Juego de Manos - A la altura de nuestros tiempos

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - A la altura de nuestros tiempos

Buenas noticias desde la Cámara Baja. La Comisión de Igualdad de Género, integrada por 27 diputadas y un diputado, aprobó su opinión a favor sobre la iniciativa en materia de interrupción legal del embarazo en el país. Esto representa un avance en favor de los derechos sexuales y reproductivos de las mexicanas y un paso hacia una actualización del pensamiento tradicional (y en múltiples ocasiones socialmente nocivo) que predomina en algunos sectores del país.

Este progreso, obviamente, no se dio sin antes desencadenarse un debate al respecto. La oposición, conformada por legisladores del PAN y el PES, lanzó los mismos argumentos en contra que se han manifestado desde los inicios de la discusión. Una opinión que destacó en redes fue la del excantante Ernesto D’Alessio, del Partido Encuentro Social, quien señaló “con respeto y sin hablar de religión ni moral” que “el aborto espontáneo y patológico es un crimen”, esto, desde la lógica que desde la fecundación del óvulo se crea una vida.

A ello, la legisladora independiente, Lucía Riojas, respondió a las declaraciones del diputado del PES y le pidió no asumir la experiencia de las mujeres a la hora de abortar (sugiriendo escuchar), actualizar sus fuentes de consulta (porque la ciencia está en constante cambio) y llevar a cabo un debate responsable y a la altura del contexto. Asimismo, hizo hincapié en la memoria de las mujeres, y en el recuerdo que se llevarán de los legisladores y sus posturas acerca de este tema: “No se digan defensores de la vida si no les importa vernos muertas”, declaró. Aguas.

Aquí hay mucho que abordar. Primero, hay que dejar las máscaras fuera del ring legislativo. Hablar “sin ánimos de ofender” para después criminalizar a las mujeres, y utilizar fuentes no religiosas para sostener pensamientos moralistas y religiosos; es un disfraz tan efectivo como una sábana con dos hoyos.

Después, siguiendo con el énfasis en las fuentes y los datos, de acuerdo con números de INEGI, 17.5 por ciento de los partos registrados en México son de mujeres menores a los 20 años. Asimismo, Nadine Gasman, directora del Instituto Nacional de las Mujeres, señaló a finales del año pasado que 34 niñas en México se embarazan como consecuencia de una violación, cada día. Finalmente, el Observatorio de Mortalidad Materna indicó que el aborto clandestino se encuentra dentro de las principales cinco causas de mortalidad materna.

Es decir, sin importar la perspectiva desde la que quiera abordarse, el aborto en México es una realidad. La clandestinidad a través de la cual se lleva a cabo es consecuencia de una legislación que no toma en cuenta los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Es un fenómeno sobre el cual es imperativo legislar. Por la protección de los derechos y la vida de las mexicanas, por cambiar el pensamiento que criminaliza su sexualidad, por dejar de culparlas por ser víctimas de violaciones (y quedar embarazadas). Urge ponernos de su lado, escucharlas.

Por otro lado, vale la pena reflexionar sobre la educación sexual que se imparte o no en México. Esta, desafortunadamente, se reduce a un conocimiento superficial de los métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual y a un énfasis en la abstención como el camino efectivo [moralista] hacia el cual dirigir la sexualidad de las personas. Finalmente, es mejor que los niños y niñas no sepan sobre sexualidad para que no les den ideas, ¿no?

El problema con abordar de este modo la sexualidad de las niñas, niños y jóvenes es que, primero, no resuelve los problemas sexuales y reproductivos a los cuales, se supone, deben dar respuesta o a los problemas psicológicos y de género que ni siquiera toma en cuenta, pero que existen. Con el enorme acceso a la información y la brecha digital que día con día distancia a los padres de los hijos, pensar que la esfera familiar y escolar son las únicas fuentes de información (o sugestión) sexual es irreal, irresponsable e inocente.

En segundo lugar, es gravísimo criminalizar la sexualidad de las y los mexicanos desde edades tempranas. Las preferencias, identidades y deseos sexuales son reales y se presentan, en ocasiones, incluso antes de llegar a la adolescencia. Es en esta etapa en la que se construye gran parte de la identidad de las personas, se desarrolla su personalidad y, en la mayoría de los casos, se entra en crisis de identidad y autoestima; esto sin tomar en cuenta a las personas con identidades o preferencias no heteronormadas.

Es irresponsable actuar como si esto no fuese una realidad. Ignorar este aspecto de la humanidad en las personas desencadena problemas personales como depresión, ansiedad y culpa; problemas sociales como el bullying, la discriminación por razones de sexo, género o preferencia, acoso, propagación de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados e, inclusive, suicidios. Basta de ignorar la realidad porque genera incomodidad. La salud sexualidad y armonía social no pueden quedar en manos de juicios morales (y mucho menos en esferas políticas tan altas).

A lo que quiero llegar con todo esto es a que, si bien la lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres tuvo un logro esta semana, eso hay que aplaudirlo; es importante ver el panorama completo para darnos cuenta de que, como país, nos queda un largo camino por recorrer para alzar nuestros pensamientos y legislaciones a la altura de nuestros tiempos en materia de sexualidad. Paso a paso, llegaremos a un futuro en el que todas las personas puedan desarrollar y vivir su sexualidad (idealmente); sin embargo, cada día que pasa cuesta vidas.

Es muy importante dejar a un lado los tabúes e incomodidades personales y ponernos en el zapato del otro. Urge empatía, urge humanizar a las personas que no son como nosotros y, sobre todo, urge dejar de asumir (desde nuestra posición de privilegio) lo que enfrentan las personas en posiciones desfavorables. Hay que escuchar, pero en serio, para entender que lo que piden no son privilegios, sino derechos fundamentales para proteger su integridad y su vida.

 

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