El Tercer Ojo - Masacres o asesinatos en masa, que no ¨tiroteos¨, en los EE.UU.
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
Según escribe Elda Cantú, Senior News Editor, Latín América (así se escribe en inglés) para The New York Times (El Times), este 27 de mayo:
El del martes fue el tiroteo masivo (sic) más mortífero registrado en los Estados Unidos en lo que va del año. Hasta ahora, según la Organización sin fines de lucro The Gun Violence Archve, en el país ha habido más de 213 tiroteos (re sic) y en 10 de ellos la cifra de víctimas mortales ha sido de cuatro personas o más (…) Si para los adultos resulta incomprensible y angustiante conocer la noticia del tiroteo (recontra sic) y procesar la magnitud del problema, para los chicos puede ser aún más difícil de procesar.
El encabezado de la nota periodística de ese día publicada por The New York Times dice a la letra: “Tiroteo (otra vez sic) en una primaria de Texas: 19 niños y dos adultos asesinados” y adiciona como síntesis calamitosa: “El tiroteo masivo fue el más mortífero registrado en una escuela primaria estadounidense desde hace una década, cuando fuel tiroteo de Sandy Hook”.
Según precisa la nota, algunos párrafos más adelante, “El atacante, a quien las autoridades identificaron como un hombre de 18 años que había asistido a una secundaria cercana, llevaba varias armas dijeron los funcionarios. También murió en el lugar, informaron”.
Hasta aquí dejo la parte descriptiva y narrativa de un suceso que, en los Estados Unidos, no es un evento aislado y excepcional; más bien, y ello es amplia y recurrentemente informado, acontece con bastante frecuencia en dicha nación.
Las intenciones explicativas y comprensivas de actos como el más recientemente conocido ocupan hoy, y han ocupado desde tiempo atrás, espacio y lugar dentro de los ámbitos jurídicos, políticos, económicos, psicológicos y culturales de un país como lo es los EE. UU. y, desde luego, más allá de sus fronteras.
En principio, tanto dentro como fuera de tal región posee un prominente foco de atención su Segunda Enmienda Constitucional.
¿En qué consiste ésta?
Tal enmienda fue redactada entre el 8 de junio y el 25 de septiembre de 1789 y firmada el 28 de septiembre del mismo año; fue ratificada sucesivamente hasta la actualidad.
En los EE. UU el término “Declaración de Derechos” ocupa un lugar destacado en las primeras diez enmiendas a su Constitución. Estas enmiendas se diseñaron para limitar explícitamente los poderes del gobierno federal, protegiendo los “Derechos de las Personas” al impedir que el Congreso restrinja la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de reunión, la libertad de culto religioso y el derecho a portar armas, evitando registros e incautaciones irracionales, castigos crueles e inusuales y la autoincriminación, así como garantizar el debido proceso legal y un juicio público rápido con un jurado imparcial. Estas enmiendas entraron en vigor el 15 de diciembre de 1791, cuando fueron ratificadas por las tres cuartas partes de los Estados.
El “Derecho a la posesión de armas” consiste en la capacidad legítima, legal y jurídicamente protegida a la tenencia, uso y porte de armas, con fines tales como la legítima defensa, propósitos deportivos, escolta privada o de otra naturaleza, sin perjuicio de otras actividades legales que pudieran realizarse con las mismas. Pues bien, es este el meollo de la Segunda Enmienda Constitucional en los EE. UU.
En la actualidad, de las casi 200 constituciones del mundo, tres siguen incluyendo el derecho a portar armas: Guatemala, México y los Estados Unidos; de estos tres, solo el último no incluye condiciones restrictivas explícitas.
Esta primera circunstancia legal, jurídica y constitucionalmente cubierta nos permite comprender que, bajo este mismo manto protector, la producción, distribución (léase venta y colocación en los “mercados” de los productos bélicos y armamentísticos) y consumo de armas de fuego se encuentre sumamente protegida y desarrollada dentro del territorio estadounidense y, sotto voce, el tráfico de armas.
Dentro de este contexto no cabe duda que los intereses económicos y políticos de la industria bélico/militar (la que produce, distribuye y se beneficia de la venta de armas) defiendan la Segunda Enmienda y, con fines aviesos, propalen supuestas explicaciones o teorías de la tragedia que en los EE.UU causa altas tasas de mortalidad y consecuencias de diversa naturaleza; empero, no únicamente allá, sino acá y en otras naciones que presas del tráfico y compra de armas, viven una violencia estructural que, como otra epidemia, propaga mortalidad en altos niveles de expresión.
“Explicaciones” y “Teorías” que van desde las viejas ideas del “Criminal nato”, hasta las de la correlación positiva entre los videojuegos y la adicción a la violencia electrónica, pasando por los flujos migratorios, grupos étnicos o regionales criminalizables —latinos, afrodescendientes, mexicanos, drogodependientes, enfermos mentales— que, naturalmente, deben ser controlados y reprimidos, cuando no eliminados o suprimidos, porque es en ellos donde se encuentra la “causa” de estos actos despreciables siempre. Nunca tendrá que ver con ello la producción, distribución y consumo de armas.
Para concluir, no quiero omitir el hecho de que no son “tiroteos”, son lisa y llanamente masacres o asesinatos en masa.