Cuando sea demasiado tarde… - Ganar y perder no es igual.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Ganar y perder no es igual.

Estimado lector, antes que nada, me disculpo porque tuve un día muy largo porque es el último día de clases afortunadamente, he hecho por cerrar todos mis pendientes para poder dedicarme a escribir en las vacaciones, y los principales culpables de todos mis aciertos y todos mis errores tuvieron a bien invitarme a comer. Entonces me estoy apurando a escribir esta, su columna favorita del fin de semana, mientras escucho el cotorreo y hago todo lo posible por concentrarme, pero no me es del todo posible. Así que, si a través de estas líneas comunico una barbaridad (ahora se andan burlando de mí porque no me gusta trapear, y el caldo tlalpeño tiene un procedimiento para comerse), lo lamento en gran medida.

            Pues bien, como les decía. Por fin llegó el día esperado y se llevaron a cabo las elecciones. Todavía quedan unas semanas de resaca electoral, pero por lo menos ya no estaremos viviendo los incontables argumentos al respecto de cuál es el candidato menos peor o por qué el López sigue siendo el mesías de Latinoamérica. Sin embargo, pasó un fenómeno bastante impresionante: ahora todos los no-lopezobradoristas andan exigiendo el voto por voto, casilla por casilla, en virtud del gran fraude electoral que nos hicieron. Este argumento tiene dos aristas: el primero es que todas las estrategias y artilugios mapachistas que se han inventado en todos los partidos políticos a partir de la gran y divertida fiesta de le democracia, sólo sirven para mover la línea un 5% cuando mucho. No vamos a regresar a si el fecalísimo Felipe Calderón, o si milord Henry Monster Peña Nieto. Las elecciones sólo se pueden mover una pequeña fracción de la participación ciudadana a través de los mapaches.

            Me parece que estas elecciones fueron históricas en función de que la participación ha sido la más alta que yo haya visto en este país. Esto me lleva a la segunda arista de este argumento: la cantidad de votantes excede por mucho la cantidad de personas inscritas en el SAT. El verdadero fraude se fraguó durante todo el sexenio, con los Servidores de la Nación y con las becas del Bienestar. Los morenistas usaron el aparato político para solidificar la presencia del partido en la base ciudadana más necesitada, y por ello lograron una movilización social descomunal para participar. Es cosa de lógica, ¿cuál es el sector más numeroso de este país en virtud de la capacidad adquisitiva? No es la primera vez que sostengo que estas estrategias son populistas y me parece muy injusto que aquellos que no pagan sus impuestos son los que deciden quién decidirá cómo se repartirá el dinero de la recaudación. Por eso sostengo que para tramitar la credencial para votar uno tendría que presentar una constancia de haber realizado la declaración anual.

            Yo no apoyo a Morena ni al López, me parece que el retroceso social que ha vivido este país ha sido descomunal: la violencia está por los cielos (ah cierto, no es que haya subido a violencia, es sólo que hay más asesinatos), el narcotráfico tiene el control absoluto de más de la mitad del país y ha invadido tanto el aparato de gobierno (sobre los 50 candidatos muertos en estas elecciones, el video del hombre que recibe el balazo en la nuca es escalofriante) y también ha invadido el comercio formal, como el aguacate o el metal, así como temas del cobro de piso y demás particularidades de la vida cotidiana.

            Sin embargo, sí creo que, en virtud de que no van a poner la declaración como requisito para la credencial, una participación ciudadana por encima del 60% es un verdadero logro. Es hora de entender que, para tener una democracia, hay que respetarla. La Cheimbaum ganó (tampoco es que me hubiera emocionado tanto que ganara Xóchitl) y no fue porque hayan embarazado las urnas o que falsearan las actas o que hicieran carrusel de las Américas o vaya usted a saber. Tenemos los resultados que tenemos por dos razones fundamentales: nos hemos convertido en un país populista, y la ahora oposición que tenemos no sirve para nada. La lógica de las izquierdas y derechas es de 1800 y nació en Francia. Hay que ir pensando en nuevas ideologías y hay que aprender dos cosas: (1) tenemos que dejar de gritar que fue fraude cada que nuestro candidato no gana, eso sólo merma la democracia y afecta el tejido social; y (2) tenemos que ir pensando en la elección de 2030 si es que pretendemos que dejen de gobernar los priistas de antaño. Sólo renovando las ideologías sobre las cuales funge la política de este país vamos a poder detener el retroceso social que venimos viviendo desde… ¿Vicente Fox Quesada?

            Porque la democracia no ha muerto, pero a ver qué hacen cuando vuelva a aparecer el López en la boleta de la siguiente elección (si es que no le hacen un Juanito a la Claudia).