Escala de Grises - Aborto legal para no morir

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Aborto legal para no morir

El pasado martes 20 de julio fue un día histórico para el estado de Veracruz y para todo el país, pues esta entidad se convirtió en la cuarta a nivel nacional en aprobar la despenalización del aborto hasta las 12 semanas de gestación. La tierra jarocha solo ha sido antecedida  por la Ciudad de México, Oaxaca e Hidalgo, donde el aborto legal se volvió realidad a finales de junio.

Las personas responsables de la decisión aprobaron el dictamen (general y particular) con 25 votos a favor, 3 en contra (del PAN, obvio) y solo una abstención. La responsable de promover el proyecto fue la diputada Mónica Robles, quien se basó en las declaraciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para asegurar que las mujeres tienen derecho a una vida sexual, emocional y física.

Hasta el día de hoy, el aborto era concebido como un delito en el Código Penal en Veracruz, razón por la que, de acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública, la Fiscalía General estatal abrió 159 carpetas de investigación desde el 2015 hasta el 2020.

Es decir, durante los últimos años, poco más de 159 mujeres fueron criminalizadas por haber ejercido una decisión sobre sus propios cuerpos (tan solo en Veracruz);  situación que se replica en otras entidades de la República, donde el Estado continúa juzgando de manera legal [y moral] a quienes deciden someterse a este procedimiento quirúrgico.

En lugar de proteger a las mujeres que no desean ser madres y brindarles la atención que requieren para no morir en el intento de interrumpir su embarazo, las instituciones continúan sancionándolas y criminalizándolas, estigmatizándolas y cuestionándoles las razones en las que se basaron.

Las razones que cada una de esas 159 mujeres (y todas las que faltan por contar) tuvieron para abortar sobran. No le deben explicaciones a usted ni a mí y mucho menos a una sociedad que se guía por principios religiosos como la dualidad del cielo y el infierno; la misma sociedad que, en cuanto se dio a conocer que la inyección anticonceptiva no hormonal para hombres llegaría a México, comenzó a evidenciar unos niveles raquíticos de educación sexual o se negó a someterse a los mismos tratamientos que las mujeres llevan aplicando por años.

“Que aborten solo si el embarazo fue producto de una violación”, “que solo les permitan abortar una vez”, “que no se embaracen cada mes”... Pues si no es deporte, oiga. Esos son algunos de los comentarios de las personas que dicen tener una opinión controversial (sic.) respecto al tema.

Esta cuestión no se basa en estar a favor o en contra del aborto, se trata de estar a favor o en contra de los derechos humanos de las mujeres que deciden tener una vida sexual activa. ¿Por qué? Porque es pecado. Ese es el fondo de los argumentos de quienes abogan por la terrible frase “salvemos las dos vidas”.

Independientemente de las creencias que usted tenga, hasta donde yo me quedé el Estado estaba separado de la Iglesia, lo que implica que ninguna de las decisiones que se tomen a nivel constitucional debería hacerse con base en los principios que sitúan a la mujer como un bien material, como parte del espacio privado, como las responsables de todos los trabajos de crianza o cualquier otro de los discursos misóginos que usted recuerde en este momento.

La decisión de ir despenalizando el aborto (“interrupción del embarazo”, si a usted no le gusta la palabra) es un gran avance, pero también abre la puerta a una serie de problemáticas que van más allá del marco legal, como la calidad de los servicios de salud en zonas rurales o el “simple” hecho de que algunas personas profesionales de la salud se nieguen a practicar este procedimiento.

Como le mencioné hace algunas Escalas, este no es el final del camino, pero representa un poco de luz (ya que andamos con las metáforas) para las mujeres de las 28 entidades restantes que aún continúan criminalizándolas, que deciden perseguir la decisión sobre sus propios cuerpos como un delito en lugar de invertir esos recursos en educación sexual, por poner un ejemplo.

La lucha por los derechos de las mujeres (de todas) continúa. Ahora deberemos mantenernos pendientes del seguimiento que se dará a este tema en otros estados, de que las personas profesionales de la salud se conviertan en las nuevas figuras criminalizadoras de las mujeres, de que las condiciones sanitarias de los hospitales o las clínicas en donde se practiquen abortos sean las adecuadas… La lista es larga.

Le repito, estamos presenciando momentos históricos que implican una serie de cambios en el paradigma que, poco a poco, hemos ido quebrando. Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. El camino parece complicado, pero le aseguro que será mucho más fácil de ver si está pintado de verde. ¡Que suba la marea!

Será ley en todo México:

arendy.avalos@gmail.com

@Arendy_Avalos en Twitter