Observador político - La herencia maldita de Graco y el Cuauh
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

En Morelos, la violencia no es un fenómeno espontáneo ni un maleficio abstracto que cayó del cielo, no, es la consecuencia directa de años de abandono institucional, plagado de actos de corrupción, simulación y una clase política que convirtió al estado en su campo de juego, literalmente. Graco Ramírez Garrido y Cuauhtémoc Blanco, fueron como dos gotas de agua, idénticos, casi gemelos por el pésimo trabajo que realizaron en su respectiva administración como gobernadores y por ello, hoy, la crisis de inseguridad es más visible en Morelos.
MORELOS, ENTRE EL OLVIDO Y LA SANGRE.- Graco y el Cuauh, fueron grandes cuates cuando el primero era gobernador y el segundo alcalde de Cuernavaca, sin embargo, después se convirtieron en archienemigos y durante su campaña del futbolista, solo hizo una propuesta que jamás cumplió: meter a la cárcel al tabasqueño.
Graco hizo y deshizo, endeudó a Morelos con miles de millones de pesos que hoy en la actualidad seguimos pagando los morelenses y se fue tan campante, mientras que el del tepiteño Blanco Bravo, su sexenio representó lo peor del antipolítico ya que una vez en el poder demostró lo que verdaderamente fue, un político ausente, frívolo y quien mostró desdén por los problemas estructurales del pueblo morelense.
Mientras los asesinatos, feminicidios, secuestros y extorsiones se multiplicaban en casi todos los municipios de la entidad como Cuautla, Huitzilac, Temixco, Yautepec, Jiutepec, Puente de Ixtla, Tetecala, y en la mayoría, el Cuauh, organizaba partidos amistosos y giras interminables por el país y el extranjero. La política pública se convirtió en espectáculo y la seguridad, en una estadística más para minimizar desde el púlpito.
Lo que dejó tras de sí no es solo una administración fallida, sino una verdadera herencia maldita de violencia y desgobierno, pero no empezó con él, debido a que el gobierno perredista de Graco Ramírez ya había abonado el terreno con su complicidad con grupos de poder y una estructura institucional cooptada por intereses ajenos a la justicia y la seguridad pública.
GRACO Y CUAUH: DOS GOTAS DE AGUA.- Ambos -Graco y Cuauh- representan dos caras de la misma moneda: la del oportunismo político y el desprecio por la vida digna de la población.
Hoy, mientras Margarita González Saravia asume la responsabilidad de gobernar un estado desbordado por la violencia, desde el Congreso se alza la voz del diputado Rafael Reyes (Morena), quien con razón señala a los anteriores gobiernos por el desastre heredado. Y aunque desde el actual gobierno se han impulsado esfuerzos por contener la crisis, lo cierto es que el Estado sigue estando en deuda.
Morelos necesita más que señalamientos, requiere una refundación ética y estructural, que las comunidades dejen de ser víctimas y empiecen a ser protagonistas; urge y necesita, un gobierno popular que no huya ni simule, sino que esté presente en cada barrio, en cada municipio, reconstruyendo el tejido roto por años de impunidad y abandono.
ACORDEONES EN LAS URNAS.- Mañana 1 de junio se celebrará una elección histórica en México, No por su claridad, no por su carácter ejemplar, y mucho menos por su participación ciudadana, por lo que será histórica, más bien, por ser una muestra más del divorcio entre las instituciones y la ciudadanía. Y por si fuera poco, estará marcada por una medida que raya entre lo absurdo y lo revelador: la autorización para votar con “acordeón” en mano.
La noticia de que el INE permitirá a los votantes llevar una guía personal para recordar por quién votar no es una anécdota menor, bajo ninguna circunstancia, porque es un síntoma claro del grado de complejidad -o quizá, del desorden- con el que se diseñó esta elección judicial. En un país donde la confianza en las instituciones es frágil, donde la participación electoral suele estar por debajo del umbral mínimo para hablar de “mandato ciudadano”,
¿Qué mensaje se manda al permitir que el voto se realice casi con machete en mano para abrirse paso entre nombres, cargos y papeletas?
Dagoberto Santos Trigo, delegado del INE en Morelos, intentó tranquilizar diciendo que estos “acordeones” no constituyen un delito electoral, aunque la contradicción para muchos especialistas en la materia sea considerada como grotesca: en otras elecciones, llevar una lista de nombres sería visto como inducción al voto y podría ser sancionado. Aquí, en cambio, se vuelve herramienta didáctica para enfrentar el caos burocrático.
MAÑANA, A PAGAR LA TENENCIA EN MORELOS.- En un país donde el acceso a derechos y servicios básicos es una carrera de obstáculos burocráticos y financieros, el reciente manejo del refrendo vehicular y la tenencia en Morelos representa una muestra más de cómo los gobiernos estatales siguen optando por castigar al pueblo trabajador en lugar de garantizar una administración justa, eficiente y sensible a la realidad social.
La decisión de condicionar el cobro de la tenencia vehicular a quienes no hayan pagado el refrendo en los primeros cinco meses del año, que concluyen hoy, puede parecer, en apariencia, una medida que busca incentivar el cumplimiento. Pero cuando se analiza con detenimiento, revela una lógica profundamente insensible. Sobre todo, porque al 30 de mayo, apenas el 15% de los propietarios de vehículos habían cumplido con el pago del refrendo. Lejos de preguntarse por qué la mayoría de la población no pudo realizar este trámite -largas filas, rezagos administrativos, falta de entrega de placas, y una atención pública ineficiente-, la respuesta del Estado fue la imposición del castigo fiscal: la tenencia.
Más grave aún, las voces organizadas de transportistas que solicitaron una prórroga ante la imposibilidad material de cumplir en tiempo y forma, fueron completamente ignoradas; en un estado como Morelos, donde buena parte de la población depende del transporte público y privado para subsistir, esta negativa solo puede interpretarse como un desprecio por los sectores trabajadores, una desatención a sus demandas más básicas, y una muestra del autoritarismo burocrático que sigue prevaleciendo en la toma de decisiones públicas.
A marzo de 2025, el padrón vehicular en Morelos era de aproximadamente 800 mil unidades, un número que está disminuyendo debido a la incapacidad institucional para garantizar trámites eficientes, como la entrega oportuna de placas y tarjetas de circulación, es decir, el propio gobierno obstaculiza el cumplimiento de sus propias normas, para luego penalizar a quienes no pueden cumplirlas.
Email: gerardonoticias01@gmail.com
X:@gerardosuarez73