Juego de Manos - Violencia normalizada
En opinión de Diego Pacheco
Enero ha terminado (por fin). Sin embargo, en su última semana nos dejó saber que las desgracias y los comentarios desafortunados —por no decir “de pena ajena”— están lejos de llegar a su final. Para dar cierre a la apertura del 2020, Enrique Guzmán, cantante y actor mexicano, conocido no solo por su labor artístico sino también por sus ideas que datan de hace un par de siglos, dio de qué hablar a partir de su participación en el programa “Miembros al Aire”, de la cadena Univisión. Ahí, quien fue cantante de Los Teen Tops, expresó sus pasadas creencias cuasi-esclavistas y las contrastó con sus actuales ideas más “progresistas”.
Me explico: el artista mexicano nacido en Venezuela compartió cómo antes al ver a un negro en la calle sentía desagrado (que mostró con una cara de asco). Sin embargo, dice, eso es cosa del pasado. Hoy, el artista señala que hay afroamericanos que le caen bien, y que “son buena onda como esclavos”. Vaya.
Y así, sin filtros ni pausas, Enrique Guzmán pudo proyectar su discurso racista durante varios minutos. A su lado, los conductores e invitados del programa —dentro de quienes se encontraba un par de personas afroamericanas— lo acompañaron con risas y le siguieron el juego. Kalimba, otro de los participantes de este programa, inclusive bromeó con lo esencial que resulta una persona negra en un grupo de amigos: “por si los para la tira, hay que echarle la culpa a alguien”.
Aquí preocupa la libertad con la que discursos violentos en contra de un sector en situación de vulnerabilidad en México y en el mundo —y cuya historia ha sido marcada por abusos, agresiones físicas y psicológicas y opresión sistemática— pueden ser enunciados en una cadena grande de televisión. Y cómo son acompañados con intentos de convertirlos en humor y entretenimiento. Sin embargo, el problema va más allá.
La importancia de este caso en específico rebasa a Miembros al Aire y Univisión como canales de mensajes de odio, o a Enrique Guzmán como tótem de la supremacía blanca. La gravedad del asunto es que tiene una relación íntima con la sociedad mexicana y pensamientos que han trascendido durante generaciones.
Porque si bien la comunidad afroamericana asciende a menos del millón y medio de personas, de acuerdo con cifras del INEGI, el principal blanco para el racismo mexicano es el mismo mexicano, el indígena, el moreno. Y es este el problema que vale reflexionar a partir de este caso.
Esta manifestación de pensamientos arcaicos manifestados desde una posición racial privilegiada no es exclusiva de una generación o un sector poblacional. Los privilegios que ofrece un tono de piel claro en México son reales, y la discriminación hacia la tez oscura, también; y si bien las declaraciones como las de Guzmán en nuestro país no son tan comunes (por la víctima a quien apunta, no por el acto), la violencia sistémica ejercida hacia aquellos que tiene ascendencia indígena o negra es, quizá, más grave aún.
El racismo interiorizado de Kalimba (o al que se vio orillado para encajar en ese espacio) es importante, pues refleja una realidad a la que miles de mexicanos se ven orillados, y que tiene como consecuencias la vergüenza propia, la violencia física y psicológica hacia miembros de la misma ascendencia, y la discriminación de los productos nacionales tradicionales (desde alimentarios hasta culturales). Cuando tú, tu color, tú ascendencia, tu cultura y tú historia de vuelven motivo de burla o desagrado; te vuelves un intruso en tu propia casa.
Es preocupante, más no sorpresivo, observar la normalización de este tipo de discriminación en nuestro país. Es tristísimo comprender que las raíces de este problema han llegado hasta las mismas víctimas. Y es vergonzoso que actos de esta naturaleza sean aplaudidos en televisión. Hace falta dejar de dar voz a quienes no aportan más que un retroceso histórico con sus palabras. El esclavismo termino con un saldo altísimo de sangre, y sus secuelas se perciben hasta la fecha; y quien lo recuerde con humor no tiene memoria histórica (o un gramo de empatía).
Mañana no hay clases
Para terminar este espacio con el mismo sabor amargo: el fin de semana Jorge Daniel “N”, alumno de 21 años de la Facultad de Ciencias de la UNAM, fue detenido por elementos de seguridad de la institución tras ser descubierto por una alumna en el baño de mujeres grabándola con su celular. El hombre fue entregado a elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y puesto a la disposición de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. Ahora, él cuenta con una acusación por el delito.
La práctica de grabar a las mujeres en el baño para fines personales o de lucro (sí, el contenido se llega a vender) no es ni remotamente nueva en esa u otras facultades de la Máxima Casa de Estudios. Sin embargo, el contexto en que se realiza la detención debe de ser tomado en cuenta para medir la importancia del hecho. Hoy, las estudiantes organizadas han alzado la voz y los puños para manifestarse en contra de la violencia de género que viven, día con día, en una Universidad que se ha visto superada (en el mejor los casos) o que ha decidido ignorar (en el caso más probable) por el problema.
Hasta el momento en que se escribe esta columna, son 8 planteles de la Universidad de la Nación los que se encuentran en paro indefinido —las facultades de: Ciencias Políticas y Sociales, Arte y Diseño, y Filosofía y Letras (que lleva 3 meses en alto); y las Preparatorias 2, 3, 6, 8 y 9— y 12 las escuelas que definirán su posición en asambleas estudiantiles.
Esta batalla se ha podido librar gracias a la solidaridad que un sector de la comunidad estudiantil ha brindado a las víctimas de acoso, violencia física y psicológica, y feminicidios
El problema existe, los asesinatos, las violaciones, los secuestros, el acoso y la violencia por razones de género es visible, constante y sumamente alarmante. No debemos normalizar este gravísimo problema. No debemos perder la empatía por las víctimas. Y ellas no deben dejar de luchar hasta que lo tiren. Y en eso están.
Por cierto: hace tres meses fue aprobada la Ley Olimpia en el Congreso de la Ciudad de México, legislación que castiga a quienes compartan contenido sexual sin el consentimiento de una de las partes. Habrá que ver la efectividad que tienen las autoridades para procesar efectivamente a este individuo utilizando este nuevo recurso legal.
Y tú, ¿cómo ayudas a combatir la violencia de género?
diegopachecowil@gmail.com