El tercer ojo - Sobre la violencia y nuestra deshumanización (TERCERA PARTE)
En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara
Cerrábamos nuestro tercer ojo del 18/05/19 citando al primatólogo Frans de Waal y a la no menos conocida Jane Goodall; del primero referíamos Chimpanzee Politics Power and Sex. AmongApes (1982) y el Bonobo y los 10 Mandamientos: en busca de la ética entre los primates (2013). Asimismo, decíamos que: “a diferencia de Freud, Fromm y Lorenz sugiere que también existe, biológicamente hablando, el comportamiento «solidario y bondadoso». Más aun, explica un conjunto de principios éticos que pueden observarse en el comportamiento de los bonobos y, todavía más interesante, los mecanismos de sanción que utilizan los adultos con los infantes para formar a los mismos bajo tales principios de comportamiento”.
Pues bien, hoy me propongo adicionar a las fuentes citadas en la colaboración precedente, otros trabajos de Frans de Waal, The Age of Empathy, Nature´s Lessons for a Kínder Society (2009). En la portada del mismo libro muestra un comentario del diario The Observer: “Kindness and co-operation have played a crucial role in raising humans to the top of the revolutionary tree… We have thrived on the milk of human kindness” (“La bondad y la cooperación han desempeñado un papel crucial alfavorecer el ascenso de los seres humanos a la cima del árbol de la evolución… Hemos prosperado con la leche de la bondad humana”. Traducción libre).
En la estructura y contenidos de este libro, el autor se propone reinterpretar lo que pudiérase considerar una interpretación excesiva de las ideas de Charles Darwin, particularmente la idea que sustenta como principio de la evolución biológicael de la competitividad, resaltando la afirmación de que llegar a la cima del árbol de la evolución fue consecuencia natural de la competitividad y del triunfo de los más fuertes.
La tesis de Frans de Waal, sin negar la importancia de aquella idea expuesta por Darwin, sostiene que, para la evolución satisfactoria de las especies, en el caso de los primates, más no sólo de ellos, la misma importancia han adquirido la bondad y la cooperación; de este modo, sin expresarlo explícitamente, relega a los linderos de la insustentabilidad la tesis del carácter biológicamente innato del comportamiento violento, de conflicto y de combate; resalta la importancia que adquiere en el comportamiento gregario el “efecto de grupo”, imponiendo pautas de comportamiento ético, cooperativo y bondadoso para la sobrevivencia del mismo. Dicho en otros términos, no considera como realmente existente el instinto de muerte.
En este tenor, y habiendo observado sistemáticamente las interacciones madre-hijo y adulto-niño, Frans de Waal destaca el carácter deliberado e intencional de formar a los menores bajo estas premisas de comportamiento.
En otro texto, el mismo autor, Our Inner Ape (2005), describe, habiendo observado el comportamiento de los monos en familia, una diversidad de conductas organizadas en función de cuatro categorías fundamentales: relaciones de poder, relaciones con respecto a la sexualidad y la reproducción, relaciones de naturaleza violenta y, curiosamente, relaciones de bondad y cooperación; concluyendo que los monos o primates (y “nuestro mono interior”) podrían ser caracterizados bajo el concepto ontológico de “mono bipolar”; es decir, que así como manifiesta conductas violentas y de dominio-subordinación también muestra conductas bondadosas y de cooperación.
Así como hemos venido mostrando que no está en nuestra naturaleza la violencia desmedida que hoy se muestra en nuestra sociedad contemporánea, fundados en las observaciones de Frans de Waal, podemos adicionar que los mecanismos de transmisión que hemos considerado como históricos, sociales y culturales, pese a no encontrarse en la naturaleza, sí es posible hallarlos entre los primates. Ello se muestra muy claramente en el libro El Simio y el Aprendiz de Sushi, Reflexiones de un Primatólogo sobre la Cultura (2001), también de Frans de Waal, donde en la tercera sección, habla de la autoestima entre los simios, poniendo en duda el tabú sobre las motivaciones de poder que Abraham Maslow colocó en la cúspide de su triangulo motivacional; expresando que también se puede sostener la tesis de la “supervivencia del más amable” o de la vieja disputa de genes egoístas y genes bondadosos que dentro de la sociobiología se vino discutiendo a lo largo del siglo XX.
Frans de Waal concluye con una consigna de naturaleza política o ideológica: ¡Abajo el dualismo! (Continuará).