De escándalo
De verdad espero que volviendo a hablar de este tema pueda transmitir, al menos, un poco de empatía para con la situación. Y sé que no cambiaré la manera de pensar de todas las personas (cosa que tampoco pretendo), pero creo que lo mínimo que puedo hacer es alzar la voz y expresar mi punto de vista.
En días pasados se suscitó una nueva marcha feminista, y como en veces anteriores, hubieron varios disturbios en la Ciudad de México, tales como grafitis en paredes y monumentos. Ante esto, miles de personas reaccionaron con indignación. Varias con argumentos más o menos estructurados, y otras con comentarios tales como (y cito): “¿Qué no tienen nada que hacer?
Evidentemente, un comentario de este estilo ya es bastante vacío y poco pensado. Es obvio que las manifestantes preferirían, no sé, ¿salir a disfrutar su vida, tal vez? Pero para siquiera intentarlo tienen que soportar abusos de todo tipo. Porque sí, no solo una violación sexual cuenta como abuso; la gente que no deja de mirarlas o acosarlas verbalmente en el metro también es parte del problema. Debido a todo esto, aparte del horroroso hecho que alrededor de 9 de ellas mueren al día violentamente, es lógico que las mujeres quieran protestar.
A todos esos que se indignan de manera tan grande por los disturbios, no veo que se acuerden de cuando un mexicano borracho orinó la Llama Eterna, sobre todo porque muchos ni siquiera han de saber del hecho. Y como ya había dicho antes, tienen como “Padre de la Patria” a un hombre que no solo destrozó, sino que mató a inocentes en la Alhóndiga de Granaditas.
Hay que ser un poquito menos hipócritas. ¿De verdad tenemos que recurrir al “imagina que fuera tu madre”, para que le des más importancia a las muertes? Las paredes se limpian en una madrugada, pero las vidas no regresarán jamás.