Cuando sea demasiado tarde… - Una semana más en Cuernavaca.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… -  Una semana más en Cuernavaca.

Muy buen día, apreciado lector. Una vez más nos encontramos con que se termina la semana y nuevamente se nos da la oportunidad de darle rienda suelta a esta cosquilla mía de escribir lo que pienso. ¿Ha visto usted mejorar su situación económica? ¿Siente que puede salir a la calle sin preocuparse de perder algún grado de bienestar? Arrancó la semana con una masacre (paradójicamente) frente a la empresa que produce cartuchos de diverso calibre. Su servidor no sabe operar un arma de fuego con propiedad, al servicio militar fui dos veces (y ni el pelo me corté, me llegaba a la cintura), y la verdad es que nunca he puesto demasiado interés en tales menesteres, aunque mi color favorito será para siempre el camuflaje. Pues bien, una rápida búsqueda en internet me informó que tal empresa produce cartuchos de bajo calibre, aunque parece que hay variaciones de nivel francotirador. Sin embargo, el argumento principal es que acribillaron a un grupo de individuos que indulgían espíritus en un establecimiento sobre la carretera a Tepoztlán. El miércoles pasé por ahí y pusieron una patrulla sobre la terraza de dicho lugar, me imagino que resguarda la escena del crimen. No se ha dicho mucho más al respecto.

            Cuando es año electoral trato mucho de no indagar demasiado en el tema, porque cada vuelta que pasa la cosa simplemente se pone peor. Cada vez hay más personas con intención de obtener un cargo popular y cada vez vienen menos preparadas para ejercerlo. Pareciera que la competencia ahora es por el candidato que más personas acarrea, y el resultado en las urnas verá la misma tendencia que se ha observado desde elecciones anteriores: tendremos una participación de menos del 50% del padrón. La gente que recibe las ayudas de gobierno vive en el comercio informal (y por lo tanto no aportan un peso al erario), mientras que el resto de nosotros nos limitamos a ver los mares de personas afuera de las sucursales del Bienestar esperando la ayuda del mes. Una familia puede sostenerse con tres o cuatro subvenciones sin tener que esforzarse demasiado. Así es como el sistema mantiene en el poder a individuos que no tienen mucho que aportar, pero sí tienen mucho que sustraer.

            El viernes quisieron cuestionar a un par de Secretarios durante la mañanera, y el presidente López no lo permitió. El jueves quisieron cuestionar sobre el desempeño del Commander in Absence y tampoco lo permitieron. Opino que causa mucha pereza tener que estar viviendo estas circunstancias al respecto de la gestión, no creo que nos merezcamos que se nos mienta a la cara con tal cinismo todos los días ante todos los medios, pero a final de cuentas tenemos el presidente que elegimos (ya ven la cantaleta de “somos 33 millones de mexicanos etc etc etc ad nauseaum”). ¿Qué va a pasar en 2024? Creo que el #quesigaamlo ya no se va a poder fraguar, sobre todo con haber perdido la presidencia de la Suprema, pero ¿cuáles son las expectativas? Opino que ganará Claudia Cheimbaum la presidencia (aunque preferiría que ganara Marcelo), y en pocos meses se encontrará con que no cuenta ni con el apoyo, ni con la fuerza que generó el López tras veinte años de carrera política. Vaticino que saldrán con una maniobra para volver a poner al dictador pasados unos meses de precaria presidencia, o que andará por ahí manteniendo el poder en lo que da la vuelta el sexenio.

            Mientras tanto nos toca seguir viviendo en este anfiteatro llamado estado de Morelos que no tiene para cuándo repuntar. Siguiendo la lógica del electorado, gran parte del comercio informal se toca con el crimen organizado, y eso nos lleva a una situación muy similar a la que se vivía en tiempos de la revolución: unos cuantos controlan el capital mientras el verdadero poder lo ejercen las fuerzas paramilitares y las guardias comunitarias. Piense usted que de cada 5 personas que votan, sólo una o dos declaran sus impuestos, y el resto vive al filo de la navaja entre el comercio informal y la delincuencia. Mientras usted y yo, que tenemos el privilegio de disfrutar la palabra, no nos queda más que mirar con tristeza mientras siguen desmantelando las instituciones de este país para el beneficio de unos cuantos.

            Porque este país no ha muerto, pero sepa usted que no será posible seguir administrando los recursos a través de decisiones tomadas por aquellos que no aportan a la generación de estos.