La espada del guerrero
En opinión de César Daniel Nájera Collado
Daisetsu Teitaro Suzuki, filósofo japonés maestro del Zen, alguna vez habló del “guerrero que usa la espada”. Decía que, en batalla, no es él quien provoca la muerte del adversario, sino la espada que daña el cuerpo del otro. El guerrero se convierte en un espectador, en un mero instrumento cuyas manos abalanzan el arma que acabará con la vida de otro.
Tal concepto puede sonar extraño, pero es más común de lo que creemos. ¿Cuántas personas no se creen el mero instrumento de algo? Así, en muchas ocasiones, pueden evitar responsabilidad al creer que actúan como herramienta de algo más. Y esto pasa desde hace miles de siglos, siendo el ejemplo más claro quien mata en nombre de su dios, recordando que no solo los yihadistas han caído en este dilema (también una tal “Santa Inquisición”, por ejemplo).
Lo preocupante es que, en épocas de constante odio, supuestos líderes lo incitan frecuentemente, escudándose en una supuesta superioridad moral. Y si bien no todos matan, dan pie incluso a una subcultura basada en la posibilidad de que el odio sea excusado a cambio de la defensa de su ideología. En México hemos sufrido por mucho tiempo de eso, sin importar el bando que lo instruya, y ojalá abramos los ojos antes de que el desprecio mutuo sea nuestra característica.