Serpientes y escaleras - El juego de las sillas
En opinión de Eolo Pacheco
Los diputados querían un congreso de 30 integrantes, pero la corte les dijo que no
El juego de las sillas
La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de echar abajo el decreto 433 mediante el cual los diputados locales aumentaban de 20 a 30 las curules del parlamento morelense moverá los escenarios de los partidos políticos de cara a la elección del 2027. El criterio de los ministros es claro: “no existe la figura de diputaciones de primera minoría”, por lo cual la decisión local queda sin efecto. Con menos sillas, la contienda interna será más intensa.
El inesperado fallo del tribunal federal abre un ciclo de tensión en todos los partidos, particularmente en Morena, porque un congreso pequeño no solo reduce la pluralidad, también recalibra las expectativas de quienes sentían que podrían acceder a un espacio y ahora quedarán rezagados de la repartición.
Aunque se trata de la misma fórmula que ha aplicado desde la elección del 2018, cuando el congreso graquista reformó la ley, redujo a 20 el número de curules y aprobó la reelección de diputados “hasta por cuatro periodos”, además de que se elevó el porcentaje de votos para acceder a un espacio plurinominal de 3 a 5 por ciento, el naufragio de la reforma hecha hace unos meses angustia a más de uno que ya sentía que le sería más fácil llegar a la cámara.
Veámoslo de esta manera: en un congreso de 20 (como está actualmente) el ecosistema político es más competitivo, más agresivo y emocional; cuando la oferta de cargos es estrecha y no alcanza a cubrir las metas de todos los aspirantes, los grupos políticos cambian su comportamiento y dejan de competir para ganar, lo hacen para no desaparecer, lo cual genera dinámicas que influyen en la elección.
En el caso de Morena la situación es especialmente delicada, por eso fueron ellos con apoyo del PAN quienes promovieron una reforma que ampliaba el número de diputados, para de esa manera abrir más lugares para sus huestes. Los integrantes de la 4T enfrentan un doble reto, porque a diferencia de las otras fuerzas políticas, en su caso no se permitirá ni la reelección, ni el acomodo de familiares.
La determinación de la SCJN no es cosa menor, cambia de manera importante el panorama para los aspirantes de todos los partidos y cierra posiciones para los operadores políticos internos, quienes con 30 curules tenían más posibilidad de llegar. En este escenario los que sean excluidos tendrán tres escenarios: aceptar, replegarse y sabotear desde adentro.
El riesgo no es teórico, es real y la experiencia lo confirma: cuando las candidaturas se reducen, el efecto inmediato es la proliferación de rupturas discretas, candidaturas alternas, filtraciones internas, boicots en campaña y caída de la movilización electoral. Si Morena no maneja y administra bien sus exclusiones podría volver a vivir lo que le pasó en el 2024 y repetir escenarios que se han visto en todos los partidos cuando la lucha interna rompe la estabilidad. En distintos momentos las elecciones se han perdido no por la fuerza de la oposición, sino por la desmotivación de la base militante operativa.
Los panistas, segunda fuerza en el estado, tienen un escenario distinto, pero con resultado similar: con menos espacios para repartir aumenta la tensión interna y baja la posibilidad de incrementar su presencia el congreso; al revertirse el decreto, las curules serán ocupadas por los cercanos a los hermanos Martínez Terrazas. En este caso el enfado tiene un camino visible: habrá migración hacia partidos que les abran las puertas y el primero de la lista es Movimiento Ciudadano, que desde ahora está capitalizando el enojo panista y morenista.
Para los naranjas la situación es paradójica, porque aunque aplauden la decisión de la corte y pueden capitalizar el rompimiento en otros partidos, con menos diputados sus posibilidades de crecimiento también se reducen. Su entusiasmo se enfoca en poder lograr reclutamientos estratégicos, agresivos, especialmente de cuadros que salgan de Morena o del PAN por falta de oportunidades. Para los partidos pequeños un congreso de veinte integrantes les convierte en un activo mayor, porque a ellos llegarán los desplazados en busca de siglas que les permitan competir.
Una variable importante en el próximo proceso electoral serán los excluidos. Y lo serán no solo por lo que puedan tener como capital político propio, sino porque en algunos casos representarán estructura, redes territoriales y movilización de votos. La lógica es política, no partidista: nadie cierra filas en torno a un proyecto si se siente excluido, cuando siente que no tiene futuro o no gana nada.
Para la gobernadora un congreso con el mismo número de integrantes no es necesariamente una mala noticia: un parlamento pequeño es más predecible, más maniobrable y dependiente del ejecutivo. Si Morena evita heridas profundas, mantiene o eleva su representación legislativa y pone en orden a los indisciplinados, avanzará con tranquilidad en la segunda mitad del sexenio. El riesgo es que suceda lo opuesto y surja una legislatura opositora, rebelde, preparada y decidida a ser verdaderamente un equilibrio de poder; ahí sí las cosas se pueden volver caóticas.
Con el resolutivo de la corte, Morena y el PAN se regirán por la política de la escasez, en donde internamente no avanzarán los más fuertes, sino los más cercanos y disciplinados, situación que influirá en el comportamiento electoral, se combinará con la fuerza de los programas sociales y el manejo de los partidos: cuando el sentimiento de frustración llega a aquellos que tienen un rol importante en la estructura o en la movilización, el riesgo de un fracaso interno crece de manera exponencial.
