Punto Kairo - El cuarto poder

En opinión de Juan Salvador Nambo

Punto Kairo - El cuarto poder

En mi experiencia como reportero me he encontrado con personas que han logrado escalar distintas jerarquías dentro del crimen organizado. Hay personas, muy pocas, por cierto, que pasan de ser halcones a jefes de plaza. La maña, como suelen conocerse entre ellos, tienen sus propios tratos y quienes los rompen son severamente castigados. Hubo una época en la que conocimos, como gente de nota roja, muchos de esos casos. Sin embargo, se aplicaba la autocensura. Sólo los académicos (especialmente los extranjeros) se atrevían a escribir en artículos para revistas especializadas, basados en hechos y detenciones que se reportaban en todo el país.

Lo cierto es que la libertad de prensa se daba para los medios más poderosos. Nosotros, los notarrojeros, los de calle, sabíamos que no podíamos decir nada. Además, no ganábamos nada. De por sí, el sueldo apenas daba para comer. En aquella época, la que hemos considerado como la última de esplendor de la Nota Roja en Morelos, en la que aún se publicaba el Alarma y estaba como corresponsal Manuel R. Apresa y su hijo Francisco Rendón Sedano (ambos Q.E.P.D.), en la que usábamos radios y no teléfonos celulares, en la que había aún respeto por parte de policías, expolicías y paramédicos, en el que los reporteros éramos una hermandad y que se rompió luego del asesinato de René Orta (incluso antes), en el que el cuarto del poder pasó a ser el poder en el cuarto, la ambición por el poder vino a cambiar todo y era de esperarse.

Para Randall Collins (2012), considerado como uno de los pioneros de las teorías de conflictos en los Estados Unidos, la guerra de narcotraficantes que se vive en México era y es muy similar a la que se vivió en su momento en Estados Unidos por la prohibición del alcohol durante la década de los 20 del siglo pasado, en el que una figura distinguida era el famoso mafioso italiano Al Capone.

Collins hace un símil entre la mafia siciliana con los cárteles mexicanos. Aseguró que tienen parecido en la manera como operan: por un lado, la mafia de la Cosa Nostra estaba conformada por decenas de familias que peleaban entre ellas para lograr el control y a su vez se dedicaban al negocio de la heroína. Su manera de trabajar era el uso excesivo de violencia, la corrupción favorecedora del gobierno y el convencimiento de la población como la haría cualquier político (como referencia, vea la película El Padrino).

Tal como ocurre actualmente en el país y de forma específica en Morelos, donde se tiene el caso emblemático de Arturo Beltrán, quien tenía corrompidas a varias autoridades y había colocado en el imaginario colectivo que era protector de la población principalmente por la historia de corrupción que ha caracterizado a varias autoridades morelenses.

Según Randall Collins, la violencia posee varios estilos, de acuerdo con la forma en que se ejerza, y según el éxito de cada mafia. Él separa entre violencia discreta y abierta; la primera es la que practicaron las mafias de Nueva York, Rusia e Irlanda, que consistía en no involucrar a terceros, y se basaba en reglamentos y diplomacia. Mientras la violencia abierta la ejerció la mafia italiana y ahora los cárteles mexicanos, es un estilo que utiliza armas pesadas y goza de la exhibición de cadáveres con previa tortura.

Los grupos delictivos se dividen según su jerarquía y se les denomina: Mafias, crimen organizado y pandillas. Las mafias son aquellas que tienen su propio gobierno no burocrático y su geopolítica en relación con otras mafias. Lavan dinero para evadir impuestos y tienen negocios ilícitos y legales, generan sus propias leyes. El crimen organizado se ejemplifica con los cárteles mexicanos, este tipo de crimen tiene la característica peculiar de no establecer una guerra contra el gobierno sino que busca corromperlo.

Es decir, se tienen mafias en México que están relacionadas con el crimen organizado, pero no necesariamente todos los cárteles son considerados mafias fuertes con posibilidades de manejar grandes cantidades de dinero. En la escala más baja, detalló, están las pandillas, que son bandas que nacen de la calle. Estos grupos pelean por un territorio y no suelen utilizar violencia abierta. Se caracterizan por tener sus propias señales, un caminar singular, colores específicos en la vestimenta y rituales de iniciación, en lugar de leyes crean códigos.

Entre las pandillas de Estados Unidos destacan los Mara Salvatrucha, Mexican Mafia o la eMe, la calle 18, etcétera. Asimismo, todos estos grupos delictivos tienen su propia organización política, por lo tanto se descarta el prejuicio de los gobiernos quienes aseguran que la aparición de mafias se debe al factor económico. Es decir, las personas que se encuentran en un factor de marginación no son delincuentes y para analizar y comprender estos fenómenos propios de las sociedades es menester ver a las mafias como un gobierno subterráneo, apegados a políticas propias. Es decir, allá afuera hay un mundo que sigue siendo un enigma; en el que  amigos y enemigos siguen siendo indistinguibles.