Repaso - ¿Y si regresa Elba Esther?

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - ¿Y si regresa Elba Esther?

Siempre es bueno recordar: Eran mis primeros años de trabajar en El Regional del Sur. Ya combinaba mis tiempos de profesor con los de periodista. En redacción veíamos, como otros mexicanos, que el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, utilizaba la cimitarra sin miramientos. Fue así que uno de los primeros defenestrados fue el cacique sindical petrolero, Joaquín Hernández, “La Quina”.

 

“Sigue Carlos Jonguitud”, alguien comentó. Yo expresé que no lo creía; como muchos miles de maestros, pensábamos que el líder vitalicio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), amparado en la impunidad de la que gozaba y la protección de un sistema político turbio y pestilente, era inamovible. Creo que hasta hice una apuesta: “no se va”, decía con pesar.

 

Pero se fue. Salinas de Gortari, si bien le permitió un retiro cauteloso y no lo envió a la prisión como lo hizo con “La Quina”, promovió el ostracismo del que fuera muy poderoso jerarca gremial del magisterio, condición que incluso lo llevó en su momento a convertirse en gobernador de San Luis Potosí.

 

En su lugar, a Salinas de Gortari le sugirieron voltear hacia la maestra chiapaneca Elba Esther Gordillo, quien había crecido a la sombra del potosino en lo más pernicioso de la representación sindical, pero por esas fechas se había o la habían distanciado de Jonguitud Barrios.

 

Fue así, mediante el dedo autócrata de Carlos Salinas, como Gordillo Morales, cubiertas las formas simuladas de democracia gremial, se alzó con la Secretaría General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación

 

Es un típico producto amparado en la égida neoliberal, que defendió rabiosamente Carlos Salinas de Gortari y que continuó con los presidentes Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y el propio Enrique Peña Nieto, si bien con éste último le fue como en feria, pero de ningún modo puede haber amnesia de lo que defendió a costa incluso de la base magisterial que representaba.

 

Salinas de Gortari, el más férreo defensor en México de la educación al servicio de las leyes del mercado, la puso, la protegió, la hizo crecer políticamente. A cambio, la profesora chiapaneca fue baluarte desde el SNTE para decirle que sí al presidente orejón en lo que éste tuviese a bien disponer.

 

No recuerdo, porque seguramente no existió o no se difundió a gente común y corriente como el que esto escribe, el más mínimo diferendo con ese mandatario nacional, cuyo recuerdo en la conciencia nacional lo tiene como uno de los más repudiados. Así pues, las

 

políticas educativas, todas, incluidas las de índole laboral y profesional de los maestros de México, propuestas por Salinas de Gortari y su entonces secretario de Educación, Ernesto Zedillo Ponce de León, fueron aceptadas y defendidas por Elba Esther y su entonces cohorte de seguidores que mamaban del presupuesto público a lo lindo, Ella, lo repito, es un producto típico del neoliberalismo y por cuenta propia de la antidemocracia y la demagogia imperante en el SNTE.

 

Por todo lo antes dicho, para quienes respaldan y ań esperan su regreso, sólo porque presuntamente defendió a los maestros de Peña Nieto, pero no de las medidas antropófagas que en educación fueron determinadas desde instancias internacionales durante los sexenios en los que detentó casi un poder omnímodo en cuestiones sindicales, pregunto: ¿para qué quieren que regrese? No me cuadra su posible reinserción en la dirigencia nacional del SNTE, con un gobierno como el de Andrés Manuel López Obrador, quien zorrunamente no le hizo el feo a la chiapaneca, pero tampoco ha incluso insinuado alguna simpatía verdadera por ella.

 

Ya lo sé: quieren que regrese para reverdecer sus tiempos de omnipotencia. Y la apoyan aquellos que ahora están desplazados de la toma de decisiones sindicales importantes, como lo estuvieron cuando formaban parte de los grupos cupulares del sindicato, ya en los ámbitos regionales, como en el plano nacional.

 

Su anhelo, en consecuencia, no es contra la autoridad federal o las autoridades estatales. No es a favor de la justicia salarial o del respeto a la figura de los maestros.

 

Su lucha es, en primerísimo lugar, para la reconquista del poder, en contra de otros que lo administran y que no piensan hacerse a un lado. En los bandos en pugna, no debemos olvidarlo, se encuentran quienes en otros tiempos coincidían en todo, obedeciendo sin duda al presidente en turno. Ninguno de esos bandos es absolutamente confiable.

 

De refilón

 

Conozco profesores jóvenes, sobre todo, que simpatizan con el retorno de Elba Esther, sepa dios cuáles sean sus razones. Conozco otros que ya no se cuecen al primer hervor, que también la apoyan. En su mayoría, son docenes bien intencionados, pero no podrían argumentar con fundamentos sólidos y no sólo porque “los defendió” de palabra, la necesidad de que regrese la maestra chiapaneca.

 

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