Una silla menos siempre genera un voto más para quien se siente desplazado. Y en el 2027 en Morelos habrá más desplazados que lugares.
· posdata
Un elemento clave en la siguiente elección será la inseguridad. No importa lo que digan las autoridades, lo que declaren los políticos o lo que reporten las estadísticas, lo sustantivo es lo que la gente siente o percibe.
No importa lo que nos digan: la situación de violencia e inseguridad en el estado y en el país es terrible, la peor de los últimos años, mucho más grave que en la llamada guerra contra el narco que impulsó el presidente Calderón o la que se vivió en la tierra de Zapata cuando se suscitó la crisis de Beltrán Leyva.
Puede ser, como lo afirma la presidenta Claudia Sheinbaum, que lo que padecemos hoy en todo México es resultado de la estrategia panista de Felipe Calderón y de la falta de resultados del gobierno priísta Enrique Peña Nieto, pero también deriva del plan de “abrazos y no balazos” de Andrés Manuel López Obrador.
En los últimos seis años el gobierno federal no combatió a los grupos criminales bajo el argumento de que se atenderían las causas de la violencia, prometió que se resolvería la pobreza, se daría dinero a la gente y se erradicaría la corrupción. Seis años más tarde vemos que la pobreza sigue y que las causas se mantienen, que el dinero invertido en programas sociales es enorme, llega a cientos de miles de personas, pero eso no ha mejorado la seguridad.
En materia de corrupción estamos peor que en los peores momentos del PAN y el PRI, con agravante que ahora los ladrones presumen su riqueza, la comparten en las redes sociales y se burlan de quienes los cuestionan porque se saben protegidos por el sistema. ¿Hablamos de los derechos de las mujeres? Cuauhtémoc Blanco es el mejor ejemplo de cómo se tratan hoy a los violentadores.
La crítica enoja a los chairos, sienten que hablar de los problemas es “traicionar a México”, pero olvidan que ese fue el discurso que los catapultó al poder porque muchos creímos que con un partido distinto las cosas serían diferentes.
Los problemas actuales no son causados por la presidenta, ni totalmente atribuibles a Morena; hablamos de conflictos añejos, que crecieron durante décadas producto del descuido/complicidad de distintos gobiernos de todos los partidos, incluidos quienes hoy nos gobiernan. Pero eso no lo aceptan en Morena, para ellos todo es culpa de los demás y nada es a causa de sus propias equivocaciones.
Al final no importa lo que los políticos o los analistas digan, sino lo que la gente siente. A Morena le favorece la lealtad que crean los programas sociales, pero le perjudica la percepción de quienes ven que las cosas no están bien.
El resultado de la elección derivará de esa ecuación, de lo que pese más en el ánimo del electorado y haga salir más gente a votar.
· nota
El secretario Edgar Maldonado afirma que “el gobierno de Margarita González Saravia dará cuenta de cualquier irregularidad que se encuentre en la pasada administración de Cuauhtémoc Blanco Bravo”.
Lo declara el mismo que hace casi un año, en funciones de consejero jurídico del estado, presentó junto con la contralora un “primer” paquete de denuncias en contra del gobierno de futbolistas por 40 millones de pesos, al tiempo de señalar que “aquí no hay espacio para improvisaciones ni para excusas o actos de corrupción”.
Fue Edgar Maldonado quien en 2024, cuestionado por la prensa, aceptó que se habían encontrado con un escenario de “corrupción generalizada”, con irregularidades, omisiones y desvíos que alcanzaron las 17 secretarías y los 44 organismos paraestatales.
Al cumplirse los primeros cien días de gobierno Margarita González Saravia informó que se presentarían denuncias penales y se abrirían procesos administrativos contra funcionarios y que las denuncias por 40 millones era “el primero de varios” paquetes de procesos contra actos de corrupción cometidos en la administración anterior.
Un año más tarde el mensaje sigue y la línea discursiva no cambia, pero no hay resultados tangibles contra nadie y el segundo paquete de denuncias no aparece por ningún lado.
Lo bueno es que hace unos días el fiscal anticorrupción ya dijo que los expedientes en contra de los graquistas no han prescrito y se actuará. Lo mismo debe suceder con los cuauhtemistas.
· post it
El fundamento de la corte para anular la reforma que aumentaba de 20 a 30 el número de diputados locales se basó en la inexistencia de la figura de “primera minoría”; lo único que existe en la constitución es la mayoría relativa y la representación proporcional.
Uno de los argumentos centrales de los ministros fue que la reforma favorecía injustamente a los partidos dominantes, quienes aún sin mayoría podrían obtener curules como “segundos lugares”, mismas que se combinarían con las plurinomoinales.
La mezcla de Mayoría, Plurinominal y Primera Minoría, distorsionaba la proporcionalidad y concentraba hasta el 73.3 por ciento de las posiciones en pocos partidos. Ergo: era un agandalle.
Morena dice que analizará el tema y no descarta volver a reformar la ley para llegar a las 30 curules. El PAN guarda silencio porque a ellos no les cambiaron lo que realmente les importaba: que en Cuernavaca la candidatura fuera para un hombre.
· redes sociales
Antes de pensar en intentar una nueva reforma electoral, los diputados deben atender la polémica que provoca la designación de nuevos magistrados del TJA.
El presidente de ese tribunal, Guillermo Arroyo, dice que “no urgen” más magistrados y que en caso de designarlos, requerirán al menos 20 millones más de presupuesto.
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