Serpientes y escaleras - La oposición está muerta
En opinión de Eolo Pacheco
El exceso de confianza es un pecado capital en política
La oposición está muerta
La confianza morenista morelense es notoria de cara al proceso electoral del 2024; “La oposición está muerta” dice Andrés Bahena Martínez en su calidad de secretario de organización del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos al presumir que la preferencia electoral los favorece con un 52 por ciento de la intención de voto contra el 18 que tiene su más cercano competidor. ¿Pecará de confiado el partido de la esperanza?
Los datos que expone el funcionario partidista son contundentes, de acuerdo con las encuestas que ellos mismos manejan; la historia política morelense es parte de los argumentos que utiliza el morenista al sentenciar que aquí siempre haga ganado Andrés Manuel López Obrador y que la decisión de la gente sigue firme en favor del proyecto de Cuarta Transformación.
De botepronto no hay manera de contradecir lo dicho por el joven político: la preferencia electoral efectivamente favorece al Movimiento de Regeneración Nacional y la oposición local es inexistente desde hace varios años. Aún más: frente a las propuestas que pudiera lanzar Morena en el 2024 a la gubernatura de Morelos no hay una figura que les haga sombra, salvo quizá el alcalde de Cuernavaca José Luis Urióstegui.
A pesar de ello sería un error de la 4T dar por sentado desde ahora que ganarán el 2024, porque aunque históricamente Morelos es un estado obradorista, la historia política de nuestra entidad nos ha demostrado que la gente no tiene empacho en modificar su voto cuando las propuestas no le convencen.
El último ejemplo de ello lo vimos en el 2012, con un Partido Revolucionario Institucional que llegó a la elección con 15 puntos de ventaja sobre su más cercano rival y al final terminó perdiendo la elección por once puntos. Con todo y la superioridad que concedían las encuestas, el PRI no ganó la gubernatura porque en 45 días perdió 26 puntos.
Es claro que la preocupación de los estrategas morenistas no deben estar en las dirigencias de los partidos de oposición, porque ninguna de ellas tiene la capacidad de construir una alianza, ni tiene liderazgo dentro de sus filas. El reto de la 4T es controlar el ímpetu de los morenistas, sortear el proceso de selección de candidatos y evitar que sean los militantes quienes apuesten por la derrota de los abanderados de la Cuarta Transformación.
Hay que observar un escenario local que está dividido, en donde existe una base obradorista que continúa fiel al proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no dudará en apoyar a cualquier figura que proponga Morena solo porque se los pide su líder nacional, pero cuyos votos no son suficientes para hacer que ganen todos sus candidatos.
Pero también hay otro sector social que se encuentra muy molesto con la situación actual del país, que está enfadado con el rumbo que lleva el estado y que está decidido a votar en contra de Morena no importa quienes sean sus candidatos. Aunque este bloque tampoco tiene la fuerza suficiente para definir la elección, dependiendo de lo que haga puede influir en el resultado del proceso del 2024. Explico:
La victoria electoral de Morena en el 2024 está directamente relacionada con las acciones y las decisiones que tome ese partido en el proceso de selección de sus candidatos y en el rumbo que siga el gobierno estatal en el presente año. El 2023 es un año clave para todos por lo que representa, porque en estos meses se van a definir muchas cosas y porque será en este tiempo cuando se presentará escenarios que pueden cambiar el rumbo de las cosas.
Del lado obradorista es fundamental que la decisión sobre el candidato a la gubernatura y en el resto de las posiciones en disputa se lleve a cabo un enorme esfuerzo de conciliación y acuerdo; el gobernador Cuauhtémoc Blanco tiene un candidato a sucederlo y también que querrá impulsar a varios de sus amigos y colaboradores a diputaciones, federales y alcaldías, pero es claro que en el reparto de posiciones se deben tomar en cuenta a los otros grupos políticos que conforman el Movimiento de Regeneración Nacional, para que no sea el rompimiento interno de Morena el que determine el rumbo de la elección.
Luego está la operación del ejecutivo: desde hace varios meses el gobernador Cuauhtémoc Blanco modificó su estrategia política, cambió su agenda y se acercó más a la gente; desde que se sustituyeron a los titulares de la secretaría de gobierno y de la jefatura de la gubernatura la historia es distinta: ahora el gobernador tiene giras todos los días en un formato que le permite interacción ciudadana y un encuentro permanente con sus gobernados. Lo que no se hizo durante más de tres años se ha hecho en los últimos meses y ello ha mejorado la imagen del ejecutivo.
Fue precisamente por ello que el congreso local trató de cambiar las cosas con la aprobación de un presupuesto lleno de candados que apuesta al sometimiento del ejecutivo; lo que hicieron los diputados no fue un reparto equitativo de los recursos, sino un ajuste de cuentas personal con un claro objetivo electoral.
Digámoslo con todas sus letras: en las letras pequeñas de lo aprobado en la cámara de diputados se establece una serie de candados al manejo presupuestal para sujetar las acciones y decisiones del gobierno estatal a los intereses de los legisladores; no se trata simplemente de la eliminación de una cláusula de transferencias, sino del control total en todas las instituciones para que el ejecutivo sea incapaz de operar y reaccionar en contingencias como la ocurrida esta semana en el mercado municipal de Cuautla.
