Educación Inclusiva en la UAEM - Lenguaje incluyente: ONU

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Educación Inclusiva en la UAEM - Lenguaje incluyente: ONU

Hace 20 años se evidenció la presencia del lenguaje incluyente en las intervenciones públicas gubernamentales por la presión e insistencia temática de las organizaciones no gubernamentales especializadas en el campo de la perspectiva de género. La Conferencia Mundial de Beijing estaba a la distancia de 5 años apenas (1995). Que marcó un hito en la lucha por la igualdad de las mujeres. Era la IV Conferencia Mundial de la Mujer; la Primera fue en México, en 1975; la segunda, en Copenhague en 1980; en Nairobi, en 1985.

 

Una de las resoluciones más importantes que ha trascendido para la trayectoria de lo que ha sido la perspectiva de género, fue la denominación del plural sobre las mujeres y no ya sobre la mujer. No es una cuestión lingüística, sino que atañe directamente a la diversidad de la realidad de las mujeres. Que las mujeres todas se vean reflejadas en los derechos y en la igualdad y la no discriminación. Se demanda la igualdad sustantiva y jurídica sin ambigüedades de las mujeres.

 

En esta diversidad se cruzan otras condiciones de desigualdad, como es la pobreza extrema, las poblaciones de grupos originarios, el racismo, etcétera. Se trata de fondo, de una diversidad que van a sectores sociales constituidos en los grupos humanos. Es, en otras palabras, de una diversidad que refleja la intersectorialidad de las mujeres en todas partes del mundo. Mujeres analfabetas, mujeres indígenas, mujeres pobres, mujeres migrantes, mujeres madres adolescentes, etcétera.

 

Desde luego que la diferenciación humana comienza por la de hombres y mujeres y deberá reflejarse en el lenguaje. En lo que tiene que ver con la desigualdad y el lenguaje no podría ocultarla. De ahí la insistencia en el lenguaje incluyente. Que no es un asunto gramatical, sino un tema del lenguaje y la realidad a la que se refiere. Que es una función primigenia del lenguaje. Y se puede hacer una discusión erudita del lenguaje y no se tendrá razón en la gramaticalidad para que quede oculta la desigualdad. Es lo mismo, con relación al plural de las mujeres y la realidad de dicha diversidad.

 

Ahora comienza a hacerse presente en el lenguaje incluyente el tema de la interseccionalidad. Y en los ámbitos de los organismos multilaterales, como es la ONU, en sedes nórdicas, como Copenhague, comienzan a insistir en que en algunas ocasiones tengamos que hablar desde el locus jurídico de identidad de pertenencia. Por ejemplo, Yo, hombre, latinoamericano, mexicano, etcétera. Habrá quien diga, Yo, mujer, indígena, migrante, con discapacidad, etcétera. Lo que se vaya agregando en este tema de la interseccionalidad para evidenciarlo, invocando la situación jurídica ciudadana de estas desigualdades.  

 

Si para algunos les parece cacofónico señalar, ciudadanas y ciudadanos, etcétera. Cuando se haga una lista tan larga como sea necesario. Porque, por ejemplo, ya no sólo serán hombres, mujeres, habrá que ampliar a si se trata de gay, lesbiana, trasvesti, transexual, bisexual y otras tantas orientaciones más existentes.

 

Sobre el lenguaje incluyente no hemos visto todo que se viene, todavía. Y está muy lejos de ser una moda, sino una forma de conducirse con el lenguaje para reflejar la realidad y con ello, denunciar las injusticias, y hacer los procesos ciudadanos cada vez más críticos. En la medida que el pensamiento crítico está presente la inclusión se encuentra más cercana.