Observador político - La obra maestra de la Legislatura LV

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - La obra maestra de la Legislatura LV

En los primeros meses de la legislatura LV que está en vísperas de concluir su periodo, los diputados se enredaron en un entramado de ambiciones y disputas por el control económico y político que resultó en una parálisis legislativa sin precedentes. En lugar de cumplir con su deber, la gran mayoría se dedicó a jugar al ajedrez político, negándose a ceder ante las pretensiones de sus adversarios; esta intransigencia, lejos de ser una virtud, reveló una falta de compromiso con las verdaderas necesidades del pueblo.

PARÁLISIS Y DESFACHATEZ: RETRATO DE LA LEGISLATURA SALIENTE.- A medida que avanzaban los meses, la inacción se convirtió en la norma porque la legislatura, que debería haber sido un baluarte de la democracia y la justicia social, se limitó a realizar una o dos sesiones en los últimos meses, principalmente bajo presión judicial para abordar temas como pensiones y jubilaciones. Cómo olvidar la imagen de estos legisladores, disfrutando de vacaciones pagadas y bien remuneradas durante el proceso electoral, no solo es un insulto a la ética pública, sino una muestra de la desconexión entre la clase política y los problemas reales que aquejan a la ciudadanía.

Mientras la mitad de los diputados se dedicaba a sus campañas sin la menor preocupación por las sesiones, la Diputación Permanente del Congreso local hoy en día, también se convirtió en un ejemplo de inercia, ya que se instalaron desde el 15 de julio y estos legisladores apenas se dignaran a sesionar, limitándose a hacer acto de presencia con el único propósito de cerrar formalmente los trabajos de la legislatura; su comportamiento pues, no solo es un abuso del cargo, sino una burla a la confianza depositada por los ciudadanos.

Lo cierto es que hubo una evidente inactividad legislativa a lo largo de toda la legislatura, y en lugar de enfrentar los desafíos urgentes que enfrenta la sociedad, como ocurre con la creciente ola de inseguridad, los feminicidios y el inminente incremento en el transporte que pretende aprobar el Ejecutivo, los diputados parecían más preocupados por su propia perpetuidad en el poder. Jamás hubo una solidaridad ni compromiso con la realidad social porque la falta de respuesta efectiva a los problemas urgentes, reflejan una profunda falta de responsabilidad y compromiso con el bienestar común.

Esperaremos al 1 de septiembre que marcará el inicio de una nueva etapa política, donde la gente ya no debe permitir tanta desfachatez e ineptitud de sus legisladores como ocurrió con los salientes para evitar que se repita en la nueva legislatura; no, debe haber una exigencia de un compromiso real con las causas sociales y un trabajo legislativo efectivo como mínimo a que están comprometidos para quienes ocupan cargos públicos.

La parálisis y la inactividad no deben ser el legado de una legislatura que debería haber sido el baluarte de la justicia y el progreso.

JUEGO SUCIO Y TRAICIÓN DEL PODER.- En julio pasado, la última sesión de la legislatura saliente se puso de manifiesto que la política local sigue atrapada en un laberinto de intereses y maniobras que solo benefician a los poderosos; sobre todo porque en un acto que no puede ser calificado de otra manera que como una traición al espíritu democrático, los diputados aprobaron una reforma a la Ley Orgánica del Congreso estatal con el único propósito de evitar que Morena y sus aliados controlaran el poder político y económico en la próxima legislatura.

El legislador y ahora regidor electo de Cuernavaca, el panista Óscar Cano, "El Toby", fue el rostro visible de esta maniobra, que incluyó una serie de modificaciones diseñadas a medida para limitar la influencia de la primera fuerza política, es decir, se impuso una restricción que prohíbe a un mismo grupo parlamentario presidir simultáneamente la mesa directiva del Congreso local y la Junta de Coordinación Política, una práctica que benefició a la actual legislatura y que ahora se ha evitado por las grillas y pleitos internos de Morena.

Además, la presidencia de la Comisión de Hacienda y Cuenta Pública será rotativa y anual, y se ha prohibido que el mismo grupo que encabece la mesa directiva pueda asumir dicho cargo, esta medida, claramente dirigida a Morena, reveló la intención de mantener el control en manos de quienes ya dominan el panorama político.

Lo que debería haber sido un acto de justicia y transparencia se convirtió en una traición revestida de legalidad, ya que en lugar de fortalecer el sistema democrático, esta reforma se ha erigido como un muro de contención contra el ascenso de Morena, alimentando una cultura de chaqueteo y venta de lealtades que ha caracterizado a la actual legislatura. Sobre todo porque la presencia de diputados morenistas como Arturo Pérez Flores y Alejandro Martínez, quienes apoyaron la reforma, muestra cómo las alianzas y traiciones internas han minado la integridad del partido. Pérez Flores, alfil del gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, y junto a la legisladora Érika Hernández Gordillo de Redes Sociales Progresista y los presuntos “aliados” petistas la dirigente estatal Tania Valentina Rodríguez Ruiz y Alberto Sánchez Ortega, ilustran el grado de descomposición interna y la falta de un proyecto político sólido en Morena.

SINOPSIS.- Los opositores, por su parte, se han movido con astucia, usando la reforma para consolidar sus propias posiciones y mantener un control que beneficia más a estos grupos minoritarios que a la ciudadanía, por lo que personajes como los panistas Óscar Cano Mondragón, Francisco Sánchez, Andrea Gordillo Vega y Ángel Adame junto con representantes de Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano y Morelos Progresa, lograron con esta reforma una victoria táctica en la batalla por el control del Congreso, a expensas de una verdadera representación democrática.

Esta maniobra no solo revela la persistencia del juego sucio en la política local, sino también el fracaso de los actores involucrados en ofrecer una verdadera alternativa a las viejas prácticas; la ambición desmedida y la falta de principios de los legisladores, tanto de la mayoría como de la oposición, han logrado que la política continúe siendo un campo de juego para los intereses personales y de grupo, dejando de lado las necesidades y demandas de la sociedad.

El verdadero reto para la próxima legislatura será romper con esta dinámica corrupta y establecer un sistema que sirva verdaderamente al pueblo; que logren las coincidencias y acuerdos a la reforma aprobada que no es más que una muestra de cómo los políticos tradicionales buscan perpetuar sus privilegios a costa del bienestar colectivo.

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