El presupuesto aprobado por la cámara de diputados cierra al gobernador la posibilidad de reaccionar en las situaciones excepcionales que siempre ocurren, en todos los casos lo obliga a ir a la cámara de diputados para obtener su consentimiento y al hacerlo lo somete a los intereses de quienes, ya se ha visto, privilegian su bolsillo por encima de la representación popular que tienen.
Limitar la operación del ejecutivo en un año electoral no es una decisión política apegada a la transparencia, ni mucho menos a la legalidad, es una invasión en el ámbito de competencia de otro poder y también un intento de frenar el trabajo del gobierno estatal y del partido que representa.
Es cierto que la oposición política local está muerta, pero solo en lo que representa a las dirigencias de los partidos; en el congreso sí hay un bloque opositor activo, fuerte y con claras intenciones de frenar a Morena por cualquier vía, incluso si ello implica torcer la ley o entorpecer el desempeño de las instituciones. Peor: se trata de una oposición sospechosa por sus relaciones con grupos de la delincuencia organizada.
La confianza que tiene el dirigente morenista respecto a su triunfo en el 2024 es excesiva porque solo toma en cuenta un aspecto del proceso electoral y olvida los demás elementos que intervienen; amén de que peca de arrogante, Andrés Bahena denota inocencia y poca memoria política.
En Morelos ya han perdido quienes llevan ventaja en las encuestas.
· posdata
La oposición legislativa es la única que tiene enfrente Morena y el ejecutivo, es dura, es irracional y peligrosa, pero electoralmente insulsa.
Aunque los diputados han mostrado su superioridad numérica, lo han hecho a costa de su imagen pública y ello los afectará severamente en el 2024; independientemente de lo que suceda con el presupuesto 2023 los legisladores quedaron muy mal parados frente a la sociedad y exhibidos por corruptos y ambiciosos.
Más allá del poder legislativo y de las dirigencias partidistas, si la oposición aspira a competir en el 2024 es fundamental que encuentren un receptor de los votos, alguien que ofrezca una alternativa distinta a lo que tiene la 4T y que capitalice el enfado que un sector siente hacia el gobierno de Cuauhtémoc Blanco. Si no existe una opción diferente, lo que sucederá es que muchos de quienes votaron por el Movimiento de Regeneración Nacional en el 2018 se abstendrán de hacerlo en el 2024 y en ese escenario la base obradorista sí podría hacer ganar a sus candidatos.
Estratégicamente hablando no basta que los opositores al gobernador y a la cuarta transformación le pongan piedras en el camino a Cuauhtémoc Blanco, requieren alguien que se vuelva receptor de la simpatía electoral y también del enfado contra el régimen.
Ninguno de los diputados cumple con dicho requisito.
· nota
El primer año de gobierno de José Luis Urióstegui no fue sencillo y ello se vio reflejado en su informe de labores; el vacío que le hizo la gente debió encender las alertas políticas en el municipio, al tiempo de hacerle ver al alcalde que el ejercicio de poder desgasta y que el respaldo social no es automático ni viene de la casualidad.
Este segundo año será determinante no solo en la trayectoria del munícipe, también lo es para aquellos que ven en él la posibilidad de encabezar un proyecto opositor, alguien que ofrezca algo distinto a la propuesta de Morena.
El presidente municipal de Cuernavaca enfrenta un escenario complicado por muchas razones, empezando por la carga que le representan los hermanos Martínez Terrazas, la inoperancia de sus amigos en el gabinete y la enorme complejidad que deriva del desastre que causó en la comuna Antonio Villalobos.
El bono electoral del abogado se acabó por completo en el 2022; fueron muchos problemas, contratiempos y tropiezos que, además, nunca tuvieron el respaldo de una buena estrategia de comunicación. El 2023 debe ser diferente por bien de José Luis y de la ciudad.
Lo ocurrido el año pasado en Cuernavaca debe servir como experiencia y como base para lo que haga en este periodo el presidente municipal; si aprende de sus errores, corrige y ajusta la estrategia, el 2023 puede ser un mejor año.
Reitero: José Luis Urióstegui es un hombre decente, demasiado bueno quizá para la política morelense y fundamental para lograr un cambio en la ciudad.
El primer ajuste que debe hacer el abogado es en su actitud, tiene que mostrar carácter, decisión y sobre todo gusto por gobernar.
Que no se le olvide porqué buscó ser presidente municipal.
· post it
En el segundo culiacanazo el gobierno federal detuvo a Ovidio Guzmán.
Es obvio que lo seguían desde hace meses y tenías bien identificado su paradero.
Con los antecedentes de su primera detención ¿No previeron la reacción que habría tras su captura?
· redes sociales
¿Recuerdan cuando Amado Orihuela y sus contlapaches presumían que tenían la gubernatura en la bolsa?
¿Y cuándo Jorge Argüelles gritaba a los cuatro vientos que iba a ser alcalde porque la ventaja que tenía Morena era inalcanzable?
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