Serpientes y escaleras - Gobernar hoy para no perder mañana

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En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Gobernar hoy para no perder mañana

El manejo de la política interna es más que reunirse con personas para tomarse fotos

 

Gobernar hoy para no perder mañana

Desde que Cuauhtémoc Blanco mutiló la secretaría de gobierno para concentrar el poder en la jefatura de la gubernatura, Morelos perdió su principal eje de gobernabilidad. La decisión tomada por el futbolista despojó a la dependencia de la facultad histórica de conducir la política interna, negociar con los partidos, tender puentes con los poderes y preservar el equilibrio estatal. Desde entonces la oficina ha trabajado poco, dando resultados a medias y perdió la importancia histórica que siempre tuvo.

La designación de Juan Salgado Brito en esa secretaría fue una señal importante de la gobernadora Margarita González Saravia porque se trató de una figura respetada y querida, alguien que como ella misma decía, “tiene con perfil de gobernador”, además de que se trató de una sugerencia directa del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Juan daba brillo al gabinete y nivel al gobierno.

La trayectoria, estilo, capacidad y buen trato de Salgado Brito hicieron que la dependencia dejara de ser el florero que fue los últimos seis años, con titulares que servían para la foto, pero que no tenían capacidad para resolver nada. La repentina ausencia de Juan abre la interrogante lógica ¿Qué pasará ahora con la secretaría?

Edgar Maldonado llega con buenas cartas credenciales, pero también con la duda razonable sobre si podrá sacar adelante una oficina muy importante para la gobernabilidad, pero carente de las facultades legales para trabajar. Como está actualmente la dependencia no hay mucho que hacer, se trata de una oficialía de partes donde el titular va a eventos, sale en fotos, pero poco influye en los temas relevantes del estado.

Lo que hizo Cuauhtémoc Blanco con la estructura orgánica de la secretaría de gobierno y la jefatura de la gubernatura ha tenido consecuencias que se reflejan en la marcha del estado y en la gobernabilidad, porque saturó de atribuciones a una y anuló a la otra. El resultado es visible hasta la fecha: Javier García es el hombre orquesta, es una figura muy importante en el gabinete, de toda la confianza de la gobernadora, pero abrumado de trabajo.

A Javier se le reconoce su capacidad y talento, es un hombre con experiencia en manejo de estructuras electorales y estrategia, pero desde hace tiempo se nota agobiado por todas las cosas que le encomiendan, porque al ser identificado como el hombre fuerte del gobierno, todos acuden a él para que los atienda, para que les marque línea y resuelva sus problemas.

La relación entre Juan Salgado y Javier García era institucional, públicamente mantenían una relación cordial, guardaban un trato institucional, pero nunca fueron cercanos; no estaban peleados, pero jamás fueron amigos.

Juan hablaba directamente con la gobernadora, la respetaba, la cuidaba, pero no tenía la cercanía ni la influencia de Javier; eran dos piezas distintas en el organigrama de poder, con características y virtudes individuales, pero con estilos muy distintos de hacer política.

Hoy la historia es otra, llega un nuevo secretario y su tarea puede ser diferente, dependiendo de lo que quiera hacer. Igual que Javier García, Edgar Maldonado es alguien que goza de la confianza de la gobernadora, que tiene la posibilidad de hablarle de manera directa y a diferencia del resto del gabinete, jamás la engañaría ni la traicionaría.

La duda es si su carácter afable y corta experiencia política le permitirá retomar la batuta de su antecesor y darle proyección a la dependencia… o se conformará con ser la imagen bonachona que aparece en las fotos. Acudir a eventos y reunirse con personas está bien, pero eso no es hacer política.

El problema hoy en el gobierno estatal no es de cifras, sino de percepción; la gobernadora y su partido necesitan un presente sólido, porque sin él no tendrán futuro electoral favorable. En este momento en Morelos la percepción se está nublando por circunstancias locales y también por el efecto nacional.

La gobernabilidad en el estado es real, aunque endeble; la estabilidad del régimen no radica en la operación de un equipo de gobierno, deriva de la inacción de una oposición dormida, inexistente, que no se opone a nada y representa muy poco, pero que despertará el próximo año por supervivencia política y necesidad electoral.

Desde fuera los ciudadanos perciben un gabinete dividido, un gobierno desconectado del malestar social y una crisis de inseguridad sin solución a la vista. A la mandataria se le reconoce su ánimo y disposición para trabajar, pero a un año de trabajo la población aún no distingue detalles de ella, es decir, no acaba de entender lo que está haciendo.

Lo que está en juego desde ahora es el poder real de la entidad; Morena tiene el gobierno estatal, pero la oposición está al frente de la mayoría de los municipios. La fortaleza de la 4T radica en el manejo de los programas sociales, en las estructuras que mueven, pero en contra tienen a la mayoría de los ayuntamientos que operarán para que sus candidatos ganen y también el desgaste nacional producto de la inseguridad y el mal manejo federal en la crisis de Carlos Manzo.

Pasada la primera impresión que causó la designación de Maldonado como secretario, lo que hoy se escucha es que a pesar de la cercanía y el afecto que le confiere la gobernadora, el exfiscal no podrá cambiar mucho al interior del gabinete. “Se lo van a comer… No tiene la experiencia… No lo conocen… No tiene la fuerza… Le falta carácter… No va a querer complicarse la vida…” las expresiones de los propios funcionarios auguran que el cambio fue para que todo siga igual.

