Columna Desde la Torre - Frivolidad castrense
En opinión de Roberto Enrique Rodríguez Guerrero
Mucho está pasando en el país, no inquieta la confirmación de salud del presidente de la República, deteriorada por una angina de pecho, gota, y otros padecimientos mentales que por el momento no se mencionan en la información hackeada por el grupo Guacamaya, alarman los datos que se han escondido del ojo público, bueno hasta los casos de frivolidad del secretario de la Defensa Nacional, como la trivialidad de su personal militar, que compró en abril boletos para el General Luis Crescencio Sandoval González, para asistir al concierto de Gloria Trevi en el Auditorio de la Ciudad de México, tuvieron que cumplir sus órdenes de “bordar sus iniciales y las de su esposa” en las toallas que utilizan en su domicilio., con este detalle surge la penosa realidad de que ya está perdido el general cuatro estrellas, abandonando el objetivo primordial de la institución , que a grandes rasgos, es la organización y entrenamiento de las fuerzas armadas, la defensa de país y ayudar a la sociedad civil; no se recuerda a un general ostentar tres docenas de reconocimientos al mérito militar y gafetes de condecoración, rebasando las que ostenta su mentor el general Audomaro Martínez Zapata ( director general del Centro Nacional de Inteligencia, la GESTAPO mexicana) de: perseverancia, especial, legión de honor, institucional y servicios distinguidos. Ninguno de esos galones y rangos militares, para determinar sí los tiene por servir a la patria, o a sus habitantes, la triste realidad, es de sobra conocido que el únicamente guarda total lealtad al presidente Andrés Manuel López Obrador, tampoco tiene una por prevención en hackeo o filtraciones, reprobado en ciberseguridad. Cuando la Guacamaya canta, el ganso muere.
La prueba contundente en contra del secretario de la Defensa Nacional de su complicidad simulada en la Matanza de Villarreal, Coahuila, el 18 de marzo del 2011, masacrados 300 habitantes y decenas de desaparecidos, “no podían participar” en el ámbito de la seguridad pública, argumentando que no tenía responsabilidad operativa en la guarnición de Piedras Negras sino administrativa, este episodio bruno del ejército mexicano se le conoce como el “silencio del General”, documentos de la SEDENA confirman que los comandantes de la Sexta Zona Militar y de la Guarnición de Piedras Negras, bajo el mando del general Luis Cresencio Sandoval, fueron informados sobre los asesinatos masivos de Los Zetas en Allende y otros municipios del norte de Coahuila, y no hicieron nada, al igual que los gobiernos estatal y federal, guardaron silencio.
Es parte del ocultamiento de información y complicidad, documentales que muestran esfuerzos castrenses para que no se implicara al Ejército, en las diferentes masacres perpetradas, al grado de que, incluso, el propio titular de la SEDENA abogó ante el presidente López Obrador por el capitán José Martínez Crespo, el primer militar encarcelado por la desaparición de 43 estudiantes, es un sujeto identificado como “el Capitán Crespo” se comunica con uno de los sicarios de Guerreros Unidos apodado ‘El Chino’ para comentarle que “ai dos pendejos estudiantes tirados aquí… ai los voy a dejar que se mueran”, este mensaje confirma la omisión y participación de elementos del ejército, que contradijeron a Luis Cresencio Sandoval. Existen documentos que aconseja aleccionar a los soldados para declarar, además de convencer a los expertos de la CIDH de que no fue un crimen de Estado. Comunicaciones internas hackeadas de los servidores de la SEDENA muestran que desde que ocurrió la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, altos mandos de las fuerzas armadas han maniobrado para deslindar de responsabilidad al Ejército y entorpecer las labores del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
Luis Cresencio Sandoval no es una de las corcholatas de López Obrador, es una ficha y principal muro para conocer la verdad de lo que se oculta tras bambalinas y que gracias al hackeo se conocerán detalladamente la putrefacción existente en el ejército, violaciones y acoso sexual de mujeres y hombres, que durante décadas denunciaron los actos deleznables de sus superiores cubiertos por los altos mandos, asesinatos de sargentos sepultados vivos como una medida disciplinaria.
Como toda crisis que tiene que enfrentar Andrés Manuel López Obrador, (El Rey del Cash) la contesta, poniéndole música al ritmo de Chico Che “no me quiso el ejército” banalizar el problema, como todos aquellos sin solucionar, que tienen en picada la administración gubernamental. Después del niño ahogado el senado de la República legislará sobre cibernética, ineptitud y corrupción de todo su gabinete y fuerzas armadas.
La última y nos vamos: Américo Villarreal, tomó protesta como gobernador del Estado de Tamaulipas, confirmando que la sociedad enfermó y nada le importa quien asuma el poder, en este caso vale la pena reflexionar, ¿la ciudadanía abandonó su facultad para elegir y dejar en manos del crimen organizado las elecciones? Un grave error que se pagará, no es de olvidar, está presente en los archivos de la DEA y en las impugnaciones ante el TEPJF, el poder del narco estado militarizado, una vez más pisotea la Constitución. En 2023 tendremos elecciones en Coahuila y Estado de México, ¿que podremos esperar en el 2024? Llamado a todos los mexicanos, para que asuman su obligación ética y legal de elegir a sus autoridades; en el Estado de Morelos, los focos rojo intenso están encendidos, las fuerzas políticas en tres escenarios, clonar los resultados para darle el triunfo a Morena, impulsando a Víctor Mercado Salgado, ¿nexos con la delincuencia organizada? Reúne el requisito, es el jefe del clan delincuencial más poderoso de la entidad; o decantar por un personaje que resultó un petardo en la presidencia municipal de Cuernavaca, que sin lugar a dudas sumiría en el ostracismo a la entidad; o el que recorre el estado violando la ley electoral para promocionar su candidatura, simulando que lo hace por fundaciones patito, aliado a mafiosos, personajes que van por el negocio personal, tal y como lo hizo el familiar de este político, sentado en el palacio de gobierno por el ex gobernador Rodolfo López de Nava, no lo dejó salir hasta que entregara los miles de certificados agrarios que se había robado. Tiempo después en el gobierno de Felipe Rivera Crespo, se conoció que no había entregado el total de documentos, mismos que legalizaron, recibiendo miles de millones de pesos por la venta de tierras, donde construyeron fraccionamientos, establecimientos comerciales, gasolineras, etc., recursos que sirven para ese candidato simpático, que ya tuvo su oportunidad en el servicio público, para su fortuna, sus ex colaboradores son quienes están pagando las consecuencias de sus latrocinios. Más vale que los morelenses fijen su vista en Margarita González Saravia Calderón, una política de resultados, dotada de responsabilidad social, garbanzo de a libra que se desempeña en el gabinete de López Obrador.