El Tercer Ojo - La loca historia de la historia o la disputa por la historia de América Latina

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - La loca historia de la historia o la disputa por la historia de América Latina

Estimados lectores que siguen semanalmente las colaboraciones de El Tercer Ojo en El Regional del Sur; esta ocasión me propongo elongar la reflexión que hube compartido la semana anterior e intitulada La loca historia de la historia o la disputa por la historia de México (18/09/21).

Así como señalé que la “disputa” por nuestra historia nacional es la parte que subyace a la otra controversia, la que tiene que ver con el proyecto de nación a futuro; asimismo, la “disputa” por la historia de América Latina —estrechamente relacionada con la de nuestra patria y su vínculo con los intereses de los Estados Unidos—, tiene que ver con la visión e idea que se tiene del mundo contemporáneo y, particularmente, con nuestra América Continental—de la cual forma parte la región que se encuentra baremada por los límites del Río Bravo y la Patagonia—.

Pues bien, en este mismo tenor, en el diario de circulación nacional El Financiero, Enrique Quintana publica un artículo cuyo título es elocuente: “El fiasco de la integración con América Latina” (20/09/21). De manera sintética el comentarista expresa:

“El llamado ‘sueño bolivariano’ se ha dejado sentir más de una vez, solo para acabar siempre en un absoluto fracaso (…) En el discurso político de los gobiernos mexicanos, en diversas ocasiones ha aparecido la idea de que hay que integrarnos con América Latina (…) Lo más que se ha logrado es la formación de algunos bloques comerciales que han funcionado a medias, como el Mercosur, creado en 1991 por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, al que luego se sumaron Venezuela y Bolivia. O bien, la Alianza del Pacífico, constituida en 2012 por Chile, Colombia, México y Perú, mientras que Panamá y Costa Rica están en proceso de incorporación”.

Es claro y contundente lo expuesto por Enrique Quintana; sin embargo, su razonamiento carece de los elementos de juicio que permitan comprender y explicar el por qué, hasta ahora, el llamado ‘Sueño Bolivariano’ ha quedado en eso, un sueño. De la misma manera, su reflexión es ayuna de los elementos de juicio necesarios para diferenciar nítidamente estos “Bloques” del ‘sueño bolivariano’; tenemos claro que uno y otro enfoque son muy diferentes. Finalmente, deícticamente interpretado, podemos asumir que el autor de la nota en comento presupone que de aquí a la eternidad quedará en un sueño y nada más que ello. Que no merece la pena, siquiera ello, reflexionar sobre la posibilidad y pertinencia de buscar y propiciar las condiciones que hagan favorable su materialización.

Pero dejemos que Enrique Quintana prosiga con su “análisis” que, más que ello, es una narración de hechos:

“Hace mucho más tiempo, en 1975, en los tiempos de Luis Echeverría en México y Carlos Andrés Pérez en Venezuela, fue creado el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), integrado por 25 países, y que buscaba la cooperación y la integración de América Latina (…) En 1980 también apareció la ALADI, Asociación Latinoamericana de Integración, conformada por 13 países, que en su nombre lleva su objetivo. Y todavía podemos agregar algunas siglas más (… y rematará nuestro comentarista…) La realidad, al menos para México de manera muy clara, es que lo que marcó nuestro destino no fue ninguno de esos intentos sino la formación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), que empezó a funcionar en 1994 (…) La existencia de ese instrumento jurídico definió al modelo económico del país (…) Pero, como ha ocurrido en diversas etapas de nuestra historia, los afanes integracionistas con la región van y vienen, en la mayor parte de los casos, inútilmente, como todo indica que será la suerte de la CELAC, que ahora preside nuestro país”.

Como podemos apreciar, histórica, política e ideológicamente la argumentación de Quintana está sesgada hacia uno de los polos que en la región latinoamericana pugnan por una “integración” con los Estados Unidos mientras que, en el otro extremo, se plantea más que la “integración”, la estructuración de un modelo de desarrollo regional autónomo e independiente de los intereses de los Estados Unidos y sus operadores en América Latina y que provea de los instrumentos que nos acerquen al ‘Sueño Bolivariano’.

Omite por ello el analista del diario El Financiero el proyecto de la Alianza Bolivariana para América (ALBA), promovida e impulsada por el Presidente Hugo Chávez desde Venezuela y en la cual, entre otras naciones, se integraron Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Nicaragua y Cuba.

Parece que es claro que en la reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en el sentido que refiero, concordaron los presidentes de Cuba, Nicaragua, Perú, Venezuela y, desde luego, México.

Ahora bien, como sabemos quienes desde el gobierno de Luis Echeverría tenemos conciencia, México ha sido un país que su política internacional ha sido de luces y, hacia nuestro interior, más que de sombras, ha sido oscura y mezquina.