Cuando sea demasiado tarde… - Las vitrinas del Elektra

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… -  Las vitrinas del Elektra

Muy buen sábado, apreciado lector. Debo felicitarlo por estar terminando el octavo mes del año con suficiente salud como para disfrutar estas líneas que su servidor cada semana le preparo con gusto y alegría. La cosa en el estado de Morelos sigue entre que se derrumba y se colapsa: el pequeño Graco sigue por ahí de huele moles a ver cómo se vuelve a hacer del control del estado, los accidentes de tránsito están cada vez peores en el libramiento de Cuernavaca (un taxi se hizo pomada frente a Galerías a inicios de la semana, hubo que excarcelar a los pasajeros del vehículo), y los robacoches andan sueltos a plena luz del día. El plano nacional no está mucho mejor, temáticamente se fueron sobre el Salinas Pliego porque dicen que debe miles de millones al SAT (¿ya vieron la serie del asesinato de Paco Stanley? La recomiendo ampliamente, es un recorrido sociohistórico de las últimas décadas). La Suprema destrabó el tema de los comisionados del INAI para que puedan sesionar sin sus integrantes completos, y renunciaron a la ombudswoman de la Comisión Nacional de Búsqueda porque al López no le gustaron los números de los desaparecidos. Vamos, que la cosa se pone buena justo para que comience el Corcholatas contra Taparroscas a tres asaltos y sin límite de tiempo (porque no les van a venir a decir que la ley es la ley, ¿verdad?). Un dato que me parece muy curioso es que el dólar está por debajo de los 17 pesos, cuando parecía que iba a estar ya llegando a los 25 varos hace no mucho. Yo le pregunto, apreciado lector: ¿es usted menos pobre?

            Esta semana nos trajo un hecho histórico que me llenó de gran desolación. El expresidente Donald Trump se entregó a las autoridades en el estado de Georgia para enfrentar cargos por atentar contra el proceso electoral. Por mí que Don Trompas se refunda en el agujero más oscuro y húmedo que puedan encontrar, a ver si puede pasar el resto de sus días pensando en todos los niños inmigrantes que separaron de sus padres en la frontera y que a la fecha no han podido terminar de rescatar. El daño irreparable que le hizo ese señor a la democracia gringa la vivimos todos, permítame explicar. Inicialmente, cuestionar a las autoridades electorales y denunciar fraude electoral (los videos de “Stop the count” por un lado y “Keep the count” por otros con el fin de potenciar los votos, son kafkianos) son tácticas electoreras a las que estamos acostumbrados en países de corte más bananero, como el nuestro. Desde que se fundó el INE (que si no me equivoco es más o menos cuando aparece el López con intenciones de ocupar la silla grande) todas nuestras elecciones “democráticas” han sido cuestionadas por su opacidad y poca legitimidad. Ya ni siquiera hay forma de saber si son legítimas o no, el reglamento del político electorero mexicano exige, nada más haber perdido la contienda, denunciar el fraude y cuestionar a las instituciones. Las elecciones mexicanas no son perfectas y TODOS los partidos políticos montan sus propios operativos mapache, TODOS. Cuando el presidente del país vecino del norte empieza a cuestionar a sus instituciones electorales, rompe con la idea de que en los esteits sí se llevaban a cabo elecciones más precisas, o por lo menos que su población y sus políticos acataban los resultados por el respeto a la institucionalidad y el orden político.

            Luego, después de varios años de sesiones en la corte y cargadas políticas en redes sociales (que el señor se tuvo que inventar su propia red social porque lo botaron de todas las demás), parece que por fin lo van a traer a justicia. Salió bajo fianza, soltó una módica suma y parece que podrá enfrentar el resto del proceso en libertad. Sin embargo, el cuadragésimo quinto presidente de los yunaited se convierte en el primero en enfrentar cargos criminales en toda la historia del país. Estuve leyendo varias columnas de los periódicos de por allá, y el consenso parece ser que no se sabe si podrá volver a competir por la silla grande de su país, se ha consultado con profesores de leyes de Harvard y otras universidades de prestigio, y no se puede predecir a ciencia cierta qué es lo que ocurrirá los siguientes meses, ya ven que por allá también vienen elecciones.

            Las imágenes del presidente bajándose del avión, arrancando el motorcade, y entrando a los tribunales son brutales. Los gringos quieren que el resto del mundo vea que nadie se escapa de la justicia norteamericana, y me imagino que querrán rescatar lo que se pueda de la legitimidad de sus procesos electorales, pero el daño ya está hecho. Sin embargo, ¿saben cómo me siento después de ver todo el show? ¿Nada más de pensar en Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, el fecalísimo Felipe Calderón, Peña Nieto y el mismísimo López Obrador?

            Me siento como un niño con la camiseta de su equipo viendo el partido de futbol en la vitrina de un Elektra, porque en casa no hay televisión.

Porque la democracia no ha muerto, pero no me vengan con que la ley es la ley.