El Tercer Ojo - Otra vez, algunas notas sobre la¨Discapacidad¨

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Otra vez, algunas notas sobre la¨Discapacidad¨

La "Discapacidad" no es una enfermedad, una deficiencia, algún trastorno ni, mucho menos, una desviación con respecto a una “normalidad” arbitraria que, por lo demás y con todos los medios al alcance, debemos tratar de “normalizar”, es decir, devolver a la “normalidad; tampoco es una condición, un estado o una circunstancia que porta, presenta o evidencia alguna persona.

 

La "Discapacidad" es una construcción histórica y social que impone restricciones a las personas y sus sistemas familiares cuando, por alguna deficiencia física, sensorial, neurobiológica o psicológica enfrentan un conjunto de barreras de diferente naturaleza, dentro de sus entornos comunitarios.

 

Hasta aquí he esbozado una tentativa de respuesta a una aproximación que se orienta hacia el ¿Qué?, esto es, la interrogante sería ¿Qué es la discapacidad?

 

Si fuese un poco más radical en la reflexión me sería posible afirmar que ni las enfermedades, per se, –trátese de las que se consideran como tales, vgr la tuberculosis, la lepra, el sida, etcétera— ni las discapacidades existen; lo que sí podemos reconocer es la existencia de personas que son afectadas por un conjunto de condiciones o procesos que podemos denominar enfermedades y también hay personas a las cuales se le atribuye –con todas las restricciones que ello implica— portadoras de alguna discapacidad –transitoria o permanente—.

 

Este pequeño salto nos conduce a transitar de las apreciaciones del ¿Qué? Hacia las aproximaciones del ¿Quién? o ¿Quiénes? Naturalmente que no podemos obviar las inevitables cuestiones de los ¿Cómo?

 

Al parecer, bajo esta lógica analítica me propongo resaltar el hecho de que para comprender, explicar y afrontar el fenómeno de la “Discapacidad” debemos inevitablemente aproximarnos al objeto de análisis –la “Discapacidad”— bajo los tres niveles de análisis; esto es, valorando ¿Qué debemos entender bajo el término “discapacidad”?, ¿Cómo se origina, desarrolla y expresa la “Discapacidad”? y. ¿Quién o quiénes vivencian, confeccionan e instrumentan programas de atención al asunto de la “Discapacidad”?

 

Desde tiempo ha, por lo menos en nuestra lengua castellana, se diferencian nítidamente tres expresiones verbales; refiero las de los verbos ser, estar y tener; naturalmente que, bajo este deslinde podemos considerar que jamás, de ninguna manera, serán equivalentes las expresiones que contengan los verbos ser, estar o tener. Poseer o tener una cualidad o condición cualquiera no puede, ni debe, reducirse a la condición de ser. Tener o adolecer una gripe, fiebre tifoidea, tuberculosis, etcétera, no lo hace a uno ser gripiento, tifoidéico, tuberculoso, qué sé yo. De aquí que en la búsqueda perenne de las soluciones nominativas para las personas que poseen una condición cualquiera se prefiera la de “Persona con …”

 

Asimismo, por una suerte de usos y prácticas lingüísticas los sustantivos enfermedad, “discapacidad”, trastorno, desviación o condición se verbalizan de manera tal que al sujeto de la actividad se le define como una persona que es enferma, “discapacitada”, trastornada, desviada o, por qué no, “anormal”. El sustantivo adquiere condición de cualidad mediante una transformación del verbo tener o poseer y adolecer o padecer –que no son sinónimos los dos primeros de los siguientes— hacia la condición de ser.

 

Desde luego que asumo la postura de que no sería lo mismo ser que tener; tampoco lo serían tener que estar.

 

Ahora bien, hasta este momento he presentado dos niveles de análisis, el semiótico y lingüístico; sin embargo, ello no parece ser suficiente para comprender y explicar el fenómeno de la “discapacidad” o de las “personas con discapacidad”. Abordar esta cuestión nos demanda instrumentar una aproximación que abarque una aproximación genética –esto es, que nos permita comprender y explicar el asunto desde sus orígenes—, sistémica –que contemple que el asunto no es una cuestión de carácter individual, personal o familiar; sino que requiere reconocer que es una trama que envuelve a comunidades y colectividades enteras, es decir, a la sociedad en su conjunto—, dinámica –porque se asume que no es estática o permanente sino que se encuentra en constante cambio y transformación— y, finalmente, compleja –debido ello a la necesidad de reconocer que diferentes niveles de expresión deben ser asumidos como referentes inevitables—.

 

Esta perspectiva cuatripartita es necesaria para comprender y explicar el fenómeno de la “discapacidad”,

 

Bajo esta proyección es necesario, aún, admitir y adicionar el referente de que más allá de cuestiones teóricas, nominativas, académicas o jurídicas es imprescindible asumir que en la vida misma, en la vida cotidiana, en la práctica debe ser orientada nuestra actividad para afrontar exitosamente la presencia de la denominada discapacidad, de otro modo quedaremos atrapados por las redes de un idealismo que más allá del interior de nuestros cráneos no tendrá posibilidad de ser una realidad tangible y verosímil.