El exquisito placer de juzgar ¿Quién puede resistirse a la dulce melodía de la crítica despiadada?
En opinión de Tania Jasso Blancas
Nos creemos los dioses del Olimpo digital, sentados en nuestras sillas cómodas con una taza de café en la mano y un teclado bajo los dedos, listos para fulminar con juicios divinos a cualquier mortal que se nos cruce en nuestra línea de tiempo. "¡No juzgues y no serás juzgado!", dicen. Pero vamos, ¿acaso no saben que nuestras palabras son la verdad absoluta y que estamos aquí para iluminar a las pobres almas perdidas en la oscuridad de la ignorancia?
Esopo, ese viejo cuentacuentos, ya nos lo advirtió con una fábula que parece haber caído en oídos sordos a lo largo de los siglos. ¡Los labradores y el burro! Cada opinión, una nueva vuelta de tuerca en la sátira del juicio ajeno. Porque, veamos, siempre habrá alguien dispuesto a señalar cómo deberíamos haber llevado al burro al mercado, mientras ignoramos la realidad del asunto: ¡el burro también tiene sus derechos!
Ah, pero la maravilla de nuestras percepciones. Según encuestas fidedignas, todos somos más guapos, más listos y más simpáticos que el promedio. ¿Estadísticamente imposible? ¿Y qué? Somos seres excepcionales, ¡por supuesto que somos la excepción a la regla! Y claro, nunca olvidemos que siempre tenemos razón. Es una especie de superpoder que todos poseemos, aunque algunos lo usamos para sembrar discordia en lugar de paz y amor en el universo.
Somos campeones en etiquetar y clasificar, ¡como si fuéramos la versión moderna de un catálogo humano! Nosotros tenemos ideas, pero los demás solo tienen esa cosa llamada "ideología". Y qué molestia es escuchar a aquellos que no están en sintonía con nuestras verdades absolutas. ¡Qué fastidio!
En fin, juzgar es el pasatiempo favorito de muchos, incluso si nos quejamos cuando nos toca a nosotros ser el blanco de las críticas. Es como un deporte olímpico, solo que sin medallas. Pero no perdamos de vista el hecho más importante: si juegas con la palabra "juzgar" y le quitas una letra, te queda "jugar". Así que, ya sabes, siempre podemos convertir nuestros juicios en un divertido juego de palabras. ¡A divertirte jugando a juzgar, queridos críticos digitales!