Escala de Grises - Será mañana
En opinión de Arendy Ávalos

El 8 de marzo de 2022, como parte de las denuncias realizadas durante el Día Internacional de las Mujeres, la cantante Sasha Sokol compartió en plataformas digitales el daño emocional y psicológico que vivió desde los 14 años, cuando fue víctima de una relación abusiva con Luis de Llano Macedo, un hombre 25 años mayor que ella.
La información, a pesar de ser conocida en la industria del entretenimiento, ocasionó gran revuelo en los medios de comunicación y redes sociales. Las declaraciones le dieron luz a las dinámicas de abuso en la industria de la música y la televisión que parecían estar normalizadas o disfrazadas de relaciones románticas, como ocurrió en el caso de la cantante y el productor, quien declaró en una entrevista haber estado “profundamente enamorado de ella”.
Luego de realizar el proceso correspondiente, para mayo de 2023, Luis de Llano fue condenado por daño moral en contra de la cantante durante los años que trabajó como su representante. Como respuesta, el exrepresentante de Sokol interpuso un amparo; mismo que fue negado hace tan sólo una semana por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Bajo el argumento de que existía una relación “ilícita y asimétrica”, no sólo por la diferencia de edad entre ambos, sino también por la dinámica de poder que Luis de Llano ejercía sobre la entonces menor de edad, la Corte impuso a de Llano Macedo disculparse públicamente en los mismos medios donde realizó declaraciones revictimizantes.
Luis de Llano también está obligado a jamás hablar de lo ocurrido y a pagar una indemnización para compensar los daños ocasionados. La decisión fue celebrada a nivel nacional por quienes siguieron el caso de cerca, y por la misma Sasha Sokol, quien aseguró que “estabilizar la verdad es el principio de la reparación”.
Y no es para menos. Sin embargo, la importancia de este caso no radica en que las dos partes involucradas son famosas y tienen carreras dentro de la industria de la música o la televisión. Enfoquemos nuestra mirada en el panorama completo, en lo que representa que la impunidad no se hiciera presente, la excepción a la regla.
Si bien, Luis de Llano no está condenado, la decisión de la Corte se convierte en un ápice de justicia. Y es que en México el 98% de las denuncias por violencia de género queda en la impunidad debido a múltiples causas: la falta de capacitación con perspectiva de género a las autoridades involucradas, falta de criterios para valorar el daño a las víctimas, entre otras.
Después de 40 años, la justicia llegó para señalar un caso de abuso sexual en contra de una menor de edad, lo que representa un avance significativo en el sistema completo para las víctimas. En un país con más de 35 mil carpetas de investigación por abuso sexual infantil cada año, la negación sistemática de justicia no sólo daña más a las víctimas, también permite que la violencia siga ejerciéndose.
La decisión de la Corte es relevante por la fama de las personas involucradas porque visibiliza las relaciones asimétricas que se sostienen gracias al silencio y la complicidad, lo que significa dar un paso más hacia la prevención: obliga a la sociedad a mirar más allá de lo que podría aparecer en la pantalla, obliga a las instituciones y a las autoridades a reconocer sus fallas.
Bajo esta misma línea, reconocer la asimetría que se ha normalizado, incluso romantizado, entre mujeres jóvenes y hombres adultos permite diseñar protocolos de denuncia que consideren el desequilibrio y el contexto completo como una señal de alerta que ya no puede pasarse por alto.
A pesar de que las disculpas públicas no revierten el trauma, la reparación simbólica del daño valida la experiencia de las víctimas, castiga las conductas abusivas, se convierten en un reconocimiento oficial de lo ocurrido. Y, no menos importante, simbolizan un pequeño avance en la lucha contra la impunidad. Este es un valioso precedente, tanto jurídico como cultural.
La decisión de la Corte se transforma en un rayo de esperanza para quienes aún siguen esperando que la justicia llegue, abre camino para una justicia restaurativa que acerque la reparación a las víctimas. Representa la posibilidad de que, como dice la canción, si no es ahora…
Será mañana:
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