Repaso - Nuevos planes y programas de estudio: Desinformación
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
Una circunstancia constante cada vez que se pretenden implantar nuevos planes y programas de estudio, es la desinformación e incluso desvirtuación de las propuestas emanadas de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Ahora que se anunció que en Morelos, como en las demás entidades federativas, participarán 30 escuelas de educación básica en una fase piloto para ponderar la pertinencia de la nueva propuesta curricular, se difunde con profusión una serie de noticias o de opiniones, tanto de maestros, comunicadores y padres de familia, acerca de temas que ya están en la preocupación de todos, pero que se les analiza superficialmente, lo cual conduce, insisto, a la confusión o tergiversación de lo que realmente se espera implantar o comunicar.
Recuerdo, hace ya muchos años, cuando se implantó el Método Global de Análisis Estructural para el aprendizaje de la lectoescritura en primer grado de primaria, la sarta de puntos de vista mediante la cual se descalificaba en automático esa propuesta.
Qué no se escuchó, sobre todo porque a muchos les parecía inconcebible que se tratara de que los niños leyeran sin haber ejercitado mecánicamente elementos aislados, sin significado real, como eran las vocales y las consonantes, modo en que muchos aprendimos a leer repitiendo hasta el cansancio y escribiendo infinidad de planas el “ma me mi mo mu, ta te ti tu, ese oso se asea, mi mamá me mima”
Muchos docentes hicieron eco de esas dudas e incomprensiones y simularon aplicar el análisis estructural que oficialmente se proponía, para continuar trabajando “a la antigüita”, cuestión que favoreció, y con mucho, el uso de manuales escolares, como el llamado “Libro Mágico” o el “Juguemos a leer” que, por cierto, se siguen comercializando.
Pues bien, en estos días, con el anunció de los nuevos planes y programas de estudio, se leen y escuchan comentarios que, cuando menos ocasionan confusiones en la sociedad entera, incluidos infortunadamente amplios sectores de maestras y maestros. ¿Será cierto?:
a. ¿Que desaparecerán los grados escolares, al integrarlos en fases, lo cual implicaría que, en primaría ya no hubiera grupos, por ejemplo, de primero, segundo y tercero, lo mismo que, por consecuencia, implicaría también, que no se asignará a maestros para atender esos respectivos grados? Como que suena a barbaridad y, sin embargo, prolifera ese asunto en las redes más de la cuenta.
b. ¿Que estará prohibida la reprobación, por lo cual se augura que muchos niños cursarán sus estudios sin exigirles el mínimo de aprendizajes sustanciales para ir progresando en su formación?
c. ¿Que a los maestros ya no se les llamara así, sino profesionales de la educación, como se lo escuché preguntar a una experimentada comunicadora local?
De por sí en el sector educativo se registran actitudes reacias al cambio, posturas contestatarias frente a cualquier reforma educativa, algunas desde luego justificadas, pero otras muchas no, con ese tipo de versiones e interpretaciones sesgadas se va formando una especie de rechazó, insisto, a las propuestas oficiales emanadas de la SEP.
Ante esa avalancha de imprecisiones no advierto preocupación alguna en las autoridades del sector. ¿Habrá alguna instancia encargada de contrarrestar esas desinformaciones que impactan no sólo la interpretación de los docentes, sino también de los padres de familia.
Quizá sea pedirle peras al olmo, empezando por el desinterés de quienes mandan desde los puestos más importantes de la pirámide educativa en el estado, como serían, por ejemplo, el director general del IEBEM, Eliacín Salgado de la Paz, o el anquilosado secretario del ramo, Luis Arturo Cornejo Alatorre. Estos funcionarios sólo son buenos para aparecer en las fotos y nada más.
Del que se supone gobierna el estado nada se espera, dada su supina ignorancia en la materia.
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