Escala de Grises - ¿Qué hace falta?

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - ¿Qué hace falta?

Después de que la ratificación de Félix Salgado Macedonio para la candidatura a la gubernatura de Guerrero, otro caso de violencia de género flota en las aguas de Morena.

Decenas de mujeres activistas de diferentes regiones de Oaxaca exigieron que se niegue la candidatura a diputado a Humberto Santos. Presuntamente, Santos creó y administró un grupo de WhatsApp llamado “Sierra XXX”, donde animaba a compartir fotos íntimas de mujeres ayuujk sin su consentimiento.

Las activistas difundieron un comunicado en el que esta serie de acciones, en las que otros hombres compartían fotos y hacían comentarios sobre el cuerpo de las mujeres, es una muestra más de la normalización de la violencia de género.

Bajo este argumento, exigió al partido político impedir la participación de Humberto Santos en el proceso de postulación y, de esta manera, evitar que ocupe un asiento en la Cámara de Diputados local.

El caso del chat ha sido objeto de acusaciones desde marzo del 2020, cuando se realizó una denuncia formal ante la fiscalía y se presentaron pruebas de lo sucedido. Sin embargo, no fue hasta ahora cuando el precandidato realizó declaraciones al respecto.

Por supuesto, Santos negó “categóricamente” (porque no puede hacerse de otra manera) la creación del grupo. Por si fuera poco, cuestionó la veracidad de lo sucedido y solicitando la identificación de las “supuestas víctimas”. Todo mal.

Ya que hablamos al respecto, aclararemos algunas cosas para Humberto Santos y para todas las personas que continúan con dudas o que afirman que este tipo de acusaciones [denuncias] son parte del próximo electoral. ¿Como el presidente? Ándele, como el presidente.

Para empezar, el proceso de denunciar un acto de violencia no se reduce únicamente a “hablar con las autoridades”; implica enfrentar la revictimización y la culpabilización de las víctimas, significa escuchar comentarios como “eso le pasa por tomarse fotos desnuda” o “eso le pasa por compartir fotos de ese tipo” y todos sus derivados.

Con eso en mente, el proceso puede tardar de cuatro a más de 16 horas y, entre las especificaciones para denunciar violencia sexual, está el requisito de levantar un acta dentro de las 24 horas siguientes a la agresión sexual.

La cuestión más importante dentro de esto no son los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres que quieren denunciar algún tipo de violencia. Lo más importante dentro del proceso está en tratar de comprender que las víctimas denuncian cuando pueden hacerlo, cuando su proceso se los permite.

Ahora, las mujeres que alzan la voz no le deben explicaciones a su agresor. Las preguntas “¿Dónde están las supuestas víctimas?” y “¿Dónde están las denunciantes?” solo pueden hacerlas las autoridades correspondientes.

Son esas mismas autoridades las que deberían investigar bajo el debido proceso los hechos y actuar al respecto, a pesar de que no haya denunciantes (ojo con el plural). Una víctima es suficiente para hacer justicia.

Esa última afirmación [que usted podría pensar como utópica y no le culpo] es lo que hace falta que comprendamos. No hace falta que maten de 10 a 11 mujeres todos los días en el país para comprender que existe un problema estructural. De hecho, no “hace falta” que las mujeres sean violentadas para generar estrategias e implementar acciones que prevengan, eviten o castiguen la violencia de género. Que nos quede bien claro.

En cuanto a la violencia en el plano digital, recordemos que —hace no mucho— en noviembre del veinteveinte se aprobó la Ley Olimpia; misma que castiga hasta con seis años de cárcel a quien viole la intimidad sexual de una persona.

Al respecto haré una pregunta retórica: ¿Está el personal de los ministerios públicos y las fiscalías capacitado para abordar esta situación? ¿Las personas que forman parte de estas instituciones conocen el protocolo a seguir? Como dije, no hace falta que responda.

Hace algunas Escalas pregunté qué se puede esperar del sistema si el mismísimo presidente de la República no puede romper el pacto patriarcal y atender las demandas de las mujeres. Para esta edición el planteamiento es un poco diferente.

No solo se trata del presidente ni de las candidaturas o los puestos de poder en el país. Se trata de todas las pequeñas (sic.) acciones violentas que atestiguamos en la cotidianidad y que son perpetradas en nuestras familias, en nuestros círculos de amistad, en el entorno laboral, en la calle, en el transporte público.

Esas, precisamente, son una muestra de todo lo que ha estado normalizado, oculto a plena luz del día. Visibilizar y castigar acciones como que un hombre comparta el “pack” de su pareja es lo que se necesita para darnos cuenta de que crear grupos con el fin de compartir fotos íntimas de las mujeres pertenecientes a una escuela, a una empresa o a una región completa de Oaxaca no pueden tomarse a la ligera. Una víctima es suficiente para exigir justicia.

¿Qué hace falta para generar conciencia al respecto? ¿Qué hace falta para que todas las personas (no solo las autoridades) acepten que hay una pandemia desde hace muchos años? ¿Qué hace falta para conseguir la vacuna o un protocolo efectivo para salir a la calle sin miedo? ¿Qué hace falta para dejar de perpetuar un sistema y una estructura que no escucha a las mujeres?

Porque yo podría pensar que los motivos sobran y que las razones se extienden desde el primer grano de arena en los desiertos del norte hasta la última gota del mar en Yucatán, pero parece que ni la sociedad ni quienes la gobiernan parecen darse cuenta.

Aquí van algunas sugerencias de lo que hace falta para nosotras: Ser escuchadas, ser reconocidas, ser tratadas con equidad. Recibir el salario justo por el trabajo que realizamos. No ser las únicas responsables de las labores de crianza o de las tareas del hogar. Tener derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

La posibilidad de usar las prendas de ropa que nos gusten sin temor a ser acosadas, el privilegio de salir de casa a cualquier hora y regresar ilesas. No tener que salir a exigir justicia por las mujeres asesinadas, por las mujeres desaparecidas. No tener que soportar a ningún agresor en la calle, mucho menos en puestos de poder. No ser criminalizadas por la violencia que sufrimos…

Una víctima es suficiente para detener la violencia de género:

arendy.avalos@gmail.com

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