Cuando sea demasiado tarde… - Una semana más…
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Pues henos aquí nuevamente por estos lares, apreciado lector. La salud en moderadamente buen estado (o por lo menos el organismo adaptado al entorno), y la noticia cada vez más interesante. Hay que estar agradecidos de poder juntarnos todos entorno a estas líneas para celebrar el cierre de una semana más de este semestre que no tiene para cuándo terminar. Vamos a hacer un recorrido semanal de noticias particulares, que estuvo bueno el chisme en varias trincheras. Arrancó la mañana del viernes con declaraciones del presidente López al respecto de cómo los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se arrepintieron de haber echado para atrás la transferencia de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, pero él ya no quiso ni tomarles el teléfono. Algo así como un “chusma, chusma”, y hacemos de cuenta que el país no se hunde en la corrupción y la ineptitud.
Durante la semana se estuvo cocinando una marcha en la Ciudad de México para defender algunos temas al respecto de la Universidad Nacional Autónoma de México. Al parecer gobierno federal suspendió ooootro programa de apoyo a estudiantes y todos los chavos se pusieron de pie. La administración de la UNAM prontamente anunció que ella absorbería los costos de las becas, por lo que ningún estudiante sería afectado. Sin embargo, no faltó quién aprovechó para meter su mano y tratar de organizar a los chavos en la lucha por la “democratización de la universidad pública” (las cuales podrían ser hasta menos democráticas en algunos aspectos muy particulares, diría yo), y por supuesto no convencieron a muchos. Marcharon a la Cámara de Diputados y poco más. Me imagino que trataron de declarar el paro estudiantil, pero simplemente la cosa no cuajó y por allá le quedan nada más cinco semanas al semestre, no como a nosotros que nos quedan como 20.
Esto de los temblores ya empieza a ser cosa de preocuparse. Bueno vamos, uno siempre debe de preocuparse por los temblores, pero ya comienzo a mofarme menos de las personas que sostienen que los simulacros de sismo ¡ocasionan que tiemble! El martes yacía su servidor plácidamente en cama en la casa de todos ustedes, listo para terminar el día, y debo de confesarles que los temblores son peores con todas las luces apagadas. No tembló muy fuerte, a penas se sintió, pero sin los referentes habituales que busca uno ante la pregunta “¿está temblando?” la pregunta se prolonga un poco más en el infinito. Gracias a que comenzó a sonar el teléfono pude constatar que sí, había temblado, y sí, seguía con vida. ¿Ya cuántos temblores van que ocurren en un rango de 24 horas de un simulacro? ¿Tres, cuatro? Eso ya comienza a ser un patrón.
También encontré una nota en el New York Times donde se sostiene que México es el cliente más grande de Pegasus y que a pesar de que el gobierno ha sostenido en múltiples ocasiones que ya no lo usa, oh surprise, se sigue usando. Mi teléfono está intervenido desde el desgobierno de Graco, el Pequeño, y a la fecha me sigue dando sorpresas. Supongo que es lo que me saco por meterme donde no me llaman.
Esta semana declararon la Semana de Talleres en la Facultad de Psicología, lo que me permitió avanzar en gran medida en el tercer arbitraje de mi siguiente libro “Supervivencia Vial: Cultura del Riesgo,” del cual creo que ya les había platicado. Fue muy ardua la labor y esperamos poder tenerlo listo para este año, aunque ya no creo que caiga de este lado del verano, me parece que los tiempos ya no lo permiten. De todas maneras, les estaré haciendo llegar noticias por este y todos los medios habituales, no tiene usted nada de qué preocuparse.
Por lo demás, aparecieron sin vida las personas desaparecidas pertenecientes al Instituto Nacional de Salud Pública aquí en Cuernavaca, aunque al final ya no me quedó claro si eran estudiantes o trabajadores. Pronta resignación a sus deudos, y por supuesto que ya para la semana que viene se estará hablando de otra cosa o, posiblemente, otras personas que aparezcan en las mismas condiciones.
Por lo demás y como siempre, apreciado lector, si no tiene a qué salir, le ruego no lo haga, porque la estadística de asesinatos en Morelos no ha muerto, pero dudo mucho que el número sea menor a cinco muertos diarios.