El Tercer Ojo - Miedo, ira y violencia en la era del covid 19

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Miedo, ira y violencia en la era del covid 19

Hemos sido testigos (durante la coyuntura de distanciamiento físico y aislamiento en los hogares de quienes podemos sujetarnos –voluntariamente o no—a las “prescripciones” que desde el gobierno de México se “recomiendan” para contener y afrontar las fases más contagiosas de la epidemia y pandemia del covid 19), de una serie de comportamientos –individuales o colectivos—que los medios de información han esparcido como otra epidemia.

Tales comportamientos, observables y por ello difundidos masivamente, han conducido, a su vez, a otros comportamientos –individuales y colectivos—que muestran, a todas luces y sin rubor, expresiones de repudio, condena, rechazo, ataques, anatemas, adjetivaciones de diverso talante, hacia quienes manifiestan los primeros comportamientos.

Pareciera que nuestro comportamiento obedece al modelo de la Correlación Positiva o Contingente entre un estímulo antecedente (el que muestra a los observadores una serie de acciones o actos que parecen condenables y despreciables –lo llamaré aquí EA--) y un Comportamiento Consecuente (el que se observa en los observadores del EA –que aquí referiré como CC--). La aparente relación entre EA y CC nos conduce a suponer una relación de causalidad entre el primero y el segundo. Asimismo, no hace creer que si deja de expresarse EA luego entonces CC dejará de tener razón y se extinguirá (como podremos suponer, una explicación conductual y mecánica parece subyacer a esta creencia insostenible).

Como los estudios en psicología de orientación cognoscitiva muestran y, muy particularmente, los trabajos que se han orientado hacia la comprensión y explicación de Teoría de la Mente evidencian, los humanos (es decir, quienes observamos estos sucesos de naturaleza psicosocial) somos muy proclives a atribuir estados mentales, intenciones, deseos o creencias que nos permiten, por una parte, comprender y explicar el comportamiento de los otros como el propio, por la otra, nos facilita el hecho de atribuir intenciones y propósitos al comportamiento de los otros como al propio, así como también, finalmente, orientar nuestro comportamiento considerando tales contenidos de naturaleza psicológica que se encuentran tras los actos que observamos y anticipar las probables consecuencias de los mismos.

En este momento que nuestra estructura psicológica se confronta con situaciones para las cuales no nos hallábamos preparados, las cuales muestran fehacientemente nuestra incapacidad de predecir el futuro inmediato y mediato, el miedo al contagio, a la pérdida de seres queridos, a la pérdida de nuestra seguridad, a considerarnos responsables o tener sentimientos de culpa anticipados por los contagios, el miedo a la muerte, etcétera, nos coloca en situaciones tales que la ira, la violencia verbal, psicológica, física o ideológica se exacerban y se muestra –individual y colectivamente—.

Vimos, por ejemplo, cómo un grupo de personas en Axochiapan, Morelos, amenazaban con quemar un hospital si se determinaba que el mismo fuese designado como nosocomio para pacientes de covid 19; observamos cómo, familiares de pacientes con diagnóstico de covid 19, carentes de información oficial, creíble y verosímil, allanaron un hospital en Ecatepec, Estado de México, amenazaron al personal de salud que allí se encontraba y expresaron que le covid 19 era una mentira y que estaban asesinando a los pacientes; hemos leído la noticia de que un grupo de personas encapuchadas, con palos y varillas, golpeaban a personas que encontraban en las calles de Cuautla, Morelos, para que se fueran a sus casas; hemos presenciado comportamientos –individuales y colectivos—de violencia hacia trabajadores de la salud porque los agresores consideran que son fuente de contagio del covid 19; se han publicado denuncias y noticias de que personas que se sabe que tienen un diagnóstico positivo de covid 19 son hostigadas y agredidas por otros grupos de personas –individual o colectivamente—y, como telón de fondo de todo ello, el estigma de responsabilizar y “culpar” a estas personas de ignorancia, estupidez, irracionalidad y, faltaba más, si son “eliminados” de esta realidad, seguramente estaremos mejor.

Por otra parte, sin darnos cuenta, nos vamos convirtiendo en delatores, jueces, vigilantes del comportamiento de los otros para emitir juicios de condena y rechazo hacia los primeros.

Ellos, quienes muestran los comportamientos de tipo EA, y los otros, quienes asumen el rol de CC, o nosotros mismos, nos encontramos sumergidos en esta nube de miedo, ira, violencia, desprecio, incertidumbre y más que, sin darnos cuenta, reproducimos esta estela de miedo, ira y violencia.

Finalmente, la estrategia diseñada para afrontar esta epidemia y pandemia ha reducido las acciones a cuestiones hospitalarias y médicas, a las consecuencias de salud mental, y las acciones de contención y control de contagios o colapsamiento de los servicios de salud

No se percibe aún la necesidad de abordar bajo una perspectiva compleja y dinámica, la fenomenología relacionada con eventos de naturaleza psicosocial que deben ser considerados a la hora de atender estos sucesos de violencia, estigmatización y agresión tanto por parte de quienes muestran EA y de quienes exhiben CC.