es un mundo no “diosificado” o, mejor dicho, el lugar opuesto al dulcificado “paraíso”, su negación, es el mundo de la muerte para el que solamente existe un punto final y tinieblas, inexistente para el mundo cristiano de la resurrección. Es una parte del mundo de la mitología que no ha sido eliminada por la teología y la racionalidad occidental.
Una lluvia, potentes relámpagos acompañan la lluvia, luego le siguen unas lúgubres campanadas, así Abraham Díaz (La Jornada: 09/02/20) inicia su nota sobre la irrupción de Black Sabbath en el mundo de lo que sería reconocido como el Heavy Metal. Una imagen lúgubre de la portada de la edición del histórico disco, una mujer vestida de color negro de la que apenas se aprecia su rostro, pero en la que se destaca simbólicamente su imagen: la muerte. Cuando empiezo a escribir esto, falla el “ratón”, le doy un “click” y me oscurece todo el texto en lugar de colocar el cursor donde deseo colocarlo, pero se coloca una pantalla gris sobre las palabras en lugar del punto, esa no es la orden… algo pasa. Le doy guardar, para ver si se normaliza todo…
No, algo pasa. Bueno, la portada del mítico disco de esta agrupación, versa una mujer que está sobre el piso de un patio de una casa que aparenta estar abandonada. Pero decir que está “sobre” el patio de una casa abandonada es lo más correcto porque no se puede decir que está parada. Más bien se podría decir que se trata de una “aparición”, es decir, se trata de “alguien” que “habita” una casa que está abandonada. Aunque tampoco es alguien o mejor dicho es alguien, pero no es un ser que pertenezca a lo humano. Entonces, no está parada, sino que aparece ahí como una figura venida de otro mundo que no es nuestro mundo. Pertenece, entonces, al mundo de las tinieblas, al mundo del que según se cree nadie regresa.
Mirar su rostro no deja de llamar la atención. Parece que a la distancia ese rostro nos mira con una sonrisa burlona, ¡miren aquí estoy!, parece decir ¿no me reconocen? Es la mirada de la muerte, uno puede dejar de pensar que eso es, es la muerte que se burla de nosotros que la miramos. A la distancia prudente que fue colocada frente a quienes observamos la portada, solamente se pueden observar los rasgos que delatan que es un rostro humano y de mujer, de quien da la vida y nos llama a nuestro destino. Sus cejas le dan una sombra a sus ojos, que no se pueden percibir. Nariz y boca, se perciben. Una parte del rostro está iluminada y la otra, su lado izquierdo, apenas se percibe su pómulo.
La muerte, el lado tenebroso y oscuro del ser humano socialmente construido, visibilizada en la portada que inaugura una época del rock que contrasta con el “folk”, “dulce” para los oídos, dice Abraham Díaz, mientras que acá se destaca lo diabólico. La “imagen”: la figura viste de negro a un cuerpo que en realidad no lo es. El “cuerpo” está cubierto con una capa color negro. Lo negro tiene un simbolismo en la cultura occidental, asociado a la muerte. Lo único que se aprecia de su cuerpo es el rostro, una parte del cuello y sus manos. Contrasta la blancura de estas partes que se pueden apreciar con el color rojizo que tiñe la imagen total. Un patio, de una casa abandonada y, a sus espaldas, un muro grueso sobre el que aparenta recargarse.
El patio está abandonado, la evidencia es que las yerbas están crecidas y secas. Un grueso árbol sin hojas acompaña la imagen del patio donde aparece la “aparecida”. Está el árbol a su mano izquierda y solamente el tronco como si por el lugar hubiese transitado un fuego que habría quemado las hierbas y dejado unas cuantas en pie y un gran tronco. Este tronco simboliza ¿lo que fue la vida? A la “aparecida” la yerba le llega a la cintura y otras la rebasan. La yerba está crecida y en apariencia quemada, en una altura diferenciada pero que se anteponen a la imagen de la aparecida que está casi recargada en el muro que separa a este patio de otro, que bien podría simbolizar un panteón abandonado donde no existen vestigios ya de tumbas.
Detrás de la muerta, separado por un muro, está una reproducción del mismo patio, es una réplica en donde se puede apreciar la “totalidad”. La casa en donde habita la muerta es una “vivienda” del tipo inglés de finales del siglo XIX y principios del XX. El techo es del conocido por nosotros ahora como de “dos aguas”. El frente simboliza una cruz con el juego que hacen la manera en que fueron colocadas la puerta y las ventanas. Las ventanas parece ser el lugar desde el que la muerta nos vigila cuando no la vemos por la noche pronto a llegar en la imagen. Prevalecen tres colores, el negro de la muerta, el blanco de las edificaciones abandonadas y el rojizo que ilumina los techos y que le da una tonalidad lúgubre al todo de la imagen, las copas de algunos árboles y las ramas.
La imagen de la aparecida es lo relevante, es el centro de la imagen, la rodea a su derecha la casa con la cruz que entretejen puerta y ventanas y a su izquierda el tronco del árbol. A la derecha de la mujer de negro se representa el mundo cristiano, a la izquierda el árbol de donde surge el mundo de lo humano oscuro, tenebroso, incomprensible. El árbol tiene un hueco, de donde proviene lo tenebroso y del que probablemente llegó la aparecida y que conduce al fondo de la tierra que es un mundo contrario al celeste. Es el mundo del bien y del mal, regido por el manto de la oscuridad, del mundo de la vida y la muerte, muchas veces activado con fines de poder, pero no siempre.
Hace 50 años Black Sabbath cambio, por lo que se refiere a la música, la visión del mundo.