Cuando sea demasiado tarde... - Estrés y bienestar en contextos urbanos.
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Aquí les dejo un pedacito del primer Manual de Supervivencia Vial (Dorantes-Argandar, 2016), ¡por si no lo han leído!
La adaptación de los individuos a su entorno natural y los eventos que tal contexto le impone, por lo general son considerados como demandantes, amenazantes, o incluso peligrosos para los individuos (Lazarus y Folkman, 1984). Esta reacción de estrés puede ser disparada por una gran variedad de estímulos perceptuales y emocionales que comúnmente son encontrados en contextos urbanos. Estos estímulos pueden ser otras personas, vehículos automotores, regulaciones contradictorias y su aplicación indebida por parte de las autoridades, congestionamientos viales, la sinergia de todos estos elementos en aquello que conocemos como la vida urbana cotidiana tales como la prisa desmesurada de los individuos, la intolerancia hacia los demás, y la violencia misma. El mismo Hans Selye (1978) admite que los contextos urbanos y las grandes concentraciones de personas son importantes causas de estrés, y las consecuencias que el estar inmerso en un contexto de esta naturaleza generan. Las experiencias estresantes o la utilización de estrategias de afrontamiento que no son eficientes llevan a un proceso de retroalimentación que altera el proceso transaccional, y consecuentemente, al comportamiento del conductor (Henessy, 2011). La preocupación está relacionada con la ansiedad moderada en contextos urbanos, lo que requiere de un componente de evitación o cualquier otro componente que permita el funcionamiento diario, de tal manera que sin ellos la emocionalidad negativa puede escalarse hasta llegar a niveles fóbicos y tener impacto significativo en la estructura social, la estructura económica y el funcionamiento individual (Taylor, Deane & Podd, 2008).
América Latina está muy por detrás de Europa en materia de la gestión del tránsito y el riesgo vial. La ineficiencia en la aplicación de la legislación de tránsito en México se puede ver reflejada en los altos niveles de accidentalidad y muertes asociadas con estas cada año, además del gran descontento social en el cual se encuentra inmerso el país al momento de elaboración de este trabajo. A opinión del autor, esto se debe a la ideología punible de la administración pública: tal cual con principios de conductismo operante, se busca generar comportamiento condicionado con la pura administración de amenazas de castigo. Aunque es cierto que existe la posibilidad de modificar el comportamiento de esta manera, ya no es motivo de discusión la poca o nula efectividad del condicionamiento de esta naturaleza. En otras palabras, es más eficiente el promover comportamientos saludables y socialmente aceptados, que promover una estrategia de amenaza y castigo ante los comportamientos desviados y que atentan contra el orden social, que además no son castigados en un 99% de los casos. Esto tiene un impacto directo sobre la percepción que el conductor tiene en la conducta vial, pues su respuesta emocional hacia la misma se ve impactada de una manera que perpetúa el comportamiento inaceptable.
Una gran parte de los problemas sociales (resentimiento social, ira, individualismo, inseguridad) provienen del estrés al que el ser humano se somete diariamente. El mismo Hans Selye (1978) reconoce que conducir tiene un muy alto potencial para estresar al ser humano por su variada combinación de factores, así como las muchedumbres y la urbanización, pero admite que la intricada complejidad de los estímulos que causan el estrés requieren de mucho trabajo para poder entenderlos. El trabajo presentado en este capítulo pretende cerrar este hueco en el entendimiento del impacto que tiene el entorno urbano en el individuo. Aunque es de interés el reducir las cantidades de estrés a las que está sometido el individuo en condiciones de tránsito, es importante mantener en mente que el objetivo final de esta línea de investigación es entender cómo es que las interacciones sociales involucradas en la movilidad han adoptado la naturaleza que tienen hoy en día. Se encuentra que el comportamiento agresivo está fuertemente relacionado con ambientes de conducción que generan estrés (Houston, Harris, y Norman, 2003), por lo que se consideró que un punto de entrada para entender la dinámica social que se observa en la movilidad cuernavacense era el estrés y los factores que lo desencadenan.
En un país como México, donde las condiciones de tránsito son abrumadoras, es de esperarse que los individuos perciban el acto de enfrentarse al entorno urbano como una situación que genere estrés. La idea es que el individuo busque la adaptación a su entorno y los eventos que percibe como demandantes, amenazantes e incluso peligrosos sean fuentes generadoras de estrés (Lazarus y Folkman, 1984). Éste puede verse desencadenado de la gran variedad de estímulos perceptuales y emocionales que se ven involucrados en el entorno urbano. Pueden involucrar a otros conductores, la variedad en los tamaños de los vehículos, las leyes de tránsito y su aplicación por las autoridades correspondientes, los embotellamientos, etc., además de todos los demás elementos de la cotidianeidad urbana como la inseguridad y la presión del tiempo para llegar rápidamente de un lado a otro, que vienen añadidos en la dinámica de la movilidad. Bronfenbrenner (1986) plantea que es muy útil una comprensión más clara de los tipos específicos de factores estresantes de un contexto particular, conocer el impacto del contexto en la experiencia y la percepción del estrés, así como la repercusión de ambos en el desarrollo psicosocial. Aunque la naturaleza de los estresores que los conductores encuentran en el entorno es muy variada, se encuentra que el comportamiento agresivo forma parte de las estrategias de afrontamiento que los individuos tienen a su disposición para salvaguardar la integridad física y psicológica de los individuos (Houston, Harris, y Norman, 2003), además de ser adaptativamente un mecanismo que auxilia al individuo en su búsqueda por su supervivencia (aunque hoy en día se suponga que la agresión debería de ser uno de los últimos recursos a los cuales los individuos de las sociedades contemporáneas buscan para satisfacer sus metas y objetivos).
He de confesar que Cuernavaca ha servido de inspiración para mi trabajo en Psicología de la Movilidad. Esa hermosa combinación entre conductores que estorban, conductores que agreden, y conductores que no conocen la mecánica del conducir un vehículo automotor, me ha permitido conocer el mundo desde otras perspectivas. Desde Berlín y Madrid, hasta Ciudad de México y Cuernavaca, me han mostrado la vasta diversidad (y no tanta diferencia), en temas de estrés, agresividad, y Psicología de la Movilidad. Espero que les guste.
Referencias
Bronfenbrenner, U. (1986). Ecology of the family as a context for human development: Research perspectives. Developmental Psychology, 22(6) 723–742.
Dorantes-Argandar, G. (2016). Manual de Supervivencia Vial. México: Praxis Digital.
Henessy, D. (2011). Social, Personality, and Affective Constructs in Driving. En Porter, B. E. (Ed.). Handbook of Traffic Psychology. London: Academic Press.
Houston, J.M., Harris, P.B., y Norman, M. (2003). The Aggressive Driving Behavior Scale: Developing a Self-Report Measure of Unsafe Driving Practices. North American Journal of Psychology. 5(2), 269-278.
Lazarus, R. y Folkman, S. (1984). Stress, Appraisal, and Coping. New York: Springer Publishing Company.
Selye, H. (1978). The Stress of Life. USA: McGrawHill.
Taylor, J.E., Deane, F.P., Podd, J. (2008). The Relationship Between Driving Anxiety and Driving Skill: A Review of Human Factors and Anxiety-Performance Theories to Clarify Future Research Needs. New Zealand Journal of Psychology. 37(1), 28-37.