El 9 de marzo
En opinión de Aura Hernández
[…] el feminismo es liberar la mente del sistema patriarcal, de la religión y del capitalismo que son las principales amenazas para la mujer. Aunque no sólo son amenazas para la liberación de la mujer sino también para los pobres[...]
Nawal al Saadawi
Como nunca, en el mundo y en nuestro país, este 2021 se ha puesto en el centro de la discusión política el tema de los derechos de las mujeres y particularmente su derecho a vivir una vida libre de violencia. Hoy, más que nunca la exigencia de terminar con la cultura patriarcal que históricamente ha permeado las políticas públicas, fue una sola voz.
Y no es para menos, pues para un sector de la población, por lo menos de este país, el 8 de marzo es un día especial porque conmemoramos la lucha de muchas mujeres por alcanzar la igualdad de género y por visibilizar las violencias, que no por estar normalizadas, son menos lacerantes. Otro sector muy importante de hombres y mujeres de este país, sigue felicitando “a las damitas en su día”, y ese, el indicador de que en esta tarea estamos en pañales.
Este año la conmemoración del día internacional de la mujer, decretado por e ONU en 1975 ha coincidido en nuestro país con un proceso electoral en ciernes y en el que, como en la guerra “todo se vale” hasta convertir en feminista a la derecha, la coyuntura alimentó la virulencia de las protestas contra el oficialismo.
Antes de continuar, valga reconocer que aún cuando hay mucho por hacer y que en muchos sentidos falta una definición clara en la instrumentación de políticas públicas que se esperaría de un gobierno de izquierdas, como por ejemplo legislar sobre la interrupción del embarazo, este ha sido el primer gobierno en la historia de este país en tener un gabinete paritario y una propuesta de combate estructural a las desigualdades esenciales en los que se incuba, sin duda, la violencia y la desigualdad de género.
Sin embargo, el error táctico de colocar vallas de acero como protección a edificios históricos, concretamente al Palacio Nacional, constituyó un elemento que indignó a muchas luchadoras por los derechos de las mujeres y dió herramientas a las organizaciones opositoras a la actual administración federal.
En principio el resultado feliz de la resignificación de este evento, que muchos calificaron como adverso para la mujeres organizadas, fue que el muro acabó convertido en hermoso mural de protesta y un espacio para el reencuentro de las mujeres y en un homenaje a las víctimas de la violencia machista. Al momento en que esto escribo, la violencia y la vandalización lo hicieron una víctima más.
México, es nuevo en la defensa de los derechos de las mujeres, pues las pioneras de este movimiento a inicios del siglo XXI eran mujeres o grupos de ellas marginales, que eran tildadas de locas, pero todavía más, en México las mujeres no teníamos la cultura de tomar la calle y protestar y había también una historia de represión, recordemos Atenco.
El Caso Atenco ocurrido en el año 2006, le mereció a México una sentencia condenatoria de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos en los que se señaló al Estado mexicano violaciones graves a los derechos de las mujeres, entre ellos la violación a su derecho a la libertad de reunión, detenciones ilegales y arbitrarias, tortura física psicológica y sexual, y falta de acceso a la justicia y ni que decir de la sentencia Campo algodonero.
No obstante, es de celebrarse el avance que se ha logrado en la visibilización de las desigualdades y las violencias que aquejan a las mujeres a la luz de lo ocurrido en los últimos días, pero, ¿qué haremos después de la euforia generalizada del 8M? ¿Qué significado tendrá la lucha a partir de hoy 9 de marzo?
Pues bien, y en vista de esta histórica movilización en la que participaron líderes de opinión, integrantes del empresariado, lìderes de todas las facciones políticas, candidatas y candidatos, personas que ahora y después tendrán responsabilidades para instrumentar políticas públicas que influyan en la igualdad de género y en el combate a las violencias contra las mujeres, el 9M deberá también ser un parteaguas del movimiento feminista.
De una lista bastante amplia de las tareas y retos a los debemos hacer frente a partir del 9 de marzo, les planteó aquí solo algunas que recuerdo a vuelo de pájaro: hacer realidad la paridad de género en todos los ámbitos, impulsar las candidaturas de las mujeres trans, impulsar la legislación para despenalizar la interrupción del embarazo.
Otras: Impulsar políticas públicas que redistribuyan y reduzcan el trabajo doméstico y las labores de cuidado que históricamente la cultura patriarcal ha cargado en la espalda de las mujeres y garantizar la seguridad fìsica en los espacios públicos y en los privados.
De igual manero el 9M deberá ser el punto de inflexión para trabajar por garantizar el derecho de acceso a la salud y combatir la violencia obstétrica, garantizar el respeto a los derechos reproductivos, garantizar el acceso a la justicia, impulsar medidas afirmativas para la participación de las mujeres en la toma de decisiones en política y en el ámbito laboral en igualdad de condiciones,
Así también, impulsar el reconocimiento a la existencia de diversos feminismos, promover la conciliación de la vida personal y laboral de las mujeres para que eso no signifique, trabajar con las hijos o hijas en brazos y legislar sobre el trabajo a distancia y los roles de género.
Si somos consecuentes, el 9M mostrará de qué estamos hechas y que el 8 de marzo no es solo una moda o una postura política, sino una forma de vida. A esto último hay que apostarle, de otra manera, la apropiación del discurso feminista de que hemos sido testigos será solo una muestra más de oportunismo político.