Observador político - El reto doble en la Secretaría de las Mujeres
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Con la desaparición del Instituto de la Mujer en Morelos, ejecutada por la LVI Legislatura y validada por la mayoría de los cabildos, no fue un simple acto administrativo ni una reforma de eficiencia institucional, ya que para algunos sectores de mujeres, fue un retroceso histórico, una afrenta a la lucha de miles de mujeres. Empero, para otros grupos, el IMM era un elefante blanco, con grandes salarios y duplicidad de funciones, por lo que ahora, será la Secretaría de las Mujeres la que tendrá que asumir el costo y absorber todas las actividades que en la extinta dependencia venían realizando.
LAS FUNCIONES DE LA SECRETARÍA DE LA MUJER.- El argumento oficial es claro: trasladar las funciones, el patrimonio y al personal de base a la Secretaría de las Mujeres, con la promesa de "fortalecer" las acciones de gobierno en favor de niñas, adolescentes y mujeres.
Sin embargo, también se visualiza que ésta maniobra puede responder a un reacomodo político y por tanto, debe haber una verdadera preocupación por los derechos de las mujeres, reales y efectivos ya con un nuevo esquema que no garantiza autonomía, pero que si debe contar con una perspectiva feminista y además, una continuidad en las luchas históricas que se gestaron desde el Instituto.
Hoy, decenas de extrabajadoras viven en la incertidumbre, sin saber si serán recontratadas o no, quizá liquidadas conforme a la ley o simplemente ignoradas, esa falta de claridad no es casual: forma parte de una estrategia para desmovilizar, desgastar, vaciar de contenido la institucionalidad feminista conquistada con tanto esfuerzo. Y mientras tanto, la Secretaría encabezada por Clarisa Manríquez no debe de guardar silencio sino por el contrario, debe ser quien desde ahora sea la defensora de sus derechos humanos y laborales de quienes hoy viven en incertidumbre con la desaparición del IMM.
Con la desaparición del Instituto como tal, debe haber mensajes de aliento, de fortaleza y acciones que se desarrollarán para que las voces de las feministas, con toda su historia y sus demandas no sean eliminadas por decreto.
Basta con recordar lo que dijo con claridad en tribuna la diputada del PAN, Andrea Gordillo Vega, “este no es solo un cambio estructural, es un intento de borrado político”.
Cada retroceso, cada eliminación de espacios autónomos para las mujeres, es una renuncia a la justicia social, a la equidad y a la memoria de quienes han dado su vida por construir alternativas desde abajo, más aún, porque muchas de las que abrieron brecha hoy ya no están en este mundo, pero su legado vive en cada grito, en cada marcha, en cada institución que hemos construido desde el dolor y la esperanza.
OCHO MUNICIPIOS CON ALERTA DE VIOLENCIA DE GÉNERO.- En Morelos, con ocho municipios bajo Alerta de Violencia de Género, la secretaria de las Mujeres que preside Clarisa Gómez Manríquez, tendrá un doble reto, no solo demostrar que la desaparición del Instituto de la Mujer fue un acierto para no duplicar funciones y al mismo tiempo, asumir todas las actividades que venía desarrollando el IMM.
Y no, no solo debe ser con declaraciones ambiguas en el sentido de que: “las puertas estarán abiertas” para “los mejores perfiles” de las trabajadoras despedidas, ya que mientras esos pronunciamientos se congelan en las redes sociales, decenas de mujeres que dedicaron su vida profesional a proteger y empoderar a otras mujeres hoy enfrentan incertidumbre laboral, liquidaciones y el peso simbólico.
Lo que no debe hacer la Secretaria de las Mujeres es maquillar con inauguraciones simbólicas la aún incierta desaparición del IMM y por ello, deberá de contar con gente capaz, profesional y con experiencia en el ramo para mostrar avances a corto, mediano y largo plazo. Es decir, garantizando una política pública integral para las mujeres en Morelos.
Y es que, para muchas especialistas del tema, el feminismo no se construye con discursos tibios ni con “mesas técnicas”; se construye con presencia territorial, con empleos dignos y estables, y con un compromiso político claro con las más vulnerables. Quizá, el IMM que fue una conquista no se debía tocar sin antes dialogar con sus trabajadoras y con la sociedad civil organizada. Hoy, ya es historia.
EL SALARIO DE ISELA CHÁVEZ.- La semana pasada se reveló que Guadalupe Isela Chávez Cardoso, quien fuera directora del ahora extinto Instituto de la Mujer, percibía un salario neto de 61 mil pesos mensuales, además de haber solicitado un préstamo de 450 mil pesos al Instituto de Crédito del Gobierno del Estado, poco antes de la desaparición del organismo que encabezaba.
Nadie cuestiona que tuviera derecho a solicitar ese crédito, ya que la ley la ampara. Lo que sí merece un profundo debate moral —y político— es el contraste brutal entre ese ingreso y la realidad que vivieron, y siguen viviendo, miles de mujeres morelenses que hoy se quedan sin una institución que les represente.
El problema aquí no es el sueldo de una funcionaria pública, sino el uso de un cargo que debería ser político en el sentido más alto de la palabra: representar intereses colectivos. Y este tipo de noticias solo abonan al cinismo: altos sueldos, préstamos a modo, y la total desconexión con el drama real de las mujeres. En un país donde 10 mujeres son asesinadas al día, y donde las instituciones públicas deberían ser bastiones de apoyo, protección y transformación, lo que vemos es exactamente lo contrario: estructuras que se vacían, y funcionarias que cobran bien hasta el último día… aunque la institución ya no exista.
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