Si los desequilibrios continúan al interior del poder ejecutivo, es decir, si a uno de los pilares del gabinete lo llenan de trabajo y el otro solo se utiliza como dama de compañía y para adornar las fotos, la administración enfrentará en el 2027 una severa tormenta electoral y quedará expuesta a que, en cualquier momento antes de la elección, por distintas circunstancias o situaciones de coyuntura, el régimen entre en crisis porque no hay operación política.

El punto fino en este escenario no es enfrentar a dos figuras relevantes para la gobernadora, ambas de confianza y poseedoras de su afecto, sino impulsar una mejora operativa que ayude al gobierno estatal y evite problemas a Margarita González Saravia. Javier y Edgar son dos piezas valiosas para la gobernadora, pero con formas, estilos y ritmos distintos en el mismo equipo; lo suyo no debe ser competencia, sino complemento.

Más por el proyecto que por la persona, Edgar Maldonado debe convertirse en un punto de equilibrio al interior del gabinete, en el eje unificador del equipo, la pieza de cohesión de un gobierno que nació dividido y cuya falta de resultados comienzan a pasarle factura a la jefa del ejecutivo.

Pero eso solo podrá lograrlo si le permiten hacer política real y si él mismo se decide a ser la figura que la gobernadora necesita.

Si no ocurre así, habrá un secretario de gobierno sin gobierno.

·         posdata

La gobernadora Margarita González Saravia reiteró su respaldo a la presidenta Claudia Sheinbaum ante los ataques que ha recibido, tanto físicos como digitales, de “fuerzas conservadoras que no quieren a México”.

Como todos los mandatarios de la 4T, la de Morelos cierra filas con la jefa del ejecutivo federal en un momento complejo, el más difícil en este arranque de gobierno, el que podría, si se sigue manejando mal como hasta ahora, cambiar las cosas en el futuro de Morena.

“El pueblo de Morelos está con ella y la respalda” dice la gobernante morelense, sin que sus palabras representen el sentir de la mayoría de la población.

En la última encuesta levantada por el gobierno federal en el estado, sobre desempeño gubernamental, la calificación de los ciudadanos de Morelos hacia Claudia Sheinbaum bajó del 8.3 en enero a 7.2 en septiembre, mientras que la aprobación de su trabajo pasó de 85 a 71.

Morelos a pesar de ser una tierra históricamente obradorista, es una de las entidades donde la presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo tiene el nivel de aprobación más bajo del país.

Pero la clave del análisis no está en la calificación que un grupo de ciudadanos encuestados otorgue a un político, sino en lo que hay de fondo en la tormenta que enfrenta el gobierno federal.

La presidenta es una figura muy importante, tiene una buena calificación en su desempeño, mejor que la de otros presidentes de oposición, pero también le toca lidiar con una pesada herencia de violencia, criminalidad y corrupción que justificadamente tiene enfadadas a muchas personas.

Es claro que detrás de los ataques contra el gobierno federal hay manos y dinero opositor, que existen campañas orquestadas para lastimar al movimiento transformador e intereses perversos que tratan de recuperar viejas canonjías; pero no se puede generalizar, también hay un sector de la población legítimamente molesto con la situación del país, con las decenas de muertes que ocurren todos los días y la poca empatía que ante hechos graves de violencia ha mostrado el gobierno federal.

Margarita González Saravia es una militante de izquierda de toda la vida, convencida del proyecto de la 4T y decidida a defenderlo en cualquier circunstancia; pero también es una ciudadana con familia, amigos y conocidos, con una vida personal que le permite ver más allá de una perspectiva política y que sabe que el problema que se reclama es real; no puede poner a su movimiento por encima del país.

El reto para la presidenta y para los gobernadores de Morena está justamente ahí, en diferenciar entre los intereses perversos y las campañas orquestadas de la inconformidad autentica. Si continúan generalizando, si toda la crítica que aparece la colocan en el plano del ataque conservador y mantienen la postura de que cuestionar a su movimiento es traicionar a México, los costos sociales que pagarán en el proceso electoral intermedio serán muy altos.

El PRI y el PAN no son opción de gobierno, han demostrado con creces que se trata de fuerzas políticas oscuras, corruptas, indolentes, abusivas… pero también hay personajes en Morena que están igual o peor. Ahí está Noroña, Adán, Andrea, Cuauhtémoc, Monreal, Layda, Citlalli, Rocha, Bedolla… todos impresentables.

La defensa a la figura presidencial es válida, pero debe ser inteligente.

·         nota

El presupuesto para el 2026 fue aprobado mucho antes de que se cumpliera el plazo para que el congreso lo hiciera; la gobernadora ha celebrado esta decisión, lo mismo que los líderes políticos de la cámara de diputados.

El documento enviado por el ejecutivo fue avalado sin cambios sustantivos, se enfocará en temas sociales que interesan a Margarita González Saravia y que beneficiarán a sectores que históricamente habían sido olvidados.

La operación política en el caso del presupuesto funcionó correctamente.

·         post it

El paquete económico 2026 ha marcado históricamente el final político del año; cuando el congreso avala (o no) el presupuesto, lo que sigue es un cierre casi total de las actividades públicas y gubernamentales.

Conociendo a Margarita González Saravia eso no ocurrirá, la dama es una mujer muy activa que sin duda mantendrá el ritmo de trabajo hasta el final del año y eso obligará a su equipo a seguir sus pasos.

Hacía mucho que en Morelos no teníamos un gobernante 24/7.

·         redes sociales

Si controlan el problema de inseguridad… o lo comunican mejor, el 2026 el gobierno estatal puede hacer notar mucho más el trabajo del gabinete